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lunes, 15 de mayo de 2000

LA PUERTA Y LOS PASTORES

Evangelio del Domingo 15 de mayo del 2011 (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños»
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

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En el capítulo 10 del evangelio de san Juan se encuentra la comparación del pastor. Es un discurso que sigue, sin ninguna separación, al relato de la curación del ciego de nacimiento. En este capítulo se mezclan distintas comparaciones referentes al mismo tema. Se advierte con facilidad que en un memento Jesús se compara con la puerta por la que entra el pastor, en otro con la puerta de las ovejas; más adelante se compara también con el pastor. Los comentaristas opinan que el autor del evangelio, para componer este trozo, se ha valido de elementos de distintos discursos, o de distintos borradores de un mismo discurso. Esto explicaría estas irregularidades, que para los judíos no eran tales, ya que ellos pensaban con una lógica distinta de la nuestra. La liturgia ha escogido como lectura para este año el primer fragmento del discurso, en el que Jesús se compara con la puerta por la que entra el pastor y la puerta por la que entran y salen las ovejas. Se deja para otro año el trozo en el que Jesús se identifica como el pastor. Tratemos de comprender estos aspectos de la enseñanza, teniendo en cuenta que en este domingo se reza especialmente por las vocaciones, es decir, por los que han sido llamados para ser pastores del pueblo de Dios.
 LA PUERTA DEL PASTOR
 La comparación que propone Jesús es la de un corral en el que hay muchas ovejas pertenecientes a distintos pastores. Se supone entonces que es un lugar donde varios dueños de ovejas reúnen a sus rebaños para que pasen la noche al abrigo de las inclemencias del tiempo y estén protegidos de ladrones y fieras. Al llegar la mañana cada pastor va a retirar sus propias ovejas. El pastor las llama con los nombres cariñosos que le ha puesto a cada una de las suyas, y ellas lo reconocen por la voz, por sus gritos y sus silbidos. Cada rebaño sigue confiadamente a su pastor, y éste las conduce a lugares donde encontrarán alimento y no temerán ningún peligro. La comparación alude también a otra persona que está interesada por las ovejas. Es el ladrón y criminal que viene para robar y matar. Lo que permite identificar a primera vista a pasturas y ladrones es la forma de acercarse a las ovejas. Los pastores vienen a plena luz, por la puerta. En cambio los ladrones vienen en las sombras y saltando por la pared, por donde no pueden ser vistos.
 JESÚS ES LA PUERTA DEL PASTOR
 Con esta comparación Jesús nos dice que hay una sola forma de ser pastor en su Iglesia: entrando a través del mismo Jesús. Él es la puerta por la que pasa el pastor. Todo aquel que no entre por esa puerta es un ladrón y asesino, que viene para robar y destruir. A los verdaderos pastores, los que entran por la puerta que es Cristo, se los reconoce por la voz. Es decir, por lo que dicen y cómo lo dicen. Ellos nos tienen que hablar como nos habla Jesús, y nos tienen que hablar solamente de lo que ensenó Jesús. Los fieles cristianos deben reconocer la voz de esos pastores, y deben seguirlos confiadamente. Pero si aparece otro que se hace llamar pastor de la Iglesia, pero no nos habla como Jesús, ni nos ensena las cosas que Jesús enseñó, seguramente que éste es alguien que viene para destruir. A ese falso pastor no se lo debe seguir. Como nos dice el Señor en la comparación, hay que huir de él. Además, los pastores que entran por la puerta tratan a las ovejas como el verdadero pastor. Los pastores de la Iglesia que son enviados por Jesús se deben parecer a Jesús por la dedicación y por el cariño que muestran hacia todos los cristianos. La comparación dice que conducen a las ovejas, van delante de ellas y todas lo siguen. En los pastores que están siempre junto a los cristianos reconocemos la presencia del mismo Jesús. A través de ellos Él se hace presente para salvar: conduce con la palabra que se predica, da vida por medio de los sacramentos, instruye por medio del ejemplo de su vida, consuela en los momentos de dolor por la presencia fraternal, ayuda a superar las dificultades y además anima, fortalece y estimula para que entre todos hagamos de este mundo el reino de Dios. En todas estas cosas, y en muchas más, los cristianos sentimos que Jesús está entre nosotros en la persona de nuestros pastores. Los pastores puestos por Jesús deben dar también su vida por las ovejas. Como Él, también ellos deben entregarse totalmente para que las ovejas vivan, y para que vivan para siempre. En cambio los que no entran por la puerta que es Cristo, éstos buscan solamente su conveniencia. Algunos quieren estar en el lugar de los pastores para poder dominar, otros lo hacen por  interés, para poder sacar provecho, y hay algunos que solamente vienen para destruir. Estos tratan de deshacer las comunidades cristianas sembrando la división y enfrentando a unos con otros. Es muy fácil descubrirlos.


LA PUERTA DE LAS OVEJAS
También Jesús se compara con la puerta por la que entran y salen las ovejas. Se trata de una puerta que conduce a lugares seguros y a pastizales donde pueden encontrar alimento. Las ovejas que pasen por otra puerta caerán en algún abismo o se introducirán en un desierto donde morirán por falta de comida. Así como en otra parte de este mismo evangelio de san Juan el Señor dice que Él es el camino, ahora en este lugar dice que es la puerta. Si en primer lugar nos previno para que no nos dejáramos engañar por cualquier pastor que viniera diciendo que viene en nombre de Jesús, ahora nos advierte que no podemos encontrar salvación si no es siguiendo al único salvador que es Cristo. Él es el único que murió por nuestros pecados, y también es el Hijo Único que conoce al Padre y nos puede hablar de Él y llevarnos a Él. Cualquier otro que venga a ofrecernos una salvación diferente será un mentiroso, porque no tendrá nada para ofrecemos. Tal vez traiga enseñanzas novedosas muy interesantes, tal vez nos prometa muchas cosas atrayentes. Hasta es posible que venga con mucho dinero y trate de conquistarnos con regales o ayudas. Pero con toda seguridad que no nos puede llevar al Padre ni nos puede salvar, porque hay un único Salvador que es el único Camino y la única Puerta. Él es el único que nos ama tanto que fue capaz de derramar su sangre por nosotros.  
RECEMOS POR LOS PASTORES
 En este domingo del Buen Pastor la Iglesia nos invita a rezar por las vocaciones. Tenemos conciencia de que hacen falta muchos pastores para conducir el pueblo de Dios. Hay que pedirle al Señor que envíe muchos pastores a su Iglesia; pastores que reproduzcan la imagen de Cristo, que vivan de tal manera que hagan sentir a todos los cristianos la presencia de Jesús en medio de ellos. Y recemos también por los pastores que gobiernan la Iglesia de Dios: por el Papa, por nuestro Obispo, por todos los Obispos, por el sacerdote de nuestra parroquia, por todos los sacerdotes y ministros de la Iglesia. Recemos para que el Señor de perseverancia a los seminaristas que se preparan para asumir la tarea de pastores en la Iglesia. Esta meditación sobre el evangelio tiene que hacernos comprender que es muy difícil la carga que asume el que se compromete a ser pastor, y que sin embargo no es más que un hombre tan débil como los demás. Recemos para que el Señor del rebaño les conceda fortaleza y fidelidad.

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