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viernes, 23 de diciembre de 2011

NAVIDAD DEL SEÑOR


       

                                           NAVIDAD DEL SEÑOR
                                                        (Ciclo B)

En el principio existía la Palabra
Y la Palabra estaba junto a Dios
Y la Palabra era Dios
Y la Palabra se hizo carne
Y habitó entre nosotros.     Jn 1,1-14



Nuestro ser profundo se manifiesta en la palabra y nuestra libertad obra la palabra que decimos. Nuestra humanidad va en busca de la humanidad de los otros, busca un contacto con ellos, construye comunidades, interviene en las cosas del mundo. Vida, esperanza, empeño, laboriosidad, amor, verdad… todo queda misteriosamente depositado en la frágil envoltura de nuestra palabra que balbucea impotente ante misterios que no logra penetrar


Muchas veces no sabe comunicar sentidos, otras no obtiene los éxitos deseados y otras tantas en lugar de revelar amor de vida, luz de verdad, comunión interpersonal, produce odio, mentira y discordia, revelando la pobreza de nuestro ser.


Aun así, la alegría, el amor, la verdad… están presentes en nosotros y nos impulsan a recorrer la vida de un modo real, en el que se alternan la ausencia y la presencia de bienes, permitiéndonos reconocer que la plenitud de la vida, de la verdad y del amor están en una realidad que, aún, haciéndose presente en nosotros, está mas allá y se llama “Dios”.


Al dejarnos abarcar por la realidad de Dios, por el misterio de su presencia en nosotros, nuestro ser y nuestra palabra se vuelven creativos, en cuanto obedecen con una actitud de espera, de disponibilidad, de fidelidad a lo que Dios dice en nosotros. …. ¿Y que es los que Dios dice a los hombres? ¿Qué forma imprevisible de comunicación decidió Dios actuar en su amor infinito? Lo imprevisible de Dios aconteció en Jesús de Nazaret. Lo imprevisible de Dios sigue aconteciendo en Jesús, porque Él es la Palabra viva y definitiva que Dios como Padre dirige al hombre


Y cuando el hombre se introduce en lo imprevisible y deja de pretender tener y ser la última palabra, cuando se deja decir por Dios y se encuentra con su Palabra hecha carne, queda aferrado a ella por un sentido de sorpresa, que se va volviendo secreta inquietud hasta que estalla en un resplandor: este hombre se descubre a si mismo como presencia de Dios, como signo de Él, como expresión en la que el mismo Dios se manifiesta al mundo


Y todo esto es posible únicamente porque “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. En Jesús, Dios entra en la historia humana, habla palabras humanas y en la misteriosa profundidad de su ser, es uno solo con él. Jesús es, pues, la Palabra plena y definitiva. Es Dios mismo entre los hombres y a la vez, es el hombre perfectamente realizado.


Su vida desde la encarnación hasta la efusión pascual del Espíritu, es Palabra de Dios de modo definitivo. En ella dice que Él es comunión de vida, amor, trinidad. Y dice que quiere ser para el hombre, Padre que ama, aliado que acoge y salva, amigo que comparte hasta la muerte la condición del hombre, para que el hombre participe de su condición divina.


Hoy como en Nazaret, Jesús viene a habitarnos, Viene a morar en nosotros, rompiendo el silencio del universo, animando el desierto de la existencia, iluminando las tinieblas y dando sentido y meta a nuestros inseguros pasos. No es un don superfluo, sino el remedio ofrecido por la misericordia del Padre a la tristeza y al miedo que no dejan de probar y debilitar al hombre.


Y esta Palabra pide insertarse siempre de nuevo en nuestras vidas. Ella quiere hacerse testigo, comunicarse, convertirse en don entre nosotros: con la Palabra y en la Palabra nos edificamos mutuamente, nos ayudamos y corregimos compartiendo lo que somos y creemos y encendiendo la esperanza de “un cielo nuevo y una tierra nueva”


En esta Navidad, recibamos con silencio lleno de espera, de respeto, de docilidad y de obediencia, la Palabra que Dios nos dirige. En una época de desesperanza, sin sentido y desorientación, dejémonos habitar por ella haciéndonos signo humano de Dios ente los hombres, para comunicarles y comunicarnos mutuamente, que solo la Palabra dura eternamente, supera y salva lo que muere y abre paso a la vida verdadera.
                                  

Extractado de:  “En el principio la Palabra” 
de Carlo María Martini

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA FIDELIDAD DE DIOS, LA FIDELIDAD DE MARÍA


El próximo sábado celebramos la NOCHEBUENA, el NIÑO DIOS viene a nacer en nuestro hogar, en medio de nuestras alegrías y tristezas.
Compartimos una ficha de oración que el grupo de Ejercicios Espirituales Kerygma realizó con motivo de la preparación de la Navidad 2011, mostrandose cerca una vez más de todos los que han compartido este año a través de los EE y del acompañamiento espiritual. Llega el fin del adviento, celebremos al Verbo que se hace Carne.

4º Domingo de Adviento

Ciclo B


Primera lectura: 2 Sam. 7, 1-5. 8-12.14.16


Breve comentario:


El texto resalta la espera de un Mesías davídico para la salvación definitiva.

El término “casa” es citado múltiples veces, proponiendo un hilo conductor a lo largo de todo el pasaje:

David vive seguro en su “casa”, desea construir a Dios una “casa”, pero es Dios quien promete a David una “casa”, es decir descendencia y reino estable.

El deseo de David se ve alterado por el deseo de Dios, invitándolo a recordar que Dios es el unico que puede dar estabilidad y descendencia, logrando asi que David entre en el proyecto de Dios y no al contrario.

La promesa de fidelidad de Dios no solo abarca a David, sino a todo el pueblo, de quien Dios es Padre, y como tal le da la salvación y la estabilidad definitiva porque procura el bien de todos.



Segunda lectura: Rom. 16,25-27


Breve comentario

El texto es un himno de alabanza de San Pablo a Dios, que toma tres temas fundamentales: Dios, el misterio y el anuncio.

Dios es quien “puede fortalecernos” es el único “sabio”, origen y fin de toda búsqueda humana

El misterio, se refiere al Plan de Dios que gira en torno de Jesús, centro de la historia de salvación: el tiempo que precede a su venida, es tiempo de “silencio” de Dios, el tiempo presente, el “ahora” es tiempo de “salvación”, de la manifestación eterna de Dios en el Hijo, y el tiempo final ya esta presente en cuanto en Jesús se ha dado la revelación definitiva de Dios al Hombre.

El anuncio, es Palabra del evangelio dirigida a “todas las naciones” a traves de los cristianos que vivimos en el tiempo de la salvación definitiva del hombre.



Evangelio: Lc. 1,26-38


Breve comentario:

Los dos ejes fundamentales del texto son el anuncio del nacimiento de Jesús y la docilidad de Maria al plan de Dios

Jesús es presentado como el “signo” de la fidelidad de Dios al Hombre, manteniendo las promesas hechas a David: Jesús es el Mesias perteneciente a la familia davídica y el Hijo hecho hombre, el nuevo templo y casa, que Dios ha preparado para encontrarse con el hombre. Además, el pueblo (la casa de Jacob) encuentra en Jesús al rey que lleva al cumplimiento la justicia, la paz y la fraternidad esperadas

La obra de Dios, su fidelidad y su don, constituyen el centro del pasaje y ante la obra de Dios, se resalta la actitud de Maria como la que hace posible el don de Dios a los hombres, con su “si”. Maria cree firmemente en la fidelidad de Dios y se dispone fiel y libremente a sus designios



Para meditar y contemplar


Las lecturas de este domingo de adviento, nos preparan para darnos cuenta que grande es la fidelidad de Dios con nosotros. El es la roca que da estabilidad a nuestras vidas y sostiene nuestra “casa”, lo que somos. Y nos sostiene con amor de Padre

Amor que muchas veces nos sorprende descubriéndonos las ambigüedad de nuestros proyectos humanos, por mas buenos que sean.

Si estamos abiertos y atentos, si somos sencillos y nos hacemos disponibles, seremos capaces de aceptar que no son nuestros proyectos sino los de Dios, los que nos ayudan a conformar nuestras vidas tanto si somos poderosos como David o humildes como María.

De las actitudes de Maria y de David podemos aprender a no sentirnos dueños de nuestra existencia, a descubrir que podemos estar apegados a algunos proyectos nuestros sin estar abiertos a que Dios los modifique o los reoriente; podemos aprender a confiar en la fidelidad de Dios sin entender todo y sin saber de antemano.

No se conoce esta confianza, mucho menos se cree en ella, si en concreto no nos ponemos cerca de Dios como Maria.

Dios Padre con la fuerza de su amor nos atrae a Él para que aprendamos a recibir y a vivir su Palabra. Pero de nosotros depende dejarnos atraer.

Pidamos en este Adviento, la gracia de sintonizar nuestros deseos con los deseos de Dios. La gracia de ser obedientes, escuchando y estando en comunión con Él, para dar sin dudar los “sies” que nos pida y para que nuestra gloria no esté en el éxito de lo que hagamos, sino en animarnos en todo a “amar y servir” como nos enseñan Jesús y María.

Recemos con el anuncio de Dios a Maria, con la alegría de saber que Dios, está con cada uno de nosotros. Recemos con profundo agradecimiento a la Santísima Trinidad, por los bienes que pone en movimiento entre nosotros; con profunda alabanza a Dios Padre porque con amor se acerca a salvarnos; con profunda bendición, agradecimiento y alabanza a Jesús, por hacerse uno como nosotros, liberándonos de todas nuestras debilidades y pecados, salvándonos al enseñarnos a ser verdaderos hijos y hermanos.

Por último pidamos que nuestra oración se traduzca en actos concretos de fe, esperanza y caridad para con otros, ayudando con nuestro vivir a que Dios siga construyendo su “casa” en medio nuestro

"La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”

domingo, 11 de diciembre de 2011

EL TESTIGO

EVANGELIO DEL DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DEL 2011
Jn 1, 6-8. 19-28

SAN JUAN BAUTISTA
Durante el tiempo de Adviento, la Iglesia dirige la atención de una manera muy especial a la figura de san Juan Bautista. De los cuatro domingos de este tiempo, dos de ellos lo tienen como figura central en la lectura del evangelio. El domingo pasado nos hemos ocupado de él, y hoy nuevamente volvemos a encontrarlo, pero esta vez en un texto del evangelio de san Juan. Cuando estamos por revivir el misterio de la venida del Señor en Navidad, es natural que pensemos en aquel que tuvo como misión preparar al pueblo judío para la primera manifestación pública del Salvador. Su predicación sigue siendo un llamado siempre actual para quienes nos disponemos a salir al encuentro de Jesús. Ya hemos visto que san Juan Bautista se presenta como el profeta que llamaba a todos a hacer penitencia en vista de la inminente llegada del Salvador. El texto de san Juan que se proclama en este domingo, se detiene a considerar la gran distancia que hay entre el Bautista y el Señor que viene. Llama la atención que mientras los otros evangelistas recuerdan los textos elogiosos para san Juan Bautista, el evangelio de san Juan, por el contrario, recoge todas aquellas escenas en las cuales se establece la comparación entre Jesús y san Juan Bautista, para concluir que Jesús es infinitamente superior. En el evangelio de este domingo podemos constatarlo, si ponemos atención en la insistencia en los aspectos negativas: "No era la luz... No soy el Mesías- Ni Elías... ni el Profeta...."
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