El cronograma de Actividades es el siguiente: Lunes 14/12 - 18 hs. : MISA (en la Capilla Doméstica) - 19/20,30 hs : Tema : “PROFUNDIZAMOS LA NATIVIDAD 2015” Martes 15/12 - 19/20,30 hs : Tema : “LA GENEALOGÍA DE JESÚS EN SAN MATEO” Jueves 17/12 - 19/20,30 hs. : Tema : “CONVERSIÓN Y RENACIMIENTO EN LA PROPIA HISTORIA” Sábado 19/12 - 16/19,15hs: POSICIONES FAMILIARES- DINÁMICAS DE CONCILIACIÓN 19,30 hs : MISA NOTA : Para participar en los encuentros no es necesaria inscripción previa . Colaboración voluntaria: Sugerida $150 por clase. ( Por favor abonar con cambio) ‡ Para la asignación de Entrevistas personales de apoyo y orientación con el P.Bradley, hacerlo exclusivamente por vía telefónica al N° del CEIA :
TEL: 5031- 3053
Los días: DOMINGO 13 : 18,30 a 20hs ; LUNES 14 : 18 a 19 hs ; MARTES 15 ; MIÉRCOLES 16 Y JUEVES 17 : 17 a 18,45 hs Atenderá: Lic. Myriam Ruiz Carmona ( Secretaria del P. Bradley) _ Para consultas en general dirigirse al N° de teléfono consignado y en los horarios establecidos, o bien a través de nuestro Correo: centroamarservir@gmail.com _ Los invitamos a visitar nuestra Página Web: www.centroamarservir.blogspot.com Cordiales saludos para todos, Lic. Myriam Ruiz Carmona (Secretaria del P. Bradley sj) Colegio del Salvador : Av. Callao 542
INSTANCIA DE FORMACIÓN: Taller de acercamiento a la carta fundamental el Papa Francisco sobre la ecología y nuestra actitud social frente a la "casa común" o nuestra " hermana tierra" A cargo del P. Raúl Bradley sj Miércoles 18 de Noviembre De 20:30 a 21:30 hs Parroquia Santa Elena Arquidiócesis de Buenos Aires Juan F. Seguí 3815 Tel: (011) 4802-0638 email: psantaelena@gmail.com
S. Ignacio: Ejerc. Espirituales Nº 1: Para tomar alguna inteligencia y para ayudarse… El P. Raúl Bradley s.j los invita a participar del taller de Posiciones Familiares- Dinámicas de Conciliación (Constelaciones), para aprender a ampliar la percepción sobre nuestras relaciones interpersonales, y así descubrir soluciones sistémicas. La misma se realizará el sábado 21/11/2015 y, como siempre, con la coordinación de la Lic. Gladys Brites (Psicóloga, Psicopedagoga, Psicoterapeuta) IMPRESCINDIBLE: gestionar la inscripción EXCLUSIVAMENTE a través del siguiente correo, ingresando el pedido hasta el JUEVES 19/11/15. posicionesfamiliares@gmail.com Los cupos de inscripción son limitados. “No se admite la participación de aquéllas personas que no se hubieren inscripto previamente”. Quienes asisten por primera vez a la Dinámica de Conciliación, deben concurrir a las 15 hs. para la instrucción grupal previa con el P. Bradley. Les pedimos hacer extensiva la presente invitación a toda persona interesada en el tema de referencia. Fecha de realización : sábado 21 de Noviembre de 2015 Horario : 16 hs. a 19,15 hs. (se ruega puntualidad) Lugar : Colegio del Salvador - Callao 542 (Aula de 7° grado- 1er. piso) Colaboración sugerida : $150. (Colabore abonando con cambio) Secretaria : Lic. Myriam Ruiz Carmona
Jueves 19/11 – 19/20,30 hs. Toma de conciencia del estado de salud de nuestro árbol genealógico(Salón)
Sábado 21/11- de 16 a 19,15hs: POSICIONES FAMILIARES- DINÁMICAS DE CONCILIACIÓN (Salón)
-19,30 hs : MISA (Capilla Doméstica)
Lunes 23/11 - 18 hs. -MISA (Capilla Doméstica)
- 19/20,30 hs : REUNIÓN CON EL GRUPO DE DÍAS LUNES (Mesa de Vidrio) Quien deseare incorporarse a este grupo,deberá consultar previamente al P. Bradley.
Martes 24/11 - 19/20,30 hs. : REUNIÓN CON EL GRUPO DE DÍAS MARTES (Salón)
Evangelio según San Mateo 5,1-12a.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."
Sólo hay una desgracia: no ser santo
Tela de santo
Domingo Savio era miembro de una humilde familia. Su padre, un herrero; su madre, una modista. Nació en Riva di Chieri, cerca de Turín, en 1842. Celebró la primera comunión a los siete años. A tos doce años llegó a Turín. Don Bosco lo tuvo por alumno en su oratorio por tres años. Estando en tercero de bachillerato tuvo que irse del colegio porque se sentía muy enfermo y débil_ Falleció cuando estaba por cumplir quince años (1857). Murió diciendo: ¡Papá, qué cosas hermosas veo!
Pío XII lo canonizó en 1957. Domingo tenía por lema de vida: Pre¬fiero morir antes que pecar.
Solía exclamar este joven: No puedo hacer grandes cosas. Lo que quiero es hacer bien aún las más pequeñas cosas para la mayor gloria de Dios.
Don Bosco era un gran maestro de sastrería, pues de joven había trabajado en ello.
Don Bosco: - Me parece que tú tienes buena tela para hacer un hermoso vestido y ofrecérselo al Señor.
Domingo: - Yo pongo la tela, y usted el trabajo de sastre. Don Bosco: - Tú tienes más valentía que años.
Domingo: - Si no soy santo, no habré hecho nada bueno en mi vida. Nos dice el Concilio Vaticano II
En la celebración del ciclo anual de los misterios de Cristo, la santa Iglesia venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María... Además, la Iglesia introdujo en el ciclo del año las memorias de los mártires y los demás santos que, llevados a la perfección por medio de la multiforme gracia de Dios y habiendo alcanzado ya la salvación eterna, entonan la perfecta alabanza a Dios en los cielos e interceden por nosotros. En la conmemoración de la muerte de los santos proclama la Iglesia el misterio pascual cumplido en ellos, que padecieron con Cristo y han sido glorificados con él; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por medio de Cristo al Padre, y por sus méritos implora los beneficios de Dios (SC 102-103).
La fiesta de la santidad
Serán para mí un pueblo de sacerdotes y una nación santa (Éx 19, 5-6).
Sean santos, porque yo, vuestro Dios, soy santo (Lev 19, 2). Han sido lavados, han sido santificados, han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Cor 6, 11).
La festividad de Todos los Santos reúne en una sola celebración a todos los santos del año. Se recuerda a los santos sin fiesta propia, especialmente a los innumerables santos no canonizados, es decir, a los que la Iglesia no ha puesto en el canon o lista de los bienaventurados.
El sentido de esta gran fiesta queda explicitado en las oraciones eucarísticas. Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de todos los Santos. Los ángeles se alegran de esta solemnidad y alaban a una al Hijo de Dios (antífona de entrada).
Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo (oración colecta).
Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los Santos, nuestros hermanos. Hacia ella, aunque peregrinos en país extraño, nos encaminamos alegres, guiados por la fe y gozosos por la alegría de los mejores hijos de la Iglesia; en ellos encontramos ejemplos y ayuda para nuestra debilidad (del Prefacio).
Hoy celebramos la santidad de Dios Padre que resplandece en los miembros de su pueblo, en los mejores hijos de la Iglesia. Hoy celebramos el fruto maduro de la Pascua de Cristo, el Santo de Dios. Hoy celebramos el don por excelencia del Espíritu Santo a su Iglesia. Hoy celebramos el poder de la gracia de Dios y la respuesta fiel del creyente fiel.
Así, pues, nos gozamos de la comunión eclesial con nuestros hermanos, los bienaventurados: la santísima Virgen María, los apóstoles, los mártires y los santos con nombre propio o en lista anónima; los tenemos como modelos de fe, esperanza y amor; y pedimos ante el único Mediador su intercesión.
El origen de una gran fiesta
La historia de la veneración de los santos comienza en la época de los mártires. Policarpo de Esmirna podría haber sido el primer mártir al que su comunidad fe dispensó veneración cultual (+ 23 de febrero, hacia el año 165).
Hacia mediados del siglo II, el testigo de Cristo muerto por su fe viene a ser un mártir en todo el sentido de la palabra. Pronto vendrá a ser objeto de una veneración privilegiada en la comunidad. Los fieles de Esmirna escriben después de la muerte de su obispo Policarpo: Hemos recogido sus restos, más valiosos que el oro y más preciosos que las piedras de gran valor. Los hemos depositado en el lugar que convenía. Concédanos el Señor volvernos a encontrar allí, cuando nos sea posible, con gozo y alegría, para celebrar el día aniversario de su martirio.
En Oriente, ya desde el siglo IV, se honraba a todos los santos mártires en una única solemnidad. Los sirios lo hacían dentro del tiempo pascual. San Juan Crisóstomo (347-407) ya conocía el primer domingo después de Pentecostés, como fiesta de todos los mártires. En Roma, nos encontramos con la dedicación del Panteón romano a Santa María y a todos los mártires. El papa Bonifacio IV (608-61 5) hizo esa dedica¬ción el 13 de mayo del 609/10. El Pontífice hizo trasladar a la iglesia, sobre veintiocho carros, restos mortales de los mártires desde las catacumbas.
A partir de ahí, diversas Iglesias en distintas fechas empezaron a celebrar la fiesta de Todos los Santos. En Inglaterra e Irlanda ya se im¬puso esta fiesta desde mediados del siglo VIII, el día10 de noviembre.
Los ciento cuarenta y cuatro mil y...
Y oí el número de los que así fueron señalados: ciento cuarenta y cuatro mil, pertenecientes a todas las tribus de Israel (Apoc 7, 4).
¿Y cuántos son éstos? Utilizando el viejo recurso del Antiguo Testamento, Juan lo dice con un nuevo número simbólico: ciento cuarenta y cuatro mil. Esta cifra es producto de: 12 X 12 X 1000. ¿Qué significado encierra?
En la Biblia el número doce, aplicado a las personas, significa siempre los elegidos. Así, se habla de las doce tribus elegidas de Israel, de los doce apóstoles elegidos, de las doce puertas de la nueva Jerusalén por donde entrarán los elegidos (Cf. Apoc 21, 1 2).
Por tanto, afirmar que se salvarán ciento cuarenta y cuatro mil equivale a decir que se salvarán los elegidos del Antiguo Testamento (doce), y los elegidos del Nuevo Testamento (por doce), en una gran cantidad (por mil). Pero Juan, para evitar un malentendido con esta cifra, agrega a continuación: Luego miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos (Apoc 7, 9). Por lo tanto, los salvados no son sólo esos ciento cuarenta y cuatro mil, sino también esa inmensa muchedumbre imposible de contar ni de encerrar en una cifra, y proveniente de los lugares más diversos.
Santidad para todos: derecho y deber
A la Iglesia de Dios, que esta en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, Ilamados a ser santos (1Cor 1, 2).
Hojeando el santoral, se diría que la mayor parte de los santos canonizados fueron papas, obispos, sacerdotes, monjes, religiosos y religiosas. Parece haber muchos menos laicos; aunque de hecho la mayoría de los mártires fueron laicos. Sin embargo, la santidad no es elitista, no es privativa del estado clerical, del hábito o del claustro.
Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que, redimidos por Cristo, son guiados por el Espíritu de Dios; y, obedientes a la voz del Padre, lo adoran en espíritu y en verdad, siguiendo a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz.
La santidad es un derecho y deber de todo bautizado, en toda edad, estado de vida y profesión. Por tanto, todos los fieles cristianos, en to-das las edades, ocupaciones, circunstancias y estado de su vida deben tener como meta la santidad de vida.
El perfil de los santos
Los santos anhelaron recorrer el itinerario que señalan las bienaventuranzas: carta magna de los cristianos, manual de santidad. Los santos hicieron realidad en su vida el programa del Reino de Dios que las bienaventuranzas contienen para todos.
Abiertos a la gracia, los santos hicieron todo para honrar a Dios Padre, el Santo. Vivieron como cristificados el evangelio del Crucificado y Resucitado. Todos, bajo el sello pascual, tomaron a Jesús por inspirador y ejemplo para realizar en sí mismos su propia obra. Bajo el Espíritu Santo, se obsesionaron por conocer la voluntad del Padre. Fueron marianos, eucarísticos, devoradores de la Palabra divina, plenamente reconciliados, buenos samaritanos.
Los santos y santas de Dios son los mejores ciudadanos de este mundo y los mejores hijos de la Iglesia; la prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios; el icono más bello de la dignidad humana; las arras de la esperanza; el anticipo de la gloria que nos ha sido prometida.
Los santos no fueron ni son personas apocadas, tristes o evadidas de la realidad. No hay santo posible sin valores humanos y sin gran madurez personal, porque no puede haber santo sin amor a Dios y a los hermanos. Y el amor no es pasivo, sino activo, plenificante, altruista, inconformista y revolucionario a su manera.
Creo en la comunión de los santos
En uno de los graffiti de la triclia de la catacumba de san Sebastián en Roma, que lleva la fecha del 9 de agosto del año 260 podemos leer: Pablo y Pedro, rueguen por Nativo en la eternidad.
Los arriaré desde el cielo como los he amado en la tierra (de las últimas palabras de santa Mónica, (c. 331-387), Confesiones, libro IX, Cap. XI).
La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales (LG 49).
Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por me¬dio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad (LG 49).
Cuando decimos que creemos en la comunión de los santos estamos proclamando esta solidaridad intereclesial de la fe de unos con otros en el camino hacia la felicidad según Dios: el bien de cada uno aprovecha para todos. Es la comunión entre la Iglesia del cielo y la de la tierra.
Mientras esperamos llegar también nosotros al final de nuestro viaje sintámonos unidos a estos santos. Busquemos su cariño. Procuremos seguir su ejemplo. Imitemos sus virtudes. Y con todo nuestro anhelo tratemos de hacer germinar las semillas de santidad que poseemos, contando con su intercesión.
No lloren, les seré más útil después de mi muerte y los ayudaré más eficazmente que durante mi vida (Santo Domingo, moribundo, a sus hermanos).
Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresita del Niño Jesús).
Animémonos: los santos no nacen, se hacen, con la gracia de Dios. Nacieron de nuestra misma pasta o peor...
No olvidemos: sólo hay una desgracia: no ser santos (León Bloy).
Santos y santas de Dios intercedan ante el Trono Celestial para que nosotros, peregrinos de la fe, seamos santos.
Mc 10, 17-30 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos. Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?". Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre". El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!". Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible". Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna".Palabra del Señor. El relato del Evangelio nos muestra lo que significa el apego a los bienes materiales como impedimento para seguir a Jesucristo, y el sentido del desprendimiento de las riquezas como condición para conseguir la verdadera felicidad. Veamos cómo podemos aplicar este relato a nuestra vida, teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas de este domingo [Sabiduría 7, 7-11; Salmo 90 (89); Carta a los Hebreos 4, 12-13).1.- “Maestro bueno: ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”Desde el comienzo de su predicación, Jesús venía proclamando que el Reino de Dios, es decir, el poder del Amor -que es Dios mismo- estaba cerca y se hacía presente en Él. Y lo hacía de tal modo que, quienes lo escuchaban, reconocían en Él un modo de enseñar diferente del que empleaban los otros maestros a los que estaban acostumbrados. De ahíel apelativo de Maestro bueno, al que Jesús le da un significado especial: es Dios mismo, el único “bueno” en el sentido pleno, quien se manifiesta en sus enseñanzas.Jesús proclama que Dios nos invita a todos a ser plena y eternamente felices. Pero, ¿cómo lograr la felicidad? Para encontrar la respuesta y llevarla a la práctica necesitamos el don de la sabiduría. La primera lectura nos dice que la sabiduría, es decir, la capacidad de discernir para tomar decisiones acertadas que nos conduzcan a la auténtica felicidad, supera todos los bienes materiales. Por eso el autor del libro de la Sabiduría, unos 50 años antes de Cristo, cuenta que le ha pedido a Dios “espíritu de sabiduría” en lugar de riquezas, honores y poderes terrenales.En este mismo sentido, al recitar el Salmo 90 (89) le pedimos a Dios que nos enseñe a calcular nuestros años para adquirir un corazón sensato, centrando así nuestra mirada no en lo transitorio, sino en lo perdurable. Y para ello necesitamos que Dios mismo nosenseñe a reconocer lo que verdaderamente vale en una perspectiva de eternidad.2.- “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres (…). Luego ven y sígueme”El camino hacia la felicidad está indicado por los diez mandamientos que se resumen en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Pero la felicidad plena sólo la encontramos cuando nos desapegamos de los bienes materiales para seguir a Jesús, ligeros de equipaje y disponibles para amar y servir como Él mismo nos ha enseñado a hacerlo.Suele entenderse este pasaje del Evangelio, conocido como el relato del “joven rico” y narrado también con diferentes matices por los evangelistas Mateo y Lucas, en un sentido de llamamiento a la vida religiosa para entregarse al servicio de Dios en el seguimiento de Jesús, renunciando a todos los bienes materiales. Sin embargo, en un sentido aún más amplio, se trata de una invitación a toda persona que quiera tener “vida eterna”, a desapegarse de lo material, poniendo el centro de su vida no en la posesión de riquezas pasajeras, sino en lo que sí puede darnos la felicidad verdadera: la disposición a compartir lo que somos y lo que tenemos con los más necesitados.El Evangelio según san Marcos dice que Jesús miró con cariño a aquel joven antes de invitarlo a dejar sus riquezas para seguirlo. También el Señor se fija con cariño en cada uno de nosotros cuando nos preguntamos cómo ser verdaderamente felices, y nos dice, personalmente a cada uno y a cada una, qué debemos hacer para lograrlo. Pero, para escucharlo y poner en práctica lo que nos dice, tenemos que estar dispuestos a dejarnos transformar por su palabra, que como dice la Carta a los hebreos en la 2ª lectura, “penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona, y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón”.3. “¡Qué difícil va a ser para los ricos entrar en el reino de Dios!”La imagen del camello al que le es más fácil entrar por el ojo de la aguja que al apegado a las riquezas materiales entrar en el Reino de Dios, parece hacer referencia a una de las puertas por las que se entraba a Jerusalén en tiempos de Jesús. Esta puerta era llamada “el ojo de la aguja” debido a su mínimo tamaño y estrechez, por lo que les era imposible entrar por ella a los camellos cargados de mercancías. Tenían que ser descargados para poder pasar por aquella puerta tan estrecha.En otros pasajes de los Evangelios Jesús exhorta a sus discípulos a que “entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él, y angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran” (Mateo 7, 13-14: Lucas 13, 24). Ahora bien, para entrar por la puerta angosta tenemos que deshacernos de lo que nos estorba.Pidámosle pues a Jesús, nuestro Maestro, la verdadera sabiduría para poder entrar al Reino de Dios desapegándonos de todo cuanto nos impide hacerlo, y así, cuando llegue el momento de rendir cuentas,como dice la segunda lectura, pasemos a ser plena y eternamente felices.-
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Ábrete". Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
Palabra del Señor.
Este trozo del evangelio comienza ubicándonos geográficamente. Si buscamos en un mapa veremos que son territorios que estaban habitados por paganos antiguamente: Tiro, Sidón y la Decápolis.
Tiene importancia advertir esta ubicación, porque para los religiosos judíos de ese tiempo eran como “seres impuros”, de los que se habló el domingo pasado. Se los consideraba separados de la historia de la salvación porque no conocían al verdadero Dios y no cumplían sus mandamientos.
La persona curada por Jesús es de esas regiones y por lo tanto, un pagano.
LOS SORDOS Y LOS MUDOS.
El autor del Evangelio relata un milagro de Jesús, pero al final del relato pone en palabras de la multitud un texto tomado del profeta Isaías, que se encuentra como primera lectura de este domingo. Al aludir al profeta Isaías, el autor muestra que su intención va más allá. El Profeta hablaba en lenguaje poético. No se refería a enfermos que padecían ceguera, sordera y mudez, sino que con estos nombres designaba viejos males espirituales del pueblo.
Ciegos por no querer ver la obra de Dios en la historia diaria. Sordos los que se resisten a oír la palabra de Dios a través de sus profetas. Mudos los que no responden cuando Dios espera una respuesta.
LOS GESTOS DE JESÚS
Generalmente Jesús realiza sus milagros por medio de su palabra, también ha curado a distancia y a veces tocando a la persona que quiere curar. En este relato abundan los gestos. Introduce los dedos en los oídos, pone saliva sobre la lengua del enfermo, suspira, dice una palabra en su mismo idioma.
Así nos indica el autor del evangelio que para redimirnos y sacarnos de nuestro pecado, el Señor no lo hizo dando una orden desde los cielos. Él descendió a nuestro mundo y se introdujo en nuestra historia.
UNA BUENA NOTICIA PARA NOSOTROS
El relato trae una buena noticia. Dios se acerca a nosotros y quiere reparar la imagen divina con la que fuimos creados. Aunque nos encontremos en una situación desesperante por nuestros hábitos de pecado, Jesús puede cambiarnos en un momento. Para eso se introdujo en el mundo tenebroso de los paganos y buscó a los sordos y mudos. Jesús quiere entrar en contacto con nosotros y para eso nos toca con sus sacramentos. Nos lava con el agua del bautismo, nos vuelve a purificar con la palabra de la absolución en el sacramento de la reconciliación, nos alimenta poniendo en nuestras manos su misma carne y su misma sangre en la Eucaristía. Así va restaurando en nosotros la imagen y semejanza de Dios que nosotros hemos deteriorado con nuestro proceder culpable.
No temamos en reconocer nuestra impureza, nuestra sordera y nuestra mudez. Dejémonos tocar por el médico bondadoso que ha venido hasta nosotros para curarnos. Solamente él lo puede hacer.
Domingo XXII -del Tiempo Ordinario domingo 30 de agosto del 2015
Los fariseos y algunos escribas que habían llegado a Jerusalén se acercaron en grupo a Jesús y vieron que algunos de sus discípulos comían sin purificarse. Porque es de saber que los fariseos, y los judíos en general, ateniéndose a la tradición recibida de los antiguos, no comen sin antes lavarse escrupulosamente las manos; y al volver de la plaza no comen sin bañarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, como es la manera de lavar los vasos, las jarras, los platos y las camas. Le preguntaron, pues, a Jesús los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no guardan la tradición recibida de los antiguos, sino que comen sin purificarse?
Él les respondió: “¡Hipócritas! ¡Qué bien dijo de ustedes el profeta Isaías cuando escribió: „Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan es vacío, las leyes que enseñan son invenciones humanas‟. Ustedes dejan de cumplir lo que Dios ha mandado, por aferrarse a una tradición inventada por los hombres”. Entonces volvió a llamar a la multitud y dijo: “¡Escúchenme todos y entiendan! No hay nada de fuera que, al entrar en uno, pueda hacerlo impuro. Al contrario, es lo que procede de su interior lo que hace impuro al hombre. Porque dentro, en su propio corazón, concibe él el propósito de hacer cosas malas como inmoralidad sexual, robos, asesinatos, adulterios, ambiciones, maldades, engaño, desenfreno, envidia, difamación, orgullo e insensatez. Todas estas cosas malas proceden del interior del hombre y lo hacen impuro” (Marcos 7, 1-8.14-15.21-23).
Esta frase no sólo es aplicable a la hipocresía del culto externo existente en tiempos del profeta Isaías o posteriormente en la época de Jesús. También vale para todos los tiempos, pues siempre ha existido y aún sigue existiendo la falsa religiosidad que reduce la relación con Dios a unas prácticas rituales sin conexión con la vida concreta.
Los preceptos a los que se refiere el libro del Deuteronomio en la primera lectura, corresponden en su conjunto a una relación indisoluble entre el amor a Dios sobre todas las cosas indicado en los tres primeros mandamientos del Decálogo y el amor al prójimo expresado en los otros siete. Sin embargo, la tradición judaica posterior a Moisés había tergiversado la Ley de Dios haciendo pasar por ésta una serie de prescripciones vacías de sentido social.
La verdadera ley impresa espiritualmente por Dios en la conciencia humana y expresada de formas similares por todos los grandes sabios y maestros espirituales de la humanidad, implica una relación indisoluble entre el culto a Dios y la justicia social, con una atención preferencial a los más necesitados. Por eso los profetas del Antiguo Testamento, hablando en nombre de Dios, denunciaron abiertamente el ritualismo vacío propio de una falsa religiosidad, condescendiente con el irrespeto a los demás y por lo mismo cómplice de la injusticia. Esta denuncia profética la evoca y la amplía Jesús para enseñarnos en qué consiste la verdadera religión, la auténtica relación con Dios.
El Evangelio señala una diferencia radical entre las actitudes surgidas del corazón, es decir, de la interioridad humana, y el ritualismo que reduce la relación con Dios a unos formalismos externos. Esta diferencia planteada por Jesús, quien para acercarse y ayudar a los necesitados no sólo se saltaba la prohibición de trabajar el sábado o día de descanso, sino también las demás normas rituales preventivas de supuestas contaminaciones, le acarreó precisamente el odio y el rechazo por parte de los fariseos y doctores de la ley, que se consideraban incontaminados y superiores a los demás por cumplir al pie de la letra unas tradiciones sin tener en cuenta lo más importante.
Por eso Jesús dice que no es lo que entra de fuera lo que hace “impuro” a un ser humano, sino lo que sale de su interior. Este planteamiento es fundamental a la hora de evaluar el comportamiento humano. ¿Cuáles son las intenciones que me mueven a actuar o a dejar de hacer algo? ¿Hacia qué fines están orientadas mis opciones, mis decisiones? ¿Son mis prácticas religiosas coherentes con el sentido social de la verdadera ley de Dios, que es la ley del amor?
Todas las llamadas cosas malas que describe Jesús como surgidas del interior del corazón humano, se refieren en definitiva a actitudes y acciones en contra del respeto debido a la dignidad de las personas, y por ello mismo se oponen a la verdadera religión, es decir, al sentido auténtico de una relación con Dios. Todo el Salmo 15 (14) es muy claro al respecto: sólo puede relacionarse constructivamente con Dios quien procede honradamente y practica la justicia. Y como lo dice también la Palabra de Dios a través del apóstol Santiago en la segunda lectura, “religión pura e irreprochable delante de Dios Padre es esta: socorrer a los huérfanos y a las viudas cuando estén necesitados y conservarse limpio de la impureza del mundo”. La impureza del mundo de la que habla el apóstol es precisamente todo lo que Jesús llama en el Evangelio las cosas malas que salen del corazón humano.
En conclusión, la Palabra de Dios en las lecturas bíblicas de hoy nos enseñan que la verdadera relación con Dios va unida inseparablemente a la relación constructiva con nuestros prójimos, con todos los seres humanos. Por lo tanto, cuando nos reunimos para celebrar el amor de Dios a la humanidad manifestado en Jesucristo nuestro Redentor, somos invitados por Él a asumir y llevar a la práctica el compromiso de realizar en nuestra vida cotidiana lo que celebramos en la Eucaristía.-
Después del “Discurso del Pan de Vida” pronunciado por Jesús tal como nos lo presenta el Evangelio según san Juan, y que hemos venido leyendo por partes durante varios domingos, volvemos al Evangelio según san Marcos, en el que nos encontramos con la oposición entre dos actitudes: la de los fariseos y doctores de la ley que hacían consistir la religión -es decir, la relación con Dios- en el cumplimiento de unas tradiciones rituales, y la de Jesús, que no define esta relación por lo externo, sino por lo que procede del interior del ser humano, de su mente y su corazón. Veamos cómo podemos aplicar a nuestra vida la enseñanza de Jesús que nos presenta el Evangelio de hoy, relacionándola además con las otras lecturas bíblicas [Deuteronomio 4, 1-2.6-8; Salmo 15 (14); Carta de Santiago 1, 17-18.21b-22.27]
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”
“Es lo que procede del interior lo que hace impuro al hombre”
“Religión pura e irreprochable”: socorrer a los necesitados y conservarnos limpios de la impureza de este mundo