San Ignacio de Loyola nació en la casa de Loyola, en el municipio de Azpeitia, provincia de Guipúzcoa (España) el 24 de diciembre de 1491, y falleció en Roma (Italia) el 31 de julio de 1556.
Su nombre era Íñigo López de Loyola, pero comenzó a usar la versión en latín de Íñigo, Ignatius, cuando se graduó de Magister.
Origen
Era el menor de los varones de trece hermanos. A la muerte de su madre, su padre, que era el señor de Loyola, le envía con el Contador Mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar, a Arévalo (provincia de Ávila), donde pasó al menos once años, hasta 1517, realizando frecuentes viajes a Valladolid y manteniéndose siempre muy cerca de la Corte, ya que su protector era Consejero Real además de Contador.
En este tiempo aprendió el dominio de las armas, a la vez que cultivó la lectura y la escritura.
Cuando Velázquez de Cuéllar muere, su viuda, María de Velasco, manda a Íñigo a servir al duque de Nájera, Antonio Manrique de Lara, que era virrey de Navarra, interviniendo en varios conflictos bélicos. Sufre una herida de guerra en 1521, en Pamplona, y durante su convalecencia lee los libros la vida de Cristo, del cartujo Ludolfo de Sajonia, y el Flos Sanctorum, que hacen mella en él. Bajo la influencia de esos libros se replantea toda la vida y hace autocrítica de su vida como soldado. Como dice su autobiografía:
"Y cobrada no poco lumbre de aquesta leción, comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en quánta necesidad tenía de hacer penitencia della. Y aquí se le ofrecían los deseos de imitar los santos, no mirando más circunstancias que prometerse así con la gracia de Dios de hacerlo como ellos lo habían hecho. Mas todo lo que deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Hierusalem, como arriba es dicho, con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer."
Este deseo se ve acrecentado por una visión de la Virgen con el Niño Jesús, que provoca la definitiva conversión del soldado en religioso.
Vocación religiosa
En Barcelona se hospeda en el Monasterio de Montserrat, donde colgó su uniforme militar frente a la imagen de la Virgen, abandonandolo con harapos y descalzo. De esa forma llega a Manresa, donde permanecerá por diez meses. En este período vive en una cueva en donde medita y ayuna. De esta experiencia nacen los Ejercicios Espirituales, que serán editados en 1548 y son la base de la filosofía ignaciana.
En Manresa se produce el cambio drástico de su vida, cambiar el ideal del peregrino solitario por el de trabajar en bien de las almas, con compañeros que quisiesen seguirle en la empresa.
Llega a Roma y posteriormente, en 1523, a Jerusalén, de donde tiene que volver a Barcelona.
Su amiga Isabel Roser le aconseja que inicie estudios. Aprende latín y se inscribe en la universidad. Estudia en Alcalá de Henares desde 1526 a 1527; vivió y trabajó en el Hospital de Antezana como enfermero y cocinero para los enfermos. Posteriormente se trasladó a Salamanca, y más tarde a París.
Fundación de la Compañía de Jesús
En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola se incorpora al Colegio de Santa Bárbara -dependiente de la Universidad de París- y comparte cuarto con Pedro Fabro y San Francisco Javier. Los tres se convirtieron en amigos inseparables. En 1533 llegaron a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de Ignacio. El 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Virgen, los siete se dirigieron a la capilla de los Mártires, en la colina de Montmartre, donde pronunciaron sus votos y nació la Compañía de Jesús. El 27 de septiembre de 1540, el Papa Pablo III reconoció la orden y firmó la bula de confirmación conocida por sus primeras palabras:Regimini militantis Ecclesiae.
Superior General de los Jesuitas
Ignacio fue elegido Superior General de la Compañía de Jesús. Envió a sus compañeros como misioneros por Europa para crear colegios, universidades y seminarios. En 1548 sus Ejercicios Espirituales fueron finalmente impresos, y escribió las Constituciones Jesuitas, adoptadas en 1554.
Muere el 31 de julio de 1556, en el transcurso de una enfermedad en su celda de la sede de los Jesuitas en Roma.
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