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sábado, 15 de abril de 2000

DOMINGO DE RAMOS -LA PASION-2011

San Mateo 26, 3-5.14-27,66

Los cuatro evangelios contienen un largo relato de la pasión, muerte y resurrección del Señor. En líneas generales se trata de la misma narración, pero la lectura atenta muestra que difieren en más de un detalle. Ninguno de los evangelistas ha intentado escribir una crónica detallada y completa de la pasión del Señor, sino que ha escogido algunos hechos, y luego los ha agrupado y narrado de una manera especial con la intención de transmitir por medio de ellos el mensaje de la salvación. No se trata de una narración para que nos enteremos, sino de una predicación para que descubramos en ella lo que se propone a nuestra fe. Este año la liturgia nos proclama en el primer día de la Semana Santa el relato de san Mateo. 

Es muy fácil descubrir la intención de este evangelista, si se lee con atención y se observa su manera de narrar. Con frecuencia remite al lector a textos del Antiguo Testamento: "Esto sucedió para que se cumpliera...". Constantemente, a lo largo de toda la narración, el autor redacta las frases utilizando expresiones tomadas del Antiguo Testamento. De esta manera el lector va leyendo lo nuevo teniendo al mismo tiempo ante la vista lo antiguo. No disponemos de tiempo ni de espacio para reseñar todas las referencias. Pero por ejemplo, en el breve texto que en lugar de toda la narración hemos puesto en el encabezamiento de este comentario, se puede observar que se comienza señalando la oscuridad total en horas del mediodía. Se trata de una frase del profeta Amós describiendo el día del juicio de Dios sobre los pecadores. Después Jesús grita y dice palabras tomadas del comienzo de un salmo que contiene una súplica hecha por un justo que padece injustamente. Los presentes entienden mal las palabras y luego quieren darle a beber vinagre. Esto es algo que se dice en otro salmo que se refiere a los padecimientos de un justo perseguido injustamente. Los acontecimientos sorprendentes que tienen lugar en cuanto muere el Señor reúnen elementos que se encuentran disperses en los libros proféticos, en aquellos textos que hablan del fin de los tiempos: temblor de tierra, terremoto, quebradura de las piedras, resurrección de los muertos... ¡y la conversión de los paganos! Con estos pocos elementos ya vemos que el evangelista san Mateo muestra la pasión de Cristo como el elemento final de la historia de la salvación. Con la muerte y la resurrección se llega al último acto del plan de Dios. Todo lo que estaba prefigurado en los hechos y personajes de la Biblia, todo lo que estaba anunciado en los escritos de los profetas y en los salmos, ha alcanzado su cumplimiento. Y al decir "todo" se incluye también el juicio de Dios y el comienzo de la vida eterna. Ya se ha dicho que algunas frases del texto comentado hacían referencia a ese memento final de la historia de la salvación. La intención del evangelista es mostrarnos que Jesús es el que cumple todo lo que fue anunciado en el Antiguo Testamento y que ya no queda esperar ninguna otra etapa de esa historia. Jesús es el que resume y consuma toda la revelaciòn de Dios. 

Pero el evangelista no es solamente un teólogo que reflexiona, sino que es un pastor que expone el misterio para que los fieles saquen consecuencias para sus propias vidas y para la vida de la comunidad cristiana. Y esto es lo que nos toca también a nosotros, los que recibimos esta lectura que se proclama hoy en la iglesia. Tenemos que tomar conciencia de que ya estamos en los últimos tiempos. Lejos de querer mantenernos en un estado de ansiedad enfermiza como la que padecen los miembros de algunas sectas, la palabra de Dios que leemos nos hace tomar conciencia de que el Reino de Dios ya llega a nosotros.
Que esa llegada se ha producido con la venida de Jesús y precisamente con su muerte y resurrección. Prestemos atención a la forma en que Jesús responde al sumo sacerdote durante el juicio según el relate de este evangelio: "Les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre... venir sobre las nubes del cielo". Los discípulos de Jesús debemos vivir la nueva vida que nos trae Jesús. Si ya hemos sido redimidos, nuestra vida no debe tener nada que ver con el pecado. Nuestro comportamiento no debe ser el de la injusticia y el alejamiento de Dios y de los hermanos, sino el modo de preceder de quienes ya han sido reconciliados por el acto redentor de Cristo. Pero también debemos sentirnos enviados a instaurar el reino que Cristo ya ha inaugurado. Es indudable que debemos rezar diariamente para "que venga el Reino", y también debemos esperar que ese mismo Reino se manifieste en su plenitud. 
Pero al mismo tiempo debemos tener presente que no es cristiana la actitud de seguir esperando que llegue el Reino como si todavía estuviera totalmente ausente. El reino ya se ha acercado, se está manifestando en el mundo, principalmente en esta comunidad que llamamos "Iglesia". Nosotros hemos sido convocados para hacer que ahora sea una realidad sobre la tierra. El relate de la pasión ha sido expresado de tal manera por san Mateo como para que tomemos conciencia de que ya el pecado ha sido condenado, y ahora ha comenzado una nueva vida. No debemos quedarnos lamentándonos porque las cosas están mal en el mundo, sino que debemos levantarnos de nuestra modorra y comenzar a actuar, con hechos positives, para que se manifieste el reino de Dios entre nosotros. Es muy oportuno que la palabra de Dios nos diga estas cosas a los que en estos días asistimos a las ceremonias en forma multitudinaria, pero luego nos quedarnos adormecidos hasta el año próximo.
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lunes, 10 de abril de 2000

ESTRATEGIAS DE AFIRMACIÓN

Ser capaz de dar muestras de atención y afecto
Resucitar a alguien
¿Nunca te han resucitado?
¿Nadie te ha hablado, perdonado
o amado nunca lo bastante como para resucitarte?
¿No has asistido nunca a resurrecciones?
¿Nunca has resucitado a nadie?
¿Has experimentado la potencia vital que brota
de una sonrisa, un perdón o una acogida?
(Oser parler de Louis Évery)

OBJETIVOS
Conocer la naturaleza de las muestras de atención y afecto.
Respetar las condiciones requeridas para dar debidamente muestras de atención y/o afecto.
Aprender a dar muestras de atención y afecto. 

EXPLICACIÓN
El papel de las muestras de atención y afecto en la autoestima y la confianza personal
Definición de muestra de atención
Las muestras de atención engloban todas las palabras, gestos y actitudes mediante los cuales reconocemos la existencia y la dignidad del otro. Dichas muestras son apropiadas para suscitar en él autoestima referida a sus competencias y, eventualmente, confianza en sí mismo.
Ejemplos: apretones de manos, signos de reconocimiento, agradecimiento, felicitaciones, cumplidos, celebración un éxito, regales inesperados por un favor realizado, etc.
Definición de muestro de afecto
Las muestras de afecto comprenden las palabras, los gestos y actitudes mediante las cuales manifestamos a una persona nuestro cariño y nuestro amor. Son muestras susceptibles de suscitar en ella autoestima referida a su persona y, eventualmente, amor hacia sí misma.
Ejemplos: caricias, abrazos, celebración de un cumpleaños, palabras de afecto y estima, gestos gratuitos, escucha de las emociones y sentimientos del otro, etc.
Cómo dar gratuitamente muestras de atención y/o afecto
Para las muestras de atención
•  Emplear el mensaje en «primera persona» para dar a entender que se asume la responsabilidad del juicio sin dejarla en manos del otro, que es lo que se daría a entender si se expresara el mensaje en «segunda persona».
Ejemplo: «Admire el orden y la limpieza de tu habitación», en lugar de decir: «Eres limpio y ordenado».
•  Evitar cumplimentar a una persona comparándola con otra
Ejemplo: evitar decir: «Tu habitación está más ordenada que la de tu hermano».
·         No reducir el alcance del cumplido formulándolo con un “pero” .
Ejemplo: evitar decir: «Tu habitación está limpia y ordenada, pero te has dejado los calcetines debajo de la cama».
Para las muestras de afecto
 Dirigir palabras y gestos de afecto a la persona misma, no a sus actos.
Ejemplo: acariciar a una persona por amor a ella, no por amor a lo que haya realizado.
Hacer el gesto afectuoso de manera congruente. Las palabras deben traducir un afecto real, no artificial.

ESTRATEGIA
Primera parte
Tomar conciencia de las muestras de atención y afecto
Responde las preguntas siguientes para tomar conciencia de las muestras de atención y/o afecto que das a los demás.
Desde que te has despertado, ¿has dado a alguien muestras atención y/o afecto?
¿A quién?
¿En qué momento preciso?
¿Qué clase de muestras de atención y/o afecto has dado?
¿Verbales o no verbales?
¿Gratuitas o no gratuitas?
¿Positivas o negativas?
Ejemplos:
-  Muestra de atención positiva: «Te has despertado a la hora».
-  Muestra de atención negativa: «No has hecho la cama».
¿Crees que te sería posible dar más muestras de atención positivas en tu vida? En caso afirmativo, ¿a quién te gustaría dárselas y en qué circunstancias?
Prepara mentalmente una muestra de atención y/o afecto que darías hoy mismo.
¿Qué resistencias encuentras a la idea de tener que dar muestras de atención y/o afecto?

Segunda parte
Dar cualidades y aprender a acogerlas
1.   El animador entrega a los participantes una copia de la hoja titulada «Dar y acoger cualidades».
2.  Propone a los participantes que añadan nuevas cualidades en  las casillas vacías. Si alguno lo desea, puede utilizar la lista de recursos y cualidades que se ofrece más adelante en este mismo capítulo.
3.  Los participantes leen atentamente las cualidades inscritas en cada una de las casillas.
4.  Buscan un compañero.
5.  Cada participante elige dos cualidades que representen lo mejor posible a su compañero. Después nombra a su compañero diciéndole: «N., lo que me gusta de ti es... (dice dos cualidades), porque (da ejemplos concretos de esas cualidades en la otra personal). ¿Aceptas estas cualidades?
Si la persona acepta las cualidades, anota en las casillas de su propia hoja las cualidades correspondientes. También puede rechazar una de las cualidades si no se sustenta en hechos concretos. Es posible qué ese rechazo revele falta de autoestima. El animador puede aconsejar a la persona que imagine en su interior el cofre de un tesoro en el que deposita la cualidad rechazada. Siempre podrá, si es necesario, volver buscar a dicho cofre esa cualidad inaceptable a sus ojos.
6.  Cada participante pregunta a su compañero cuál de las dos cualidades prefiere.
7.  Quien ha dado las cualidades se pone ahora en situación de hacerse atribuir dos cualidades por su compañero.
8.  Cuando la pareja ha terminado, cada miembro de la misma busca otro compañero.
9. Al final del ejercicio, los participantes hacen la lista de las cualidades que los demás les han atribuido, contabilizando el número de anotaciones de cada casilla. A continuación responden la pregunta siguiente: «¿qué has descubierto sobre tu personalidad durante este ejercicio?».
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Tercera parte
El admirador desconocido
1-Los participantes escriben su nombre en un trozo de papel y lo introducen en una caja. Cada participante saca al azar el nombre de otro participante y se convierte en su admirador desconocido.
2-El admirador desconocido observa discretamente a su amigo secreto durante un rato, encontrándole cualidades en lo que atañe a su persona y a su comportamiento. A continuación le escribe una carta firmada en la que le revela sus descubrimientos.
3-Al final del período de observación, el animador invita a un participante a situarse en el centro del grupo y leer su carta a la persona admirada. El participante entrega a continuación la carta a dicha persona. Esta acoge las muestras de atención o afecto dirigidas a ella.
4-La persona admirada explica cómo recibe esas muestras de atención o afecto. La persona admirada lee a su vez su carta a su amigo secreto y así va prosiguiéndose el ejercicio.

REFLEXION PERSONAL
PUESTA EN COMÚN DE LA EXPERIENCIA VIVIDA

lunes, 3 de abril de 2000

LOS CIEGOS Y LA LUZ

EVANGELIO EXPLICADO DEL DOMINGO 3 DE ABRIL DEL 2011

En los Evangelios se nos dice que Jesús curó a muchos ciegos. Pero san Juan nos relata una sola curación de esta clase, y lo hace con tanto detenimiento y con tanto lujo de detalles, que fácilmente se puede advertir que tiene un gran interés en destacar este milagro.Una simple lectura del relato -cuando se lee íntegro el capítulo 9 de san Juan- deja ver que el Evangelista no se detiene tanto en el milagro sino que más bien se preocupa por mostrar las distintas reacciones de los hombres ante este hecho de Jesús. De esta manera el acontecimiento se transforma en un gran acto simbólico: un enfrentamiento entre un ciego que ahora ve y reconoce a Jesús como Salvador, y un grupo de hombres muy sabios que dicen que ven, pero en realidad están ciegos porque no alcanzan a ver quién es el que tienen delante.

Como el milagro se produce a partir de un gesto de Jesús y de un lavado con agua, el relato también permite encontrar un simbolismo del bautismo: el hombre cambia después que se ha lavado. Por esta razón la Iglesia proclama este trozo del Evangelio durante el tiempo de Cuaresma, cuando muchos se están preparando para recibir el sacramento del bautismo y todos nos disponemos a renovar nuestras promesas bautismales en la solemne liturgia de la noche de Pascua.

EL CIEGO

La ceguera es una enfermedad que puede Ilegar a ser muy dolorosa para el que la padece. Hoy existen numerosas instituciones que se preocupan de los ciegos, y modernos métodos de rehabilitación consiguen desarrollar otras facultades en los no videntes para que puedan desempeñarse en la vida privada y pública con tanta eficiencia como los que ven. De esta manera deja de ser una enfermedad dolorosa. Pero antes no era así. El hombre que estaba pnvado de la vista quedaba totalmente anulado. No podía trabajar para ganarse su pan y debía vivir de la generosidad de su familia, y si ésta era muy pobre o si no tenía familiares, quedaba obligado a pedir limosna. La vida del ciego era siempre triste y miserable.


Pero además de lo que significaba la pena del ciego por esta forma de vivir, existía otra pena mucho más honda y que para los antiguos era un misteno: era el vivir siempre en la oscuridad. No gozar de la luz, no distinguir los colores.


Hoy relacionamos la luz con el conocimiento, pero para los antiguos, y también para la Biblia, la luz era el signo de la vida. Se decía "la luz de la vida" o "la luz que es la vida". Para ellos los ojos eran como ventanas a través de las cuales entraba la luz en el cuerpo. Y como en un ciego esas ventanas están siempre perfectamente cerradas, sin permitir la entrada de un solo rayo de luz, se imaginaban el cuerpo del ciego como un sepulcro en el que solamente había oscuridad y muerte. La vida y la luz estaban en el exterior y en el cuerpo de aquellos que tenían los ojos abiertos. Por eso algunos decían que la ceguera venia como castigo por algún pecado muy grave.
Se comprende que ei hombre ciego, que no ve qué es lo que tiene delante, que Ileva en su intenor la oscundad y la muerte,que está arrojado en el suelo viviendo de una manera miserable y tnste, es una perfecta imagen del hombre alejado de Dios. En la figura del ciego podemos descubnr al hombre que no tiene fe, que "no ve" y que por lo tanto "no vive".

ME LAVÉ Y AHORA VEO

Jesús tocó a este ciego y luego le ordenó que fuera al estanque del bamo de Siloé. Este nombre suena parecido a la palabra hebrea que se usa para decir "Enviado". Como "el Enviado" es uno de los nombres de Jesús, el Enviado del Padre, san Juan nos Ilama la atención sobre esa coincidencia para hacer resaltar otro simbolismo. El ciego, para comenzar a ver, no tiene que ir a cualquier parte sino solamente a un lugar que se llama como Jesús: "el Enviado".

El ciego se lavó en "el Enviado" y comenzó a ver: ahora distingue los colores, recibe la luz, se puede valer por sí mismo. El cambio es tan grande que todos sus conocidos se dividen en distintos bandos discutiendo si es él o es otro que se le parece.

Así es el bautismo: nos bañamos en Cnsto y todo nuestro ser cambia. Quedamos inundados de luz y de vida, podemos vivir de otra manera, descubrimos un mundo nuevo que antes estaba delante de nosotros y que no podíamos ver. Al recibir la fe y la nueva vida todo cambia.
Como en el caso de la curación del ciego, los que antes conocieron a una persona sin fe, cuando lo ven cambiado porque ha comenzado a vivir su bautismo, se preguntan ¿ es el mismo o es otro que se le parece?

LOS OTROS CIEGOS
Todos no se comportan de la misma forma delante de Jesús.El ciego lo escuchó, se lavó y comenzó a ver. En cambio hay un grupo de personas que se niegan a reconocer al Señor. En el relato del Evangelio estas personas están representadas por los fariseos. Se trata de un partido político-religioso que se caracteriza por su adhesión incondicional a la Ley de Dios y a las Tradiciones recibidas de sus padres. Los fariseos se preocupan por el milagro que ha hecho Jesús, pero no aciertan con lo que es verdaderamente importante. Muches de ellos se detienen en detalles secundanos y no dan el paso definitive que significa aceptar a Jesús. Algunos fariseos protestan porque el milagro fue hecho en dís sábado, y ese día -según la Ley de Dios- está prohibido trabajar. "Este hombre no viene de parte de Dios, dicen, porque no respeta el sábado", y no se dan cuenta de que Jesús, al abrir los ojos de un ciego de nacimiento, les está dando un signo de que El es Dios, y que por lo tanto no está obligado por la Ley.
Otros fariseos se dan cuenta de esto. Ven que un hombre pecador no puede hacer esta clase de milagros. Pero se quedan en esa duda y no van más allá.
Unos y otros retroceden ante la perspectiva de tener que comprometerse con Jesús. Si lo reconocen como Dios tienen que escuchar su voz, obedecerle, cambiar. Ellos se sienten muy seguros de su interpretación de la Ley, y no quieren oír hablar de cambios ni de compromises que impliquen exigencias. Por eso, cuando el ciego les dice. que Jesús es un Profeta, se enojan y lo echan fuera para no tener que escucharlo. Se dan cuenta de que no tienen argumentos para responder, y entonces la solución más fácil para ellos es no escuchar.
El milagro de Jesús tendría que haber provocado admiración,alegría y acción de gracias, como sucede muchas veces en los relatos del Evangelio. Pero en este caso sucede al revés: hay un grupo de personas que se amargan, acusan a Jesús y terminan echando al que recibió el milagro llenándolo de insultos. Con esto demuestran que los verdaderos ciegos son ellos: no ven y no quieren ver, y en esa misma terquedad tienen su castigo porque se pnvan de la alegría. Como los ciegos, viven miserablemente y no permiten que la luz y la vida lleguen a su interior.

VAYAMOS HACIA LA LUZ

Jesús se ha presentado como la Luz del mundo, que ha venido para que ios que estaban ciegos puedan comenzar a ver. Los que viven "en las sombras de la muerte" pueden comenzar a vivir contemplando esta Luz. En la noche de Pascua viviremos esta realidad y la representaremos en una ceremonia plena de simbolismo: en un temple que se encuentra a oscuras entrará el cirio pascual encendido, figura de Cristo resucitado. Al estar en una iglesia oscura, simbolizaremos la situación de todos los hombres que carecen de la luz de la fe. Estaremos como todos aquellos que no han recibido la luz de Cristo, como ciegos que viven en la tiniebia y en la muerte interior. Encender el Cirio, imagen de Cristo resucitado y el templo quedará iluminado, cantaremos "¡La Luz de Cristo! ¡Demos gracias a Dios!", y todos encenderemos nuestras velas en ese Cirio, haciendo nuestra esa nueva luz que expulsa la oscuridad.

Efectivamente, hay muchos hombres que viven penosamente porque les falta la fe. Muchos sufren porque no le encuentran sentido a la vida, otros parecen muy alegres pero en realidad tratan de llenar con diversiones, ruido y placeres un inmenso vacío que sienten en su interior y que nunca se puede satisfacer.
Unos y otros estan muy bien representados en el ciego que pide limosna padeciendo la perpetua tiniebla de su interior. A éstos hoy la Iglesia les anuncia a Cristo como Luz del mundo, que viene a ofrecerles una vida nueva con tal que quieran aceptarlo a Jesús dejándose lavar en las aguas del "Enviado" Pero también muchos de nosotros, habiendo recibido ya el bautismo, vivimos como si todavía fuéramos ciegos. Decimos que tenemos fe, pero esa fe que hemos recibido y proclamado cuando fuimos bautizados ha quedado cubierta por las tinieblas de nuestra pereza. No hemos asumido nuestros compromises y ante los ojos de los que nos ven parece que todavía estamos sin bautizar. A los que continuamos viviendo de esa manera, la Iglesia nos invita a renovar nuestros compromisos bautismales en esta Pascua para que Cristo sea nuestra Luz y nuestra Vida. Cristo es Luz de vida que resplandece delante de todos los hombres. Ante esta luz solamente es ciego aquel que se niega a ver.

VIVIR EN LA LUZ

El Evangelio nos muestra un ciego como figura del hombre que todavía no tiene fe. No es un ciego como lo consideramos hoy, sino como era considerado y como vivía en la antigüedad: un hombre lleno de misenas y sumergido en una perpetua tiniebla de muerte, un hombre incapaz de valerse por sí mismo y dependiendo siempre de la ayuda de los demás. De esta situación de muerte hay que pasar a la vida que ofrece Jesús. Pero a algunos, o tal vez a todos, les resulta un poco vago este "ir a Jesús", "creer en Cristo". ¿Podríamos ser un poco más concretos?
Decimos que Cnsto es una Luz que brilla delante de todos, aún de los ciegos, y que todos pueden verla si no se niegan a creer. Efectivamente, se trata de reconocerse ciego y mirar hacia aquel que nos puede curar. Ver a Jesús significa -ante todo-aceptar que Él es el que en su misma persona nos revela a Dios Padre, y por eso es el único que nos puede sacar de nuestra situación de tiniebla, tnsteza, muerte, incapacidad. Cada ser humano se pregunta: ¿Qué soy? ¿Para qué estoy en el mundo?¿Hacia dónde voy? Ese misterio del ser humano se ilumina cuando Cristo se hace presente como el Hijo de Dios y nos revela lo que es verdaderamente el hombre y hacia dónde nos conduce el plan de Dios.
Hay que mirar para descubrirlo también en todo lo que nos rodea: descubrir la presencia de Cristo en las cosas que suceden a nuestro alrededor. El Señor ordena todo para bien; hay que mirar atentamente.


Pero también está presente Cnsto de una manera oculta en todos los hombres. Al hacerse hombre, Jesús se ha unido con todos los seres humanos. La Iglesia nos invita constantemente a descubrir la presencia de Cristo en todos, principalmente en los más débiles, en los más necesitados, en los que sufren, en los que son despreciados. Abramos también nuestros ojos para encontrar a Cristo. Como dijo el Papa Pablo VI, "en el rostro de cada hombre, especialmente si se ha hecho transparente por sus lágrimas y por sus dolores, podemos y debemos reconocer el rostro de Cristo"
Con mayor luminosidad todavía Cristo se nos hace presente en la Iglesia. Cuando la Iglesia nos habla por boca de sus pastores, cuando nos lee y nos explica el Evangelio, cuando nos señala el camino que tenemos que seguir, ahi esta Cristo. Pero sobre todo cuando se reúne la comunidad y se celebran los Sacramentos: es Cristo el que nos reúne y se hace presente para darnos nueva vida, para fortalecernos uniéndonos con Él. Hay una presencia especial, de Cnsto en la celebración de la Eucaristía: bajo las apariencias del pan y del vino está Él realmente presente y sólo se descubre ante los ojos que saben mirar con fe. Está allí presente para alimentar y dar fuerza a todos los que se sienten débiles y -como los ciegos- incapaces para obrar. Nuestra fe quedaría como muerta si después de haber descubierto a Cristo presente de tantas maneras no se expresara en una nueva forma de vivir. Que en esta Pascua, al renovar nuestros  compromisos adquiridos en el bautismo, se produzca nuestra transformación. Que comencemos a actuar de una manera distinta, para que cuando nos vean nuestros conocidos, se pregunten como los amigos del ciego: ¿pero es él, o es otro que se le parece?