DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DEL 2013
HOLA
A TODOS LOS AMIGOS DE ESTE CENTRO, LA
IGLESIA HA ELEGIDO ESTE TEXTO PARA QUE SEA PROCLAMADO EN LA FESTIVIDAD
DE CRISTO REY. EN EL DÍA EN QUE CONTEMPLAMOS EL SUPREMO DOMINIO DE
CRISTO SOBRE TODO LO CREADO LEEMOS ESTA PÁGINA EN LA QUE SE PROCLAMA QUE
LA DIGNIDAD DE CRISTO RECUBRE A QUIENES SON MENOS IMPORTANTES ANTE LOS
OJOS DEL MUNDO. QUIENES HOY PROCLAMAMOS QUE ACEPTAMOS ESTE DOMINIO DE
CRISTO SOBRE TODOS NOSOTROS, DEBEMOS RECORDAR QUE SEREMOS JUZGADOS POR
LA MANERA EN QUE HAYAMOS RECONOCIDO Y REVERENCIADO ESA DIGNIDAD CADA VEZ
QUE NOS ENCONTRAMOS CON EL POBRE.
EVANGELIO
Mt 25, 31-46
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús
dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria
rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las
naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de
otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a
aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a
los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en
herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron
de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me
vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". Los
justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos
de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y
te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y
fluimos a verte?". Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez
que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron
conmigo". Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos;
vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me
dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no
me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron". Éstos, a su vez, le
preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o
desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?". Y él les
responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo". Éstos irán al
castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.
CRISTO REY
El
año litúrgico concluye en este domingo, con una solemnidad dedicada a
Cristo como Rey del universo. Después de haber recorrido el desarrollo
de la historia de la salvación a través de todas las celebraciones que
tuvieron lugar en el transcurso del año, en este último domingo
contemplamos a Cristo que volverá lleno de gloria, constituido como
Señor de cielos y tierra, como lo confesamos en el Credo. Se proclama
este texto que está tomado del Evangelio de san Mateo, en el que se nos
presenta el cuadro del juicio final. En este caso ya no es el Señor que
nos habla desde el tiempo de su peregrinación terrenal, sino el Cristo
glorioso que vendrá al final de los tiempos. Ya no aparece como el
Cristo terrenal que va poniendo los cimientos del Reino, sino como el
Rey que viene con todo el esplendor de su majestad y va a dictar
justicia desde su trono. En ese momento hará la separación entre los que
van a participar de su Reino y los que quedarán afuera.
RECONOCER A JESÚS EN LOS HERMANOS
El
evangelio de san Mateo concluye el último de sus discursos con esta
Impresionante descripción del juicio final. Después de haber mostrado en
una serie de parábolas la forma en que los discípulos deben permanecer
en vigilancia hasta la venida gloriosa de Cristo (parábolas del
mayordomo; de las muchachas prudentes y las muchachas necias; de los
talentos), la instrucción se termina con un gran cuadro donde se
representa el juicio que el Cristo glorioso hará sobre todas las
naciones. Se trata de un texto de carácter didáctico, en el que sin
dificultad se descubre la intención del relator. No se pretende hacer
una descripción cuidadosa de lo que será el juicio final, sino que se
centraliza la atención sobre un solo tema, que es el que se quiere
grabar en la mente de los lectores: el cumplimiento de ciertas obras con
el prójimo, aquellas que nosotros llamamos "obras de misericordia"
De
entrada, se presenta al Cristo glorioso que vuelve como rey y juez: se
habla de venida gloriosa, de cortejo de ángeles, de trono también
glorioso, se le da el título de rey. Por eso Se elige este texto para
esta fiesta. La presentación responde a lo que los judíos pensaban sobre
el Hijo del hombre, el personaje celestial que Dios enviaría al final
de los tiempos, que llegaría sobre las nubes del cielo para instaurar el
Reino de Dios y juzgar a justos y culpables dando a cada uno lo que
merecían sus obras. Los lectores del evangelio comprenden que se trata
de una nueva venida de Jesús, no en la humildad de la carne para
padecer, sino en la gloria para juzgar y reinar. Se dice también que
todas las naciones se reúnen delante de él. También se pensaba que el
Hijo del hombre juzgaría a los paganos. Pero los libros de la época
insisten más bien en que el juicio contra las naciones será muy severo
porque se las juzgará por sus pecados y sobre todo por los atropellos
cometidos contra Israel.
En
este punto comienza lo novedoso de la predicación de Jesús: el juicio
no se hará por el trato dado a Israel sino por el comportamiento que se
ha tenido con el mismo Cristo.
CRISTO Y LOS PEQUENOS
El
Señor es comparado con un pastor que separa las ovejas de los cabritos.
La figura de Dios como pastor es frecuente en los profetas.
Generalmente se la utiliza para hablar del cuidado y la bondad que Dios
muestra a su pueblo, como aparece en el texto del profeta Ezequiel que
se ha proclamado como primera lectura. Pero el mismo profeta Ezequiel
dice, en otro momento, que este Dios, que es Pastor, juzgará a las
ovejas y a los cabritos. La parábola, entonces, añade el título de
Pastor a los ya mencionados de Rey y de Juez.
Cristo
comienza llamando a los que son destinados a heredar el Reino, no en su
etapa incipiente en este mundo, sino en la forma de su consumación
final. Pronuncia la sentencia favorable e inmediatamente pasa a dar las
razones por las que han merecido esta suerte. Se describe el trato
misericordioso que han tenido con el mismo Cristo cuando este se hallaba
necesitado. Le dieron lo que le faltaba cuando estaba con hambre, con
sed o desnudo; lo recibieron cuando era extranjero o forastero, es decir
cuando no tenia domicilio ni derechos en el lugar; lo asistieron cuando
estaba enfermo o preso. Ante esta afirmación, los que reciben el Reino
responden con una pregunta: ¿Cuándo han visto a Cristo en estas
situaciones? Por lo que se puede ver, ninguno es consciente de haber
asistido a Cristo, y sin embargo el Señor los premia por haberlo hecho.
El mismo Juez se encarga de explicarles el misterio: asistieron a Cristo
cada vez que lo hicieron con uno de sus hermanos más pequeños. Hermanos
de Jesús y pequeños son dos nombres que los cristianos, los discípulos
del Señor, tienen en el evangelio de san Mateo. Con estos dos nombres
muestran la gran dignidad con que se recubren los que siguen a Cristo, y
al mismo tiempo la condición primera que hay que cumplir para poder ser
discípulos: la pequeñez, la pobreza interior, la humildad.
En este texto del juicio, a esta cualidad de la pequeñez se le añade
algo más: la circunstancia de estar en una grave necesidad. Así como en
otra página del Evangelio se ha dicho que quien aspire a ser el mayor
debe asimilarse a Cristo haciéndose servidor de todos y dando la vida
por los demás, ahora se dice que es Cristo quien se asimila a sus
discípulos cuando estos se encuentran padeciendo graves necesidades por
la miseria, la enfermedad, la cárcel... Pero lo más sorprendente de las
palabras del evangelio es que Jesús se está dirigiendo a todas las
naciones, y no hay indicios de que se esté tratando de la situación de
los cristianos dispersos por el mundo, sino más bien de todos los
menesterosos, sin diferencia de origen y de religión.
Jesús
se solidariza con estos necesitados hasta el punto de que se considera
como hecho a él mismo todo lo que se haga a quienes se encuentran en
estas situaciones, aunque no sean cristianos.
LOS REPROBADOS
La descripción del juicio continúa con las palabras dirigidas a los que
son destinados a la condenación eterna. También a ellos se les dan las
razones de tan grave castigo. Es porque no hicieron ninguna de las obras
que a los otros les alcanzaron el premio: no asistieron a Cristo en su
necesidad. También los réprobos preguntan, ya que no son conscientes de
haber dejado sin ayudar al Señor en ningún memento. Y también a estos se
les responde que no sirvieron a Cristo cada vez que dejaron sin ayuda a
alguien que estaba en la necesidad. El detalle de los motives de la
condena nos hace ver que la dignidad de los necesitados es algo mayor
que lo que parecía a primera vista. Si solamente se hubiera hablado del
premio a los que practicaron las obras de misericordia, podríamos haber
pensado que Dios, en su bondad, quiso añadir un premio tan grande a esas
obras porque él se ocultaba bajo el aspecto de un pobre, como se cuenta
en las historias de algunos santos. Pero al decir que los que no las
practicaron son condenados porque dejaron de hacérselas a Cristo, esto
implica que el que pecó tiene que haber sido consciente de estar
ofendiendo a esa suprema dignidad, porque nadie puede ser castigado por
faltas cometidas inconscientemente.
La
solidaridad de Cristo con los que padecen necesidad se extiende hasta
el punto de que el pobre, el hambriento, el enfermo, el carente de
derechos, el menospreciado, son personas que han quedado recubiertas con
la dignidad de Cristo. La condición de pobre ha quedado tan enaltecida
por Cristo, que se hizo pobre por nosotros, que en cualquier lugar en
que haya un hombre pobre, allí está presente el Señor de una manera
misteriosa
SERVIR A CRISTO
Cuando
se pronuncia la sentencia contra los réprobos, se dice que es porque no
sirvieron a Cristo atendiéndolo en la persona de los necesitados.
Servir al Señor es también una expresión bíblica para decir que se es
religioso. En el Antiguo Testamento ya se decía que se servía al Señor
practicando el culto, celebrando las ceremonias y las festividades. El
evangelio también trae una novedad en este sentido: el Señor quiere ser
servido en la persona de nuestros hermanos, y sobre todo en la persona
de los más pobres. Los gestos de adoración, de veneración, de amor y
respeto que hacemos cuando celebramos la liturgia, no deben quedar
aislados en el ámbito del templo. Por el contrario, deben extenderse a
todos los lugares donde sabemos que está presente el Señor. Los gestos
de nuestra devoción deben dirigirse al Señor también a través del
servicio a todo hombre, y principalmente a aquellos que experimentan las
carencias más graves y más urgentes. No se trata de oponer una forma de
servicio a otra, ni de optar entre la liturgia y el servicio al
prójimo. El mismo Señor que ha establecido una es el que nos ha ordenado
hacer también lo otro. Debemos buscar la manera de ofrecer a Dios un
culto integral. Finalmente, conviene reiterar que el texto de la
descripción del juicio final es un texto didáctico. Pretende instruirnos
acerca de un aspecto de la vida cristiana, sin ocuparse de otros. No se
dice nada, por ejemplo, de la necesidad de la fe para alcanzar la
salvación. Se cometería un grave error si se absolutizara este texto y,
prescindiendo de otros textos igualmente importantes, se dijera que toda
la vida cristiana se puede circunscribir sola y exclusivamente a la
atención de los necesitados.
La
Iglesia ha elegido este texto para que sea proclamado en la festividad
de Cristo Rey. En el día en que contemplamos el supremo dominio de
Cristo sobre todo lo creado leemos esta página en la que se proclama que
la dignidad de Cristo recubre a quienes son menos importantes ante los
ojos del mundo. Quienes hoy proclamamos que aceptamos este dominio de
Cristo sobre todos nosotros, debemos recordar que seremos juzgados por
la manera en que hayamos reconocido y reverenciado esa dignidad cada vez
que nos encontramos con el pobre.
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