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martes, 24 de febrero de 2009


MENSAJE DE BENEDICTO XVI.
JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 ENERO 2009
MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI

PARA LA CELEBRACIÓN DE LA JORNADA
MUNDIAL DE LA PAZ

COMBATIR LA POBREZA, CONSTRUIR LA PAZ



1. También en este año nuevo que comienza, deseo hacer llegar a todos mis mejores deseos de paz, e invitar con este Mensaje a reflexionar sobre el tema: Combatir la pobreza, construir la paz. Mi venerado predecesor Juan Pablo II, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1993, subrayó ya las repercusiones negativas que la situación de pobreza de poblaciones enteras acaba teniendo sobre la paz. En efecto, la pobreza se encuentra frecuentemente entre los factores que favorecen o agravan los conflictos, incluidas la contiendas armadas. VER TODO

lunes, 9 de febrero de 2009

CARITAS IN VERITATIS

La verdad y la caridad en el desarrollo de los pueblos.

La encíclica se abre con una introducción profundamente teológica sobre la dinámica de la verdad y la caridad y su relación con la cuestión social . Establece un principio clave que se desliza por todo el cuerpo de la encíclica: “Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la economía de la caridad, pero, a su vez, se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad” ..

Bien dice el Papa que “sin verdad, la caridad cae en el sentimentalismo” pero también afirma que “sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador… Sólo la fuerza del amor vence al mal con el bien (Rom.12,11) y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad” . Sólo empapando la verdad de bondad y presentándola con el resplandor de su belleza se puede ir logrando un consenso casi universal.

En el capítulo primero Benedicto XVI reactualiza el mensaje de la encíclica “El desarrollo de los pueblos”. Pone en relieve sus dos grandes verdades: “La primera es que toda la Iglesia en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre” . La segunda: “es que el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones” La relaciona luego con la doctrina social del Concilio Vaticano II y afirma: “No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza, coherente y al mismo tiempo siempre nueva” .

El Papa afirma que la Iglesia habla del desarrollo, porque éste, como lo declaró magistralmente Pablo VI, es una vocación de todo hombre y de toda la humanidad. Por eso la Iglesia habla del mismo y declara que por ser vocación ha de ser integral .


El capítulo segundo se centra en echar una mirada profunda y penetrante sobre el proceso del desarrollo en el mundo actual . El Papa precisa con claridad el sentido y la finalidad de las ganancias económicas: “La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le de un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza” .
Lo que la crisis económica y financiera, que hoy sacude el mundo, lo comprueba fehacientemente.

A continuación Benedicto XVI se explaya en mostrar cómo un desarrollo económico unilateral ha provocado estas desviaciones y problemas dramáticos. Y deja un mensaje de esperanza: que esta “crisis se convierta en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo” dando lugar “a una nueva síntesis humanista” . Esto se puede ir logrando si la humanidad, y sobre todo sus conductores de todo tipo aceptan como fundamento esencial de todo desarrollo integral y duradero que “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre –todo y todos-, la persona en su integridad” Y para lograrlo no basta el saber. Este “puede reducirse a cálculo y experimentación, pero si quiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de los primeros principios y de su fin último, ha de ser “sazonado” con la “sal” de la caridad. Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor… No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor” .

En conclusión “la caridad y la verdad nos plantean un compromiso inédito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo. Se trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa “civilización
del amor”, de la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y cada cultura” .