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miércoles, 29 de febrero de 2012

domingo, 26 de febrero de 2012

LAS TENTACIONES

EVANGELIO DEL DOMINGO 26 DE FEBRERO DEL 2012
Mc 1, 12-15
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".


LAS TENTACIONES DEL NUEVO ADÁN 

Cada año, en el primer domingo del tiempo de cuaresma, la Iglesia nos propone la lectura del relato de las tentaciones que padeció Jesús en el desierto. El ejemplo del retiro del Señor a la soledad y su lucha contra el espíritu del mal debe ser propuesto a los cristianos para animarnos en este tiempo de recogimiento y purificación que los prepara para la celebración de la Pascua. La palabra 'tentación' significa 'prueba'. Se dice que alguien es 'tentado' cuando es 'puesto a prueba', es decir que se lo somete a un ejercicio para ver si es capaz de resistir o si funciona bien. De esta forma decimos que 'ponemos a prueba' un instrumento o una máquina para ver cómo funciona o cuanto resiste. 
 
Los seres humanos somos 'tentados' cuando sentimos la fuerza que nos inclina hacia el mal y debemos esforzarnos para mantenernos en la fidelidad a Dios. Esa fuerza puede provenir del exterior, cuando el ambiente, las circunstancias o las personas que están a nuestro alrededor nos proponen formas de pensar o de actuar que son contrarias a la voluntad de Dios. Pero también podemos padecer la tentación desde nuestro interior, cuando esa fuerza viene de nuestra misma condición de pecadores, de los males hábitos adquiridos, o de cualquier forma de mal que anida en nuestro interior. 
En el caso de Jesús, la tentación podía provenir solamente del exterior, porque en Él no habita ninguna forma de mal. Es muy conveniente leer con atención este relato tan breve para captar bien sus detalles, y a través de ellos descubrir la intención del autor. Para que no perdamos de vista la originalidad de san Marcos debemos evitar que la memoria de la lectura de los textos de los otros evangelistas influya en nosotros haciéndonos introducir elementos ajenos.
EL RELATO DE SAN MARCOS
Por algunos detalles gramaticales se ve que en el Evangelio de san Marcos, la tentación de Jesús en el desierto es parte del relate del bautismo y forma uno solo con el. Se advierte además que aquí no hay ninguna referencia al ayuno y al hambre, como hay en los otros dos evangelios. Jesús está en el desierto durante cuarenta días y los ángeles le sirven. No tenemos ninguna razón para introducir aquí el aspecto penitencial del ayuno; solamente tenemos el apartamiento a la soledad. En el relato de san Marcos la tentación se prolonga durante los cuarenta días de permanencia en el desierto. Es un largo enfrentamiento con Satanás, del que por otra parte no se dan otros detalles. En los otros relatos leemos la descripción de las tres tentaciones, pero san Marcos solamente nos indica que Jesús fue tentado sin explicitar más. Finalmente encontramos la referencia a los animales o fieras del desierto, que están ausentes en los otros autores.
BAUTISMO Y TENTACIONES
Para nuestra reflexión sobre este texto del evangelio, debemos comenzar entonces por colocarlo dentro del marco más amplio que lo incluye, y que es el relato del bautismo del Señor. Sobre esta escena ya hemos meditado en el domingo en que se cierra el tiempo de Navidad, y que está especialmente dedicado a conmemorar ese misterio. Hemos visto que el evangelista, al narrar el bautismo del Señor, ha tenido ante si el bautismo que recibimos los cristianos: el bautismo de Cristo es al mismo tiempo inauguración del nuevo bautismo. Se encuentran allí el lavado con el agua, el descenso del Espíritu Santo, la proclamación de la condición de hijo y el anuncio de la misión. Pero ahora podemos continuar la lectura del texto. San Marcos introduce el relato de las tentaciones diciendo: "...inmediatamente el Espíritu lo llevó al desierto donde fue tentado por Satanás...". El Espíritu que había descendido sobre el Señor en su plenitud, lo empuja ahora al desierto. El autor del Evangelio quiere marcar fuertemente la continuidad agregando que esto sucedió enseguida, inmediatamente, como sin dejar un espacio de tiempo entre el bautismo y el comienzo del enfrentamiento con Satanás. Pero los cristianos debemos prestar atención a que el bautismo de Cristo es imagen y principio del bautismo que nosotros recibimos. De ahí se sigue que nuestro bautismo también nos capacita para lanzarnos a una lucha que comienza inmediatamente después que salimos de la pila bautismal. El bautismo no nos dispone para una vida tranquila y pacífica, sino más bien para una constante lucha contra el espíritu del mal.

EL DESIERTO Y LAS FIERAS
Jesús, en la soledad del desierto, rodeado por las fieras y acompañado por los ángeles que le sirven mientras es tentado por Satanás, revive en la imaginación la figura de Adán. Algunas referencias de la Biblia y las representaciones populares que aparecen en varios libros de la literatura religiosa del judaísmo de los tiempos del Nuevo Testamento, coinciden en describir a Adán con esos mismos rasgos. Durante su estadía en el paraíso vivía en compañía de las fieras que conservaban total mansedumbre y no lo atacaban, los ángeles eran sus servidores y diariamente le ofrecían un alimento celestial, mientras que Satanás, lleno de envidia, trataba de ponerle obstáculos a su fidelidad a Dios. 
Estas descripciones tomadas de la Sagrada Escritura y de los libros del judaísmo tratan de expresar gráficamente, por medio de figuras y símbolos, cual es la situación del ser humano cuando vive en la amistad con Dios, y cómo esa condición de vida se pierde por el pecado.

LAS TENTACIONES DE JESÚS
Ya que Satanás no puede contra Dios, busca incansablemente la perdición del hombre para que no pueda gozar de la felicidad a la que Dios lo ha destinado. En la primera tentación Satanás intentó y consiguió expulsar al hombre de su felicidad. Cuando Jesús se presentó para implantar el Reino de Dios, Satanás trató de impedir que lleven a cabo su obra. Si leemos atentamente todo el Evangelio de san Marcos, podremos comprender que la vida de Jesús ha sido una constante lucha contra Satanás. Es cierto que en este evangelio no se describen pormenorizadamente las tentaciones de Satanás a Jesús como se encuentran en los evangelios de Mateo y de Lucas, pero encontramos en repetidas ocasiones a personas que de una u otra manera obstaculizan la acción de Jesús ofreciéndole alternativas diferentes a su propia misión: rechazo de la pasión, abuso de los milagros, compromisos políticos, etc.
 
 Pero este nuevo Adán supera todas estas tentaciones adhiriéndose de corazón a la voluntad del Padre. En la actuación de Jesús se ve la respuesta a estas tentaciones: Él nunca se aparta del camino que le ha señalado el Padre. No quiere conquistar al hombre sino liberarlo, y por eso rechaza las insinuaciones de sus adversarios y expulsa a los demonios que poseen a los hombres. El tiene autoridad y fuerza como para expulsar a los demonios y ordenarles que guarden silencio. La realidad de esta lucha y el sentido que tiene para la historia de la salvación ha sido recogida por el evangelista, quien la ha sintetizado en las pocas palabras que tiene el Evangelio que se proclama en la Misa de este día. 
 
La lucha y la victoria de Jesús es la figura opuesta de lo que fue el origen de la historia humana. En un principio Adán fue derrotado por Satanás, y con eso introdujo la falta de paz, la discordia, es decir todas las consecuencias de la ruptura con Dios. En esta nueva etapa de la historia de la salvación, que es la definitiva, Jesús como nuevo Adán emprende la lucha contra Satanás y lo vence, y con este triunfo trae la salvación a todos los hombres que quedan liberados de la antigua esclavitud. En torno a Jesús comienza a existir otra vez el paraíso.

NUESTRA LUCHA CONTRA LA TENTACIÓN

El camino recorrido por Jesucristo es el que debemos emprender todos los cristianos. El evangelio nos enseña que el bautismo nos introduce en una lucha contra Satanás en la cual él utiliza el arma de la tentación, y nosotros, como Jesús, debemos hacernos fuertes con la palabra de Dios. Del resultado de este enfrentamiento depende que lleguemos a ser verdaderamente libres como hijos de Dios, o que seamos esclavos del poder del mal. 
 
El tiempo de cuaresma es un tiempo privilegiado, en el cual debemos tomar mayor conciencia de nuestro compromiso bautismal y ejercitamos por medio de la austeridad de la penitencia, la oración y las obras de misericordia, para vencer nuestras malas inclinaciones. Recibiendo el perdón de nuestros pecados y corrigiéndonos de nuestros defectos, estaremos en condiciones de poder celebrar la Pascua con la vida nueva de resucitados que nos da Cristo.

miércoles, 22 de febrero de 2012