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viernes, 27 de marzo de 2015

DOMINGO DE RAMOS 2015


Evangelio     Mc 14, 1—15, 47

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte
C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían:
S. “No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo”.
Ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. “¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres”.
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
+. “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden hacerles el bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo”.
Prometieron a Judas Iscariote darle dinero
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?
C. El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”.
c. Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
+. “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?”. Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo
C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:
+. “Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo”.
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. “¿Seré yo?”.
C. Él les respondió:
+. “Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquél por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”.
Esto es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre, la Sangre de la alianza.
C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+. “Tomen, esto es mi Cuerpo”.
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
+. “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
Antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces
C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:
+.“Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea”.
C. Pedro le dijo:
+. “Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré”.
C. Jesús le respondió:
+. “Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces”.
C. Pero él insistía:
+. “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”.
C. Y todos decían lo mismo.
Comenzó a sentir temor y a angustiarse
C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
+. “Quédense aquí, mientras yo voy a orar”.
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
+. “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando”.
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
+. “Abbá –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
+. “Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+. “Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”.
Deténganlo y llévenlo bien custodiado
C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. “Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado”.
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo:
S. “Maestro”.
C. Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
+. “Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras”.
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?
C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
S. “Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre’”.
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. “¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan contra ti?”.
C. Él permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. “¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?”.
C. Jesús respondió:
+. “Sí, yo lo soy: y ustedes verán ‘al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo’”.
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?”.
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. “¡Profetiza!”.
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
Se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando
C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. “Tú también estabas con Jesús, el Nazareno”.
C. Él lo negó, diciendo:
S. “No sé nada; no entiendo de qué estás hablando”.
C. Luego salió al vestíbulo y en ese momento cantó el gallo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. “Este es uno de ellos”.
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. “Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo”.
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces”. Y se puso a llorar.
¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?
C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste lo interrogó:
S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
C. Jesús le respondió:
+. “Tú lo dices”.
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. “¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!”.
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. “¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?”.
C. Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. “¿Qué quieren que haga, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?”.
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. “¡Crucifícalo!”.
C. Pilato les dijo:
S. “¿Qué mal ha hecho?”.
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. “¡Crucifícalo!”.
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Hicieron una corona de espinas y se la colocaron
C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. “¡Salud, rey de los judíos!”.
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota y lo crucificaron
C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: “Lugar del Cráneo”. Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados “se repartieron sus vestiduras, sorteándolas” para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: “El rey de los judíos”. Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo
C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. “¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!”.
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!”.
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
Jesús dando un gran grito, expiró
C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:
+. “Eloi, Eloi, lemá sabactaní”.
C. Que significa:
+. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. “Está llamando a Elías”.
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. “Vamos a ver si Elías viene a bajarlo”.
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan, y se hace un breve silencio de adoración
C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó:
S. “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!”.
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
José hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro
C. Era un día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea –miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios– tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.

miércoles, 18 de marzo de 2015

LA MUERTE DEL GRANO DE TRIGO



EVANGELIO DEL DOMINGO 22 DE MARZO DEL 2015

San Juan 12, 20-33 

En aquel tiempo, entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús contestó: «Ha llegado la hora en que Dios va a glorificar al Hijo del hombre. Yo les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. Quien aprecia su vida terrena, la perderá; en cambio, quien sepa desprenderse de ella, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquél que me sirva será honrado por mi Padre. Me encuentro profundamente angustiado; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre».Entonces se oyó esta voz venida del cielo: Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: Le ha hablado un ángel. Jesús explicó: Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por ustedes. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir. 

LA HORA DE LA GLORIA 
Jesús comienza diciendo:” ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado”
Con el nombre de 'gloria de Dios' se designa en la Biblia el resplandor con el que Dios manifiesta su presencia. Dios se hace presente por sus actos, por la creación y por todo aquello que acompaña sus manifestaciones (la luz, el ruido, la nube...). Dios manifiesta su gloria, al mismo tiempo que se oculta detrás de ella. Los seres humanos no pueden ver a Dios. Sólo perciben su gloria. Cuando Jesús dice que va a ser glorificado por el Padre, está indicando el cambio que se dará en su humanidad. Desde toda la eternidad El tenía la gloria junto al Padre, pero asumió una condición humana semejante a cualquier otro ser humano, hasta el punto de que también pudo padecer y morir. 
Pero después de su muerte, también en su cuerpo se manifestará su condición divina. Jesucristo, siendo verdadero hombre, tendrá el resplandor que le corresponde como Hijo de Dios igual al Padre. Jesús había dicho que cuando llegará esta hora, El se convertiría en el centro hacia el que serían atraídos todos los hombres. Por eso en ese momento en que los judíos lo están aclamando como su rey y los griegos se acercan para conocerlo, Jesús tiene la señal dada por el Padre de que ha llegado la hora tan esperada. De una manera simbólica, pero también real, se percibe que Cristo es el centro hacia el cual confluyen todos los hombres. Lo único que falta ahora es dar definitivamente ese paso subiendo a la cruz para resucitar gloriosamente. Ha llegado la hora de la gloria. 
LA PARÁBOLA DEL GRANO DE TRIGO
Con tres parábolas muy breves, Jesús va a explicar a los discípulos que lo rodean cuál es el sentido de ese paso por la muerte hacia la gloria. La primera de ellas es la del grano de trigo que muere. Algunos podrían haber pensado que era mucho mejor que Cristo se quedara para siempre entre nosotros sin morir. Todos los discípulos se escandalizaron al ver a Cristo crucificado porque para ellos esto era un fracaso. Por medio de una parábola muy simple Jesús dice a todos que la muerte es un fracaso sólo en apariencia. 
Vean lo que sucede cuando se echa un grano de trigo en la tierra. Ese grano muere, se pudre, pero de él surge una planta que crece y luego puede dar muchos granos más. 
Al contrario, el fracaso seria que el grano de trigo no muriera. El grano de trigo que no se pudre en la tierra queda solo, no se convierte en planta ni puede dar fruto. Así como es necesario que el grano de trigo muera para poder vivir, de la misma manera es necesario que Cristo pase por la dura y amarga experiencia de la muerte para poder dar vida a todos los que creen en él. La muerte de Jesús en la cruz ha cambiado esa espantosa realidad de la muerte. Lo que hasta entonces no era más que fracaso y pérdida, gracias a la pasión del Señor se ha convertido en el comienzo de la verdadera vida. Al morir, Cristo ha llegado a ser el Señor que da la vida a todos los creyentes. Él entró en la gloria para que la muerte de los cristianos pueda llegar a ser también un paso a la vida eterna. Como decimos en un hermoso texto de la Misa que celebramos en el tiempo de Pascua: Con su muerte venció, la muerte, y resucitando nos dio la vida eterna. 
El sepulcro de Cristo, así como la tumba de los cristianos, no es un monumento que encierra una destrucción definitiva. La muerte de Cristo es como la muerte del grano de trigo: de esa muerte nació la vida. Lo mismo tenemos que pensar de la muerte de los creyentes en Cristo: la muerte y la sepultura son signos de la esperanza de una feliz resurrección.

AMAR LA VIDA Y ODIAR LA VIDA
La segunda parábola que pronuncia Jesús es más difícil de entender. Nos dice que quien 'tiene apego a la vida' la perderá, y que el que 'no tiene apego' a su vida la conservará. En la lengua griega, en la que fue escrito el evangelio, se dice con palabras más duras: en griego dice textualmente 'el que ama' o 'el que odia la vida'. Es necesario explicar el sentido que tienen estas expresiones. 
En la forma de hablar de los semitas, se dice que amar esta vida es lo mismo que perderla para indicar que quien se aferra más a la vida que a otra cosa, terminará perdiendo la misma vida que quiere defender. En este caso, y en continuidad con lo dicho sobre el grano de trigo, quien se resista a morir no podrá alcanzar la verdadera vida. Igualmente se habla también de 'odiar' esta vida. Por supuesto que no podemos 'odiar' la vida. Esto solamente lo pueden afirmar aquellas personas que por una grave dificultad en su vida se encuentran en un momento de amargura atroz. Cuando los orientales dicen 'odiar', como sucede en este caso, quieren decir "amar menos en comparación con otra cosa". Entonces esto significa que quien busca los verdaderos valores tiene todas las demás cosas, incluso la vida, como secundarias. Ama menos la vida terrenal. 
Se presentan entonces dos actitudes ante la vida: algunos no quieren dejar nada de lo que tienen. Aman esta vida terrenal y todo lo que en ella se puede poseer y gozar; y estén apegados de tal manera que no consideran otros valores, prefieren quedarse solos antes que dar fruto. Los que viven así, son los que no pueden ganar la vida eterna. Aman desordenadamente esta vida terrenal y no dejan ningún lugar para la vida eterna.
En cambio hay otros que descubren que la verdadera vida exige morir, y por amor a la verdadera vida no temen arriesgar e incluso perder todo lo que tienen y pueden gozar en este mundo. Como el grano de trigo, como Cristo, saben morir para poder seguir viviendo. 


LA PARÁBOLA DEL SERVIDOR 
La tercera parábola nos habla de un servidor que tiene que seguir a Cristo para poder estar donde El esta. Servir y seguir son dos palabras que se usan frecuentemente para decir que se es discípulo. Indican aspectos de la vida de un discípulo: se sirve al Señor y se sigue al Señor. Servir quiere decir que se asume una actividad, se realiza algo por encargo del Señor. El que sirve no está de brazos cruzados sino actuando. 
Servir significa también rendirle culto: reconocerlo, proclamarlo, amarlo y obedecerlo como Hijo de Dios. El culto se expresa en los actos que celebramos en la Iglesia junto con los demás cristianos, pero también en nuestra oración privada y en la vida diaria, ya que toda nuestra vida tiene que ser un acto de culto al Señor. Cuando decimos que "seguimos a Cristo" queremos decir que nos comportamos ante Él como discípulos ante un maestro: lo escuchamos, aprendemos de Él y tratamos de imitarlo en toda nuestra vida. 
Él, con su enseñanza y con su gracia nos va transformando en su propia imagen, para que reflejemos los rasgos de hijo de Dios tanto por lo que somos como por lo que hacemos. Jesús nos dice que sirviéndolo y siguiéndolo llegaremos a estar donde El está. Nos ha hablado de morir como el grano de trigo y de no apegamos a esta vida, y ahora nos dice claramente cuál es el final de este camino de renuncia y muerte. Nos dice que llegaremos a estar donde está Él. Es decir, nos promete participar de su misma gloria junto al Padre. Efectivamente, termina diciendo que sus servidores serán honrados por el mismo Dios, así como El será glorificado por el Padre al llegar a la cruz. Las últimas palabras de este breve discurso de Jesús terminan en el mismo punto donde éste comienza: en la gloria de Jesús. Jesús va a ser glorificado por su Padre porque obedientemente se hace solidario con los hombres hasta las últimas consecuencias: hasta la cruz, pero no va solo hacia la gloria sino que va acompañado por todos aquellos que por ser sus discípulos saben servirlo y seguirlo. Éstos también participarán de la gloria de la resurrección.

MORIR CON CRISTO 
La Semana Santa nos llama a morir con Cristo para que podamos resucitar con Él. Él es el verdadero grano de trigo que nos ensena y nos da la posibilidad de ser nosotros también granos de trigo. Para poder morir con Cristo tenemos que apegarnos a la verdadera vida, de tal manera que amemos menos esta vida que ahora estamos viviendo. Valoremos la vida eterna, y no temamos perder todo aquello que puede ser un obstáculo para llegar a estar donde esta Jesús. Algunos se privan de muchas cosas, renuncian a muchos valores y hasta exponen su vida por un premio que dura poco. Lo hacen por obtener un premio deportivo, o un aplauso por una actuación artística. Los mejor intencionados lo hacen por la política o por el bien de la sociedad. Los delincuentes se privan también de muchas cosas y ponen en peligro su vida para obtener ganancias ilícitas. A nosotros Cristo nos llama a morir para obtener la vida que no se acaba. Morir con Cristo significa en primer lugar hacer desaparecer de nosotros todo lo que pertenece al hombre pecador y que ya ha muerto con Cristo en la cruz. A esta muerte la Iglesia la llama 'penitencia', 'conversión', 'cambiar de vida' o 'cambiar de mentalidad'. 
Es una muerte dolorosa que se va sufriendo día a día, para que a medida que muere este hombre pecador vaya apareciendo en nosotros el hombre resucitado, la nueva vida que nos da Cristo salido del sepulcro. Morir con Cristo significa también morir a nosotros mismos para vivir para los demás. Así como Cristo en la cruz, y junto con El, nos entregamos totalmente en una actitud de servicio al Padre y a todos nuestros hermanos. 
Cuando se trata de servir, pensar siempre primero en los demás, y en último lugar en nuestro interés. Morir con Cristo significa que debemos amar de tal manera la vida, que por alcanzar una vida que no se acaba no tengamos ningún temor en arriesgar y perder todo lo que se acaba. 
Morir con Cristo significa amar de tal manera a todos los hermanos, que consideremos preferible perderlo todo, también nuestra propia vida, para dar fruto y no quedarnos solos.
Morir con Cristo significa que tenernos que mirar con serenidad el memento de nuestra propia muerte y la de los seres que nos rodean. Sabemos que a pesar del dolor de la separación la muerte no es destrucción total sino encuentro con el Padre, es una participación de la resurrección de Jesús que alcanzará su plenitud cuando nosotros mismos seamos resucitados por el poder de Cristo. 
Morir con Cristo significa que no debemos considerar la muerte como una caída en una oscuridad total y en una perdición definitiva, sino como un entregarse en las manos amorosas del Padre que nos recibe y nos hace entrar en la vida eterna. 
En esta Semana Santa, junto a la cruz y al sepulcro de Jesús aprendamos que por Cristo la muerte está siempre unida a una esperanza de vida y resurrección. No temamos morir cada día para que podamos vivir eternamente con El.

BUENO AIRES MARZO 2015 .- Actividades del P. Bradley sj

El Cronograma de Actividades es la siguiente:

Miércoles 18/03  -   18/19 hs. :       ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO (en la Capilla Doméstica)

Jueves  19/03       -  19/20,30 hs. :    TALLER  I.a: “LOS MANIPULADORES” : 
                                                           La franja insana de la personalidad.

Viernes 20/03   -    19/20,30 hs :       TALLER  I.b: “LOS MANIPULADORES” : 
                                                            Aspecto psico-emocional.


Miércoles 25/03 -   18/19 hs. :         ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO (en la Capilla Doméstica)

Jueves  26/03  -     19/20,30 hs. :      TALLER  II.a: “LOS MANIPULADORES” : 
                                                           Aspecto Jurídico y Moral

Viernes 27/03   -  19/20,30 hs. :      TALLER II.b : “LOS MANIPULADORES”:
                                                         Aspecto Jurídico y Moral

NOTA : Para participar de los Talleres II.a y b, es imprescindible haber asistido a los Talleres I.a y b.
             No es necesario efectuar inscripción previa.

Colaboración voluntaria: Sugerida $150 por clase. ( Por favor abonar con cambio)

Para consultas en general dirigirse a través de nuestro Correo:                                  centroamarservir@gmail.com



LUGAR DE LOS TALLERES: Colegio del Salvador : Av. Callao 542