EVANGELIO DEL DOMINGO 10 DE AGOSTO DEL 2014
Mt 14, 22-33
Después de la multiplicación de los panes,
Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes
que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después,
subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba
allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las
olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia
ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre
el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se
pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no
teman". Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a
tu encuentro sobre el agua". "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de
la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al
ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse,
gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo
sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En
cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella
se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de
Dios".
Caminar sobre el agua
Esta
escena del evangelio contiene dos partes. En la primera de ellas está
el relato de la nave agitada por las olas y la caminata de Jesús sobre
el mar; en la segunda se relata la caminata de Pedro sobre las aguas. La
primera parte se encuentra también en otros evangelios, pero la
segunda, la referente a Pedro, es exclusiva de san Mateo.
El
evangelista ha colocado en esta sección de su obra varios textos
referentes a Pedro, que rodean las palabras con las que Jesús declara a
Pedro piedra fundamental de la Iglesia y le confiere el primado. Esta
narración de Pedro caminando sobre el agua es uno de ellos. El relato de
la caminata sobre el agua está unido a la escena de la multiplicación
de los panes. Jesús ha alimentado a los cinco mil hombres, y después que
se han recogido los doce canastos con las sobras, ordena a los Doce que
emprendan viaje hacía la otra orilla mientras él despide a la multitud.
LA BARCA EN EL MAR
Los
comentaristas hacen notar que san Mateo, al narrar esta escena de la
barca en el mar, lo ha hecho utilizando expresiones que se prestan a una
interpretación simbólica de los hechos. Desde los primeros tiempos la
barca ha sido vista como una figura de la Iglesia. Así se la encuentra
ya en pinturas muy antiguas, realizadas por los primeros cristianos. San
Mateo dice que Jesús asciende a la montana para quedarse en compañía de
su Padre en larga oración, mientras la barca, con los discípulos en
ella, emprende viaje. Es ya de noche, el viento está en contra y las
olas golpean la barca. En la lengua en que está escrito el evangelio se
dice de una manera más gráfica: "las olas la maltrataban"
Después
de haber pasado toda la noche en esa penosa situación los discípulos se
encuentran con Jesús. Pero el reconocimiento no se produce de
inmediato. Estando todavía oscuro, porque todavía no eran las seis de la
mañana, y por la falta de fe, creen que están viendo un fantasma. Ven a
Jesús que camina sobre el mar y asustados se ponen a gritar. Con pocas
palabras Jesús los vuelve a la calma. Son palabras que encontramos en
otros lugares de la Biblia para tranquilizar a los que son favorecidos
con una aparición de Dios. Esta presentación hace pensar inmediatamente
en la situación de la Iglesia después de la ascensión del Señor.
La
historia de la Iglesia está hecha de escenas semejantes: hay una
aparente ausencia del Señor, hay dificultades para avanzar, hay fuerzas
que se oponen, hay tinieblas que rodean, hay elementos que maltratan al
pueblo de Dios. Y por sobre todo esto, está nuestra falta de fe que nos
impide reconocer al Señor cuando se acerca a nosotros. Pero sin embargo
él viene, nos devuelve la calma y tranquiliza el viento y las olas.
LA PROEZA DE PEDRO
Cuando
Pedro reconoce al Señor, pide que le ordene caminar sobre el agua. Lo
dice con cierto tono de incredulidad: "Si eres Tú...". Y por la orden de
Jesús, Pedro camina sobre el mar mientras mantiene la fe en el Señor.
Lo que es imposible para los hombres, se convierte en posible cuando lo
ordena la palabra del Señor. Esta es una de las escenas que san Mateo
coloca como preparación al memento en el que Jesús conferirá el primado
de la Iglesia a Pedro. El evangelista nos va descubriendo el cambio que
se va a producir en el apóstol. El débil pescador de Galilea se
convertirá en Pedro, la piedra, la roca sobre la que se asentará el
edificio de la Iglesia que edificará Jesús. Pero la fortaleza de la roca
no la tendrá por su naturaleza, ya que es evidente que Pedro es débil y
que caerá más de una vez. Esa fuerza la obtendrá de la misma palabra de
Jesús, y quedará garantizada por la fe en Él.
Esta
página del evangelio nos ilustra en primer lugar sobre el papel del que
es ahora el sucesor de Pedro, el que preside a toda la Iglesia en
nombre de Jesús. El Papa es un hombre como cualquiera de nosotros, tan
débil como otro hombre. Pero hay una palabra de Jesús que lo ha llamado
para que asuma este ministerio. Esa palabra lo ha revestido de una
autoridad que está por encima de él. Esta autoridad viene del mismo
Jesús, y es una participación en el poder que tiene Cristo resucitado.
Pero también esta página del evangelio se refiere a todos nosotros.
A
cada uno de los cristianos el Señor lo ha llamado para que ocupe un
lugar en el cuerpo de la Iglesia. Uno ha sido llamado para ser Papa,
como Pedro, pero otros son llamados para ser sacerdotes, o misioneros, o
maestros, o profesionales, u obreros, o padres de familia, o tantas
otras cosas.
Cada
uno debe cumplir bien su misión para que todo el cuerpo viva y crezca. Y
también cada uno de nosotros sabe cuántas dificultades se presentan
cada día para que podamos vivir como cristianos y para que lleguemos a
realizar la vocación que tenemos. Ante tantas dificultades y tan grandes
como las que cada uno puede encontrar a cada memento en su camino,
sentimos deseos de decir "Esto es más fuerte que yo", "No tengo
capacidad", "Yo no sigo más". Y a veces vemos que no es solamente la
tentación de decirlo.
También
vemos el fracaso de quienes en realidad abandonan el lugar al que una
vez se sintieron llamados, porque no se sienten con fuerzas para seguir
luchando. Para todos nosotros ha sido escrita esta página del evangelio.
Pedro, por sus propias fuerzas, no podía caminar sobre el agua. Tampoco
podía mantenerse sobre ella cuando comenzaba a tener miedo porque veía
que el viento era muy fuerte y sacudía el mar. Pero por la palabra del
Señor y con la fe puesta en El, podía caminar sobre el agua.
Muy
a propósito, el evangelista dice que Jesús debía 'mandarle' a Pedro que
caminara sobre el agua. Muchas veces sucede que las tareas sobrehumanas
que debemos afrontar no han sido elecciones nuestras. A veces, y muchas
veces, nos han sido dadas por el Señor sin que nosotros las hayamos
buscado. Entonces es el momento de decirle a Jesús: "Me has mandado
hacer algo como caminar sobre el agua. Como Pedro, comenzaré a caminar,
pero confío en que me sostendrás y me permitirás llegar a donde tú estás
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