EVANGELIO DEL DOMINGO 28 DE AGOSTO DEL 2011
Mateo 16, 21-27
UN CAMINO DIFÍCIL
Este trozo del Evangelio según San Mateo nos relata un incidente sucedido en el momento que Jesús anunció por primera vez a los discípulos que el viaje hacia Jerusalén debía culminar con la pasión, la muerte y la resurrección.
Hasta ese momento eran muchos los que seguían a Jesús, y cada día aumentaba el número de los discípulos. No era para menos: el Señor anunciaba que el Reino de los Cielos estaba por manifestarse, hacia milagros, trataba con amor a todos, incluso a los más pecadores y se rodeaba de todos los pobres y menospreciados.
Algunos lo seguían por razones políticas: entendían que el Reino que anunciaba Jesús era un nuevo gobierno que desplazaría a los romanos, que en ese momento eran invasores de Judea y mantenían oprimido al pueblo. Los que se consideraban discípulos de Jesús por este motivo estaban dispuestos a formar un ejército o a apoyar un golpe violento para poder expulsar a los odiados romanos. Entre éstos que seguían a Jesús esperando el cambio de gobierno, no faltaban los que alimentaban la esperanza de conseguir un puesto de honor y de importancia en el reino que se iba a manifestar cuando Jesús triunfara.
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