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viernes, 13 de octubre de 2000

EL SAMARITANO AGRADECIDO

Evangelio Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19)

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»


LOS LEPROSOS

Esta especial atención que le dan los evangelistas a la curación de leprosos, tiene su explicación en que para los judíos de la antiguedad, la enfermedad de la lepra tenía una dimensión religiosa.No era una enfermedad como otra, afectaba el comportamiento religioso del hombre. El Antiguo Testamento dedica varias de sus páginas a la lepra, y por las descripciones se puede saber que se llamaba lepra a varias afecciones de la piel qu hoy se sabe son otra cosa.Pero en esa epoca todo se relacionba con esa enfermedad. 

El Antiguo Testamento da  importancia a la lepra porque deformaba a las personas y porque al ser incurable, era una forma de impureza. El impuro debía permanecer apartado de la comunidad y del culto. Las cosas que acarreaban impurezas podían ser los alimentos tenidos como inmundos, algunas enfermedades, ciertos fenómenos fisiológicos, e incluso cierto contacto con otra persona o cosa impura.por supuesto que los paganos y sus cosas eran manchados de impureza. Los leprosos eran obligados a retirarse a lugares deshabitados y permanecer allí hasta su muerte. Elegían los desiertos o los cementerios. 

Si por alguna circunstancia se descubría que estaban curados, los sacerdotes debían preceder a examinarlos para autorizar el reintegro a la comunidad y al culto previo cumplimiento de ciertos ritos. Es importante subrayar que los leprosos, como todos los impuros estaban excluidos también del temple y de los lugares religiosos. No podían participar de los actos litúrgicos ni realizar acciones religiosas: todo esto era impedido por la impureza. Por esto, el leproso era como la figura viviente del hombre separado de Dios y de los hombres.

EL MILAGRO
El relato del evangelio habla de diez leprosos que estaban cerca de la entrada de un pueblo. Los pobres hombres se habían agrupado para ayudarse recíprocamente, mientras esperaban el día de su muerte. Se hallan cerca de un lugar habitado y saben que no pueden entrar ni tampoco acercarse a las personas con las que se cruzan por el camino. Por eso gritan desde lejos. Al dirigirse a Jesús a gritos, imploran su misericordia. Como única respuesta, reciben la orden de presentarse a los sacerdotes. Deben comenzar a actuar como si ya estuvieran curados, y obedecen al Señor. En el camino se produce la curación. Para decirlo, el evangelista utiliza la palabra «purificación». Al expresarse de esta manera, el autor del evangelio pone de relieve el aspecto religioso más que el sanitario. Le interesa más que el hombre haya recuperado su condición de puro, por encima de la adquisición de la salud corporal.

UN HOMBRE AGRADECIDO
Los diez leprosos quedaron curados, pero solamente uno de ellos volvió a Jesús. El relator dice que el hombre volvió dando gloria a Dios en voz alta. También en este caso se pone de relieve la referencia religiosa del hecho. Cuando Jesús constata que ha regresado solamente uno de los diez, también alude a que no vinieron a dar gloria a Dios. Esto nos hace ver que la forma de presentar el relate nos pone ante un caso de quienes son impuros y salen de esa situación para comenzar a alabar a Dios. El autor del texto quiere destacar el problema religioso de la persona 'impura' por encima del problema de la curación del que padece la enfermedad de la lepra. Por eso, es conveniente atender al dato que incluye al narrar el regreso del hombre ya purificado: Este era un samaritano.
El pueblo de los samaritanos habita dentro de los límites de Israel, pero no es reconocido como parte del pueblo judío porque se los tiene como paganos, y por lo tanto también son impuros. Entre judíos y samaritanos no hay ninguna comunicación de orden religioso, y así es desde los tiempos del Antiguo Testamento.
Por ese motivo, el samaritano del relato es doblemente impuro: primero por ser samaritano, y después por ser leproso. Pero sin embargo, una palabra de Jesús lo purifica y lo reinstala en el pueblo de Dios. La palabra final de Jesús muestra que ha sido la fe la que ha producido este cambio. Mediante la fe, todos los impuros pueden llegar a ser puros.

 ¿Y LOS OTROS NUEVE?
Los otros nueve hombres fueron también curados, sin embargo no volvieron para dar gloria a Dios. Ellos se llevaron solamente la salud corporal, y con eso se encontraron satisfechos. De estos nueve no se dice que recibieron la salvación gracias a la fe. De esta forma, el evangelio nos coloca ante dos clases de personas que se acercan a Jesús. Están en primer lugar los que vienen a pedir un favor, y cuando ven la acción del Señor que actúa concediéndoles lo que piden, entonces avanzan por el camino de la fe para encontrarse con Él en una intimidad cada vez mayor, en la comunidad de los hijos de Dios. Pero también están los que piden favores al Señor y los obtienen, pero toda su relación con Dios se reduce a pedir y recibir sin llegar al encuentro personal. El relato evangélico nos advierte que el solo hecho de recibir beneficios corporales no es garantía de salvación. Esta se alcanza solamente cuando se avanza hacia Cristo por la fe. La gratitud debe impulsarnos a buscar el encuentro personal con el Señor, que nos ha alcanzado el bien que pedíamos, hasta integrarnos plenamente en su Iglesia. El texto del evangelio nos muestra también que el poder de la fe es tan grande que puede purificar todo aquello que es un obstáculo para el encuentro con Dios. Bajo la figura del leproso y del pagano, el evangelio nos muestra a todos los hombres que por diversas razones se encuentran separados de Dios y sin poder acercarse a él. Hoy sabemos que las afecciones corporales y las diferencias de razas no apartan de Dios, pero tenemos conciencia de que hay otras clases de impurezas que verdaderamente nos hacen aborrecibles. Nuestros vicios o nuestras malas inclinaciones, nuestro egoísmo o nuestra búsqueda enfermiza de bienes materiales, nuestra falta de amor a Dios o nuestra indiferencia ante los problemas de los hermanos, son como abismos imposibles de franquear para llegar a un encuentro con Dios y con el prójimo. Estas son las verdaderas impurezas. 
Parecería que quienes nos sentimos así impuros nunca podremos llegar a tener un verdadero trato con Dios ni seremos capaces de vivir en una comunidad de hermanos como ha querido Jesucristo. Estamos como los leprosos del evangelio: solamente nos queda esperar el memento de nuestra muerte. Pero el evangelio nos trae esta buena noticia: hay un médico que puede curar esa enfermedad, hay un sacerdote que puede purificarnos de esa impureza. 
Si nos acercarnos a Él con fe, podremos oír la palabra que nos dice que la fe nos ha salvado.

martes, 3 de octubre de 2000

Fe, Verdad y Tolerancia de Benedicto XVI -Joseph Ratzinger

En un mundo que se va haciendo cada vez más pequeño, el problema en torno al encuentro entre las religiones y las culturas ha llegado a ser una cuestión apremiante. Las distintas religiones tienen ante sí el doble reto de vivir concordemente y contribuir a la educación del género humano para alcanzar la paz. La fe cristiana se ve afectada especialmente por esa problemática, porque desde su origen y por su misma esencia pretende dar a conocer y proclamar ante todos los hombres al único Dios verdadero y al único Salvador de toda la humanidad.
¿Podrá seguir manteniéndose hoy día esa pretensión absoluta? ¿Cómo se compaginará con la búsqueda de la paz entre las religiones y entre las culturas? El verdadero problema consiste en la cuestión acerca de la verdad. ¿Puede conocerse la verdad? ¿O es sencillamente improcedente plantearse la cuestión acerca de la verdad en el ámbito de la religión y de la fe?
Para responder a todas estas cuestiones es preciso saber qué se entiende por cultura y qué son las religiones, para abordar por último el misterio del hombre y su real capacidad para alcanzar la verdad. 
Fe, Verdad y Tolerancia de Joseph Ratzinger
Editorial: Sigueme I.S.B.N : 9788430115198  Formato: Tapa Dura 
Disponibilidad: Actualmente muy difícil conseguir, hay que pedirlo en librerias
Paginas:240  
Publicación: 13/05/2005 | Idioma: Español
Costo: alrededor de los $180

Indice de contenidos del libro

 
 Prefacio
 
 I. LA FE CRISTIANA EN EL ENCUENTRO CON LAS CULTURAS Y LAS RELIGIONES
 
 1. La unidad y la pluralidad de las religiones
 El lugar de la fe cristiana en la historia de las religiones
 Observación preliminar
 Planteamiento del problema
 El lugar del cristianismo en la historia de las religiones
 La mística y la fe
 La estructura de los grandes caminos religiosos
 Interludio
 
 2. Fe, religión y cultura
 Cultura, inculturación y encuentro de culturas
 Fe y cultura
 Fe, religión y cultura en el mundo tecnológico
 Variaciones sobre el tema
 Fe, religión y cultura
 Inclusivismo y pluralismo
 El cristianismo, ¿una religión europea?
 ¿Helenización?
 Abrabán y Melquisedee
 Diferenciación de lo cristiano
 La oración multirreliglosa y la oración interreligiosa
 
 II. LA CUESTIÓN DE LA VERDAD Y LAS RELIGIONES
 
 Observación preliminar
 
 1. Las nuevas problemáticas surgidas durante el decenio de 1990
 Sobre la situación de la fe y la teología hoy
 La crisis de la teología de la liberación
 El relativismo la filosofía dominante
 El relativismo en la teología: el retroceso de la cristología
 El recurso a las religiones de Asia
 Ortodoxia y ortopraxis
 New Age ("Nueva era")
 El pragmatismo en la cotidianidad eclesial
 Las tareas de la teología
 Perspectiva
 
 2. ¿La verdad del cristianismo?
 I.   La fe: entre la razón y el sentimiento
 La crisis de la fe en la actualidad
 El Dios de Abrahán
 Crisis y dilatación de la le de Israel durante el destierro
 El camino hacia la religión universal después del destierro
 El cristianismo como síntesis de la fe y de la razón
 A la búsqueda de una nueva evidencia
 II.  El cristianismo, ¿la verdadera religión?
 III. La fe, la verdad y la cultura: reflexiones en torno a la encíclica Fides et ratio
 Las palabras, la palabra y la verdad
 La cultura y la verdad
 La religión, la verdad y la salvación
 Reflexiones finales
 
 3. La verdad - la tolerancia - la libertad
 I.  La fe - la verdad - la tolerancia
 La "diferenciación mosaica" o ¿la cuestión acerca de la verdad pertenece a la religión?
 Intercambiabilidad de los dioses y guerras entre ellos
 Lo ineludible de la cuestión acerca de la verdad y las alternativas de la historia de las
 religiones
 La tolerancia cristiana
 II. La libertad y la verdad
 La cuestión
 La problemática de la historia moderna de la libertad y de su concepción de la libertad
 La libertad y la verdad
 A modo de conclusión
 
 Procedencia de los textos
 Índice de citas bíblicas
 Índice de nombres
 Índice analítico
 

lunes, 2 de octubre de 2000

CARACTERÍSTICAS DE LOS NIVELES DE DESARROLLO EN LOS TIPOS DE PERSONALIDAD -segunda parte

 Con esta segunda entrega llegamos hasta el nivel 9 y terminamos de ver las características de los niveles de desarrollo, cualquier duda al respecto no dejar de preguntar tanto en el curso como por e-mail o facebook, trataré de responder con rapidez. 
P. Raúl

Nivel 5: Caracterizado por: Control Interpersonal (Causa y Efecto)
TIPO DOS :Intrusión: posesividad
TIPO TRES : Cálculo: Proyección de Imágenes
TIPO CUATRO: Ensimismamiento: Retraimiento
TIPO CINCO: Preocupación: Desapego
TIPO SEIS. Ambivalencia: Evasión
TIPO SIETE: Falta de Inhibición: Hiperactividad
TIPO OCHO: Expansividad: Dominación
TIPO NUEVE: Desligadura: Pasividad
TIPO UNO: Control Emocional: Rígido Sentido de Orden


NIVEL 6: Caracterizado por: Sobrecompensación (y Conducta Ofensiva)
TIPO DOS: Engreimiento: Indispensabilidad
TIPO TRES: Narcisismo: Arrogancia
TIPO CUATRO: Autocompasión: Autoindulgencia
TIPO CINCO: Pugnacidad: Extremismo
TIPO SEIS: Rebeldía: Autoritarismo
TIPO SIETE: Insaciabilidad: Inmoderación
TIPO OCHO: Voluntariedad: Combatividad
TIPO NUEVE: Resignación: Fatalismo
TIPO UNO: Perfeccionismo: Dogmatismo



NIVEL 7:Caracterizado por: Violación(del Si Mismo Y los Demás)
TIPO DOS: Autoengaño: Manipulación de los Demás
TIPO TRES: Hostilidad: Explotación de los Demás
TIPO CUTRO: Autoinhibición: Alienación de los Demás
TIPO CINCO: Rechazo: Aislamiento de los Demás
TIPO SEIS: Automenosprecio: Dependencia de los Demás
TIPO SIETE: Impulsividad: Abuso hacia los Demás
TIPO OCHO: Crueldad: Violencia hacia los Demás
TIPO NUEVE: Represión: Descuido de los Demás
TIPO UNO: Fariseísmo: Intolerancia hacia los Demás 



NIVEL 8: Caracterizado por: Delirios y Compulsiones. (pensamiento y Conducta)
TIPO DOS: Tener Derecho: Coerción
TIPO TRES: Malicia: Falsedad
TIPO CUATRO: Odio a Sí Mismo: Tormento Emocional
TIPO CINCO: Paranoia: Fobias
TIPO SEIS: Sobrerreacción: Conducta Irracional
TIPO SIETE: Manías: Conducta Errática
TIPO OCHO: Megalomanía: Sobre extensión
TIPO NUEVE: Disociación: Desorientación
TIPO UNO: Obsesiones: Contradicciones Compulsivas



NIVEL 9: Caracterizado por: Destructividad Patológica (Patología y Resultado)
TIPO DOS: Reacciones de Conversión: Problemas Sicosomáticos
TIPO TRES: Sadismo: Conducta Sicopática
TIPO CUATRO: Autodestructividad: Conducta Suicida
TIPO CINCO: Estados Sicóticos: Conducta Trastornada
TIPO SEIS: Autoderrota: Conducta Masoquista
TIPO SIETE: Ataques de Pánico: Conducta Histérica
TIPO OCHO: Espíritu Vengativo: Conducta Antisocial
TIPO NUEVE: Colapso Emocional: Conducta Despersonalizada
TIPO UNO: Punitividad: Conducta Castigadora


lunes, 25 de septiembre de 2000

CARACTERÍSTICAS DE LOS NIVELES DE DESARROLLO EN LOS TIPOS DE PERSONALIDAD






CARACTERIZANDO LOS NIVELES DE DESARROLLO

Las características de los niveles
Un reexamen de Tipos de personalidad muestra que cada Nivel tiene características esenciales. Si bien aquí están simplificadas y presentadas esquemáticamente, es posible ver como estos rasgos constituyen el tema principal de cada Nivel; también es posible usar los siguientes rasgos claves como base para comparar horizontalmente cada rasgo de un tipo a otro en el mismo Nivel de Desarrollo.
Las características esenciales se mostraran de dos maneras; como una lista de rasgos y luego dispuestas alrededor de un Eneagrama. En esta primera entrega veremos los primeros cuatro niveles.



NIVEL 1
CARACTERIZADO POR : LIBERACIÓN (AUTOTRASCENDENCIA)

TIPO DOS:             DESINTERÉS: ALTRUISMO
TIPO TRES :          AUTOACEPTACION: AUTENTICIDAD
TIPO CUATRO:     AUTORRENOVACION : CREATIVIDAD
TIPO CINCO:        COMPRENSIÓN : DESCUBRIMIENTO
TIPO SEIS:            AUTOAFIRMACION: VALENTIA
TIPO OCHO :        MODERACION : MAGNANIMIDAD
TIPO NUEVE :      APLOMO: SATISFACCIÓN
TIPO UNO:            DISCERNIMIENTO: TOLERANCIA



NIVEL 2
CARACTERIZADO POR: CAPACIDAD SICOLÓGICA Y SENTIDO DE SÍ MISMO


TIPO DOS:  EMPATIA “ SOY CARIÑOSO”
TIPO TRES : ADAPTABILIDAD : “SOY DESEABLE”
TIPO CUATRO : AUTOPERCATACIÓN :”SOY INTUITIVO”
TIPO CINCO : OBSERVACIÓN:”SOY PERCEPTIVO”
TIPO SEIS: COMPROMISO EMOCIONAL: “SOY SIMPÁTICO”
TIPO OCHO : ASERTIVIDAD:”SOY FUERTE”
TIPO NUEVE : RECEPTIVIDAD:”SOY PACÍFICO”
TIPO UNO:  RACIONALIDAD:”SOY RAZONABLE”



NIVEL 3
CARACTERIZADO POR: VALOR SOCIAL (CONTRIBUCIÓN A LOS DEMÁS)


TIPO DOS:   GENEROSIDAD :SERVICIO
TIPO TRES : AMBICIÓN DESARROLLO: PROPIO
TIPO CUATRO :  INDIVIDUALIDAD: AUTOEXPRESION
TIPO CINCO :CONOCIMIENTO: PERICIA
TIPO SEIS: COMPROMISO: COOPERACION
TIPO OCHO : AUTORIDAD: LIDERAZGO
TIPO NUEVE : ESTABILIDAD: NUTRIMIENTO
TIPO UNO:  PRINCIPIOS: OBJETIVIDAD


NIVEL 4
CARACTERIZADO POR : DESEQUILIBRO (EMPIEZA A …)


TIPO DOS:   CONSIDERARSE SOLO BIEN INTENCIONADO
TIPO TRES : COMPETIR CON LOS DEMAS POR SUPERIORIDAD
TIPO CUATRO : VIVIR CONSTANTEMENTE EN LA IMAGINACION
TIPO CINCO :  ANALIZAR INCESANTEMENTE TODO
TIPO SEIS:      VOLVERSE DEPENDIENTE DE OTRO
TIPO OCHO :  PERSEGUIR SOLO EL PROPIO INTERÉS
TIPO NUEVE : VOLVERSE DEMASIADO ACOMODATICIO
TIPO UNO:    SENTIR CONSTANTEMENTE UNA OBLIGACION PERSONAL

domingo, 24 de septiembre de 2000

EVANGELIO DEL DOMINGO EXPLICADO 26 DE SEPTIEMBRE

Compartimos una reflexión sobre el evangelio del domingo 26 de septiembre.
Como siempre busquemos en nuestra biblia el texto y saboreamos la palabra o frase que nos llama la atención, luego podemos leer la siguiente ayuda para entender mejor el texto.

Evangelio de san Lucas  16, 19-31

LOS RICOS Y LOS POBRES

El evangelista san Lucas nos dice que Jesús relató esta parábola para responder a algunas personas que amaban el dinero y se burlaban  de las enseñanzas de Jesús  acerca del uso los bienes materiales.
La parábola compara dos personas distintas:
-          Un rico que se viste con las mejores ropas de su época y que puede hacer banquetes todos los días. Lo único que nos dice el Señor sobre este rico es cómo vestía y  comía.
-          -Un pobre que está arrojado junto a la puerta del rico. Está cubierto de llagas producidas por alguna enfermedad, y además pasa hambre. A tal punto, que está ansioso de comer lo que cae de la mesa del rico. Lo único que nos dice del pobre es también como se viste y como pasa hambre.

Jesús no se detienen a narrarnos una historia del rico y del pobre. Solamente después de describir como visten y comen  psa inmediatamente a relatar como mueren  y que los dos tuvieron suertes diversas. Las condiciones cambian en el mismo instante en que mueren, sufrimientos para el que recibió bienes en esta vida y felicidad para el que lo pasó mal.
La suerte del pobre Lázaro se describe con las palabras  “Seno de Abraham”. Con esta expresión los judíos resumen toda la felicidad de la otra vida: en el banquete del cielo está Abraham, el padre de todo el pueblo, y los elegidos se sientan junto a él para recibir su abrazo y su consuelo junto a su pecho. Esté será el lugar de Lázaro.
En cambio el rico está en medio de tormentos, habla de una llama que lo tortura.Y ahora es él quién desea que Lázaro le lleve una gota de agua.
Se ve claramente que Jesús quiere mostrarnos que el que antes banqueteaba ahora sufre miseria, mientras que el pobre está en un banquete en el cielo con muy buena compañía.
Podemos extrañarnos de este cambio de suerte ya que no se habla que el rico fuera una mala persona y que el pobre fuera virtuoso y bueno.
En está parábola no se habla del juicio en el que se examinará nuestra vida de cómo hemos vivido nuestra fe. Solamente se menciona el cambio de suertes.
A no confundirnos, en una parábola se trata de mostrar solamente un aspecto de una enseñanza. Se trata de aclarar sólo un punto. En este caso se quiere aclarar ésta afirmación : “ En asuntos de riqueza y pobreza las cosas no duran para siempre, porque en el momento de la muerte todo cambia”. No se trata de explicar nada más con respecto a temas de la muerte. Lo importante, entonces, será preocuparse por ser ricos para el Cielo.

COMO SER RICOS PARA SIEMPRE

En la parábola se cuenta que el rico trató  de enviar un mensaje a su familia para evitar que sus hermanos caigan condenados al infierno. El santo Abraham le dio una respuesta muy sencilla: no es necesario que vengan personas del otro mundo para decirnos algo tan sencillo, basta con que escuchen y pongan en práctica todo lo que dicen Moisés y los profetas. Los que no escuchan a estos mensajeros tampoco escucharán a un muerto que resucite.
En diversas páginas de su evangelio, san Lucas insiste en que el resumen  de todas las enseñanzas de la Biblia consiste en amar a Dios y al prójimo, y que este amor se tiene que manifestar en gestos tales como el de compartir con los necesitados todo lo que se tiene.
Lo más  importante es no apoderarse de las cosas como si los demás no existieran.
La enseñanza de los profetas nos lleva a tomar en cuenta al que está a nuestro lado y a considerarlo parte  de nuestra propia persona. El que hace estas cosas se preocupará por las necesidades del otro y ayudará. El que comparte con los demás es rico para el cielo.

UNA RIQUEZA PARA COMPARTIR

En tiempos en que se escribió este evangelio se debatía si se debía predicar solamente a los judíos o no.Los que estaban con la primera opción  soñaban con una Iglesia que fuera un grupo cerrado sin ningún contacto con los que no eran judíos. En cambio los que formaban el segundo grupo, de acuerdo con san Pablo, estaban convencidos que la Iglesia tenia que  estar abierta para todos los pueblos sin diferencias: el evangelio debe ser anunciado a todos.
San Lucas estaría representando a los creyentes en el rico y el pobre Lázaro sería como un símbolo de los paganos. Los creyentes han recibido de Dios toda clase de bienes: la Palabra, los Sacramentos, la comunidad, etc. En cambio los paganos aparecen frente a ellos como pobres y miserables.
La parábola sería como una voz de atención para que los creyentes no fueran a terminar mal su camino por no compartir la mayor riqueza : los bienes que nos da Jesucristo en su Iglesia.
Lo podemos ver así, si el cristiano tiene que salir a ayudar a los necesitados, su primera preocupación tiene que ser la de salir a ayudar a los de mayor carencia, que es la carencia de Dios.
Todos somos ricos. Comencemos a hacer un balance de lo que Dios nos ha dado: nuestra vida, nuestras facultades, habilidad, bienes materiales (aunque sean muy pocos) pero sobre todo ser hijos de Dios, la redención, los Sacramentos,la Palabra…
Una vez que tengamos una idea de nuestra riqueza preguntémonos como la administramos.  El Señor nos dio estas riquezas con la clara intención de que seamos generosos con todos.

lunes, 11 de septiembre de 2000

PERDONAR DE CORAZÓN


Evangelio del domingo 11 de septiembre del 2011
Queridos amigos continúa el evangelio con la temàtica del anterior:EL PERDÓN.Pero nos instruye sobre un nuevo tipo de perdón que debe ser visto como el del cristiano, la misericordia.
San Mateo 18,21-35.
Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". 

PERDONAR DE CORAZÓN
En la proclamación del evangelio de este domingo oímos un texto que pertenece a la misma sección del evangelio de san Mateo, donde se encuentran las enseñanzas que se refieren al cuidado que se debe tener con los discípulos de Jesús en esta nueva etapa que se inaugura con la proximidad de la llegada del Reino de los cielos.
LA PREGUNTA DE PEDRO
Esta parábola que Jesús relata a sus discípulos esta motivada por una pregunta que hace Pedro. Es una pregunta que todos le hacemos a Jesús muchas veces en nuestra vida: ¿Cuántas veces tendremos que perdonar? ¿Existe algún límite para el perdón? ¿Hay alguna medida que se alcance y después de la cual podríamos decir que ya no perdonaremos más?
Esta pregunta tiene un sentido especial porque se propone en el contexto del anuncio del Reino que llega. En la antigüedad, muchos cristianos pensaron que en esta nueva realidad ya no debe existir el pecado, y por lo tanto no se puede hablar de perdón. Aún hoy se oyen afirmaciones en este sentido dentro de algunas sectas. Sin embargo, hemos oído el domingo pasado que Jesús habló de la corrección que se le debe hacer al hermano que peca o que nos ofende. Pedro quiere una norma precisa: ¿Hasta cuando? ¿Será necesario perdonar siempre? Por eso Pedro adelanta una medida que le parece justa y razonable: con perdonar siete veces al mismo pecador, ya es suficiente.
Pero la respuesta de Jesús indica otra cosa. En la etapa del Reino de los cielos la medida del perdón está dada por el ejemplo de Dios Padre, que perdona ampliamente y siempre. Él ofrece gratuitamente el perdón a los hombres, y quiere que todos sus hilos obren de la misma manera. Por esa razón, cuando Pedro pregunta por la medida del perdón, Jesús dice que no existe tal medida. Al decir que hay que perdonar setenta veces siete quiere decir que no hay número. Si bien todos sabemos que setenta veces siete significa cuatrocientos noventa, en el lenguaje oriental esto señala más bien una cantidad inalcanzable. Sería lo mismo que decir "siempre". Además “setenta veces siete" es una expresión que alguien utiliza en el Antiguo Testamento para reclamar una venganza ilimitada, en los tiempos más primitivos. La conocida ley del "ojo por ojo y diente por diente" vino a poner un límite a esta forma desmesurada de vengarse.
En su respuesta, Jesús pone en paralelo la venganza sin límites que existía antes de que existiera la Ley de Moisés, y la misericordia sin límites que se introduce en esta nueva etapa del Reino.


LA PARÁBOLA
Ante esta respuesta inesperada del Señor, Pedro se habría sentido desconcertado. Lo mismo nos pasaría a nosotros si escucháramos estas palabras cuando estamos esperando una licencia de Jesús para guardar rencor en ciertas circunstancias. Por eso el Señor se adelanta a dar una explicación antes de que Pedro tenga tiempo de replicar.
Jesús lo explica por medio de una parábola, un relato muy fácil que todos pueden comprender sin dificultad. El Reino de los cielos se parece a una situación que se presenta cuando un rey examina las cuentas de sus servidores. Se presenta un servidor que debe diez mil talentos a un rey. Esta es una cantidad inmensa de dinero, algo así como sesenta millones de denarios. Si se calcula que un denario es el salario de un día, se ve que es una suma imposible de pagar. Por más que hiciera, este servidor no podría pagar ni una ínfima parte de su deuda. Como era la costumbre en la antigüedad, él debía ser vendido como esclavo junto con toda su familia para pagar lo que debía. Ante esta perspectiva, el servidor apeló a la misericordia del rey, y como este era muy misericordioso, se compadeció de su servidor y le perdonó toda la deuda.
 Pero este mismo servidor tiene un compañero que le debe dinero. Unas monedas, muy poco en comparación con lo otro: poco más de tres meses de sueldo. Pero por más que le suplica, este compañero no encuentra misericordia. El que recibió un perdón tan grande hizo encarcelar a su compañero.
El rey, al enterarse, se indignó justamente contra este mal hombre que había pedido misericordia para sí pero no la tuvo para con otro. Por eso el rey volvió, a tomar en cuenta la deuda y entregó a este malvado a los verdugos para que lo torturaran hasta tanto alguien se compadeciera y pagara la cuenta por él. Será muy difícil encontrar alguna persona que disponga de tanto dinero y que quiera invertirlo para pagar las cuentas de este desalmado.
LA MISERICORDIA
 El evangelista san Mateo vuelve repetidas veces sobre el tema del perdón de las ofensas. Para referirse a este perdón, él usa preferentemente la palabra "misericordia". Siguiendo las enseñanzas del Antiguo Testamento, comienza indicando que la misericordia es un atributo de Dios: en el rey que perdona con tanta amplitud se adivinan los rasgos de Dios.
Dios es misericordioso y manifiesta su misericordia perdonando. Sabemos que los atributos de Dios no tienen medida ni término de comparación. En esa misericordia podemos confiar cada vez que pecamos, porque sabemos que siempre encontraremos misericordia cuando nos volvamos a Dios confesando nuestra culpa.
Pero el evangelio nos ensena que Jesús ha puesto como condición para recibir esta misericordia que también nosotros imitemos a Dios perdonando a nuestros hermanos; esto significa que también nosotros debemos ser misericordiosos. El Antiguo Testamento lo había ensenado en el texto que se lee como primera lectura de este domingo, y Jesús lo introdujo en la oración que nos dejó como modelo de toda oración cristiana: "Perdónanos a nosotros así como nosotros hemos perdonado".
Si verdaderamente perdonamos, si verdaderamente practicamos la misericordia, tendremos la certeza de que también el Señor tendrá misericordia perdonándonos a nosotros. En la Bienaventuranza se proclama que los misericordiosos son dichosos porque recibirán misericordia. El anuncio de la venida del Reino no es otra cosa que el anuncio del perdón gratuito de Dios. Si queremos vivir en la atmósfera del Reino, debemos vivir en un ambiente de perdón. Así como sabemos y confesamos que somos perdonados, también es necesario que sepamos perdonar de corazón a todos los que nos ofenden. En las parábolas no se expone una doctrina en toda su totalidad, sino que solamente se ilumina un aspecto de ella. En estos textos la necesidad de estar dispuestos a perdonar para poder recibir el perdón. Otros aspectos han quedado en la penumbra, por ejemplo la necesidad de que el pecador reconozca el error y que esté dispuesto a reparar el mal que se ha hecho. Por esa razón el evangelio de san Lucas reproduce de esta otra forma el texto que comentamos: "Si tu hermano peca contra ti siete veces al día, pero las siete veces vuelve a ti diciendo: 'me arrepiento', tienes que perdonarlo"
DEBEMOS PERDONAR
Las enseñanzas de Jesús mantienen su actualidad. Todos tenemos necesidad de ser perdonados, y al mismo tiempo se nos presentan múltiples oportunidades de ejercitar el perdón. Diariamente pedimos que se nos perdonen nuestras deudas, y simultáneamente estamos rodeados de hermanos que deben ser perdonados por nosotros. Y la oración del Padre Nuestro nos recuerda cada día que es inútil que pidamos perdón al Señor si antes no hemos perdonado de corazón a nuestros hermanos.
Todos tenemos necesidad de la misericordia de Dios. El evangelio nos enseña que son felices los que saben ejercitar la misericordia con sus hermanos, porque ellos tienen la certeza de que Dios la derramará sobre todos los que lo imitan siendo misericordiosos.

lunes, 4 de septiembre de 2000

EL PECADO Y LA COMUNIDAD



EVANGELIO DEL DOMINGO 4 DE SEPTIEMBRE DEL 2011
Mt 18, 15-20

Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos?.

EL PECADO Y LA COMUNIDAD
El evangelio que se proclama este domingo continúa con las enseñanzas de Jesús sobre el reino de los cielos que se acerca. Son unos pocos versículos en los que el evangelista ha reunido varias frases del Señor que se refieren al trato que se debe dar a los pecadores. Las enseñanzas del Antiguo Testamento, y las normas de los maestros judíos de ]a época de Jesús eran a veces muy rigurosas con los pecadores. Los reinos de este mundo suelen hacer gran publicidad cuando alguna persona delinque, o con gran facilidad dejan impunes los grandes delitos. El trozo del evangelio que la liturgia señala para este domingo trata de la disciplina que debe regir en esta etapa del Reino que viene a instaurar Jesús. Los criterios que deben aplicarse en la comunidad de discípulos cuando algún hermano peca no pueden ser los mismos que regían en la antigua Ley, ni tampoco los que aplican los reinos de este mundo. Jesús viene a establecer una comunidad diferente, en la que ya se descubran los rasgos del Reina que se acerca.

LOS PEQUEÑOS
Para la proclamación del evangelio de este domingo se han escogido varios versículos pertenecientes a una serie de enseñanzas que se refieren al cuidado que se debe tener con los discípulos de Jesús. La sección del evangelio de donde se han tomado estos versículos comienza con la respuesta que da Jesús a la pregunta de los apóstoles sobre quién es más grande en el Reino de los cielos. Jesús señala a un niño y les dice que para ser grande en el Reino es necesario hacerse pequeño como un niño. Todo aquel que se hace pequeño es grande. De esta forma se establece que la humildad es la primera condición que se requiere para poder ser contado entre los discípulos del Señor. Los criterios que rigen en el Reino no son como los del mundo, que considera más grandes a los que tienen más o pueden más. A continuación el evangelista ha colocado varias enseñanzas de Jesús que tratan sobre el mismo tema de los que son pequeños: No ser para ellos como una piedra de tropiezo, no menospreciarlos, buscarlos cada vez que alguno se pierde. En ese punto se incluye la parábola de la oveja perdida, que concluye con la afirmación de que la voluntad del Padre es que no se pierda ninguno de los pequeños. Ante los ojos del mundo los que son pequeños, los humildes, valen muy poco, pero a los ojos de Dios son muy importantes. Valen tanto, que es preferible dejar las noventa y nueve ovejas para salir a buscar a uno de los pequeños que se haya perdido. El trozo del evangelio que se proclama en este domingo es como una explicitación de lo anterior, pero está presentado en la forma de una solución a un problema concrete. Se indica el proceso que se debe seguir cuando 'se pierde' un hermano de la comunidad. El texto del evangelio explicita que esta pérdida se produce cuando un hermano peca.

EL HERMANO QUE HA PECADO
El evangelio es muy realista. No oculta que puede haber pecado también dentro de la comunidad cristiana, aunque ya nos encontremos en esta etapa en la que se está manifestando el Reino. Nos habla de un hermano que ha cometido alguna falta. Comparando los manuscritos más antiguos no queda claro si se trata de un pecado.de cualquier clase, o si es una ofensa personal a un miembro de esa misma comunidad. Los manuscritos antiguos tienen lecturas diferentes en este lugar: mientras que unos dicen simplemente "ha pecado", otros dicen "ha pecado contra ti". En la traducción que se utiliza para la liturgia se ha optado por esta última forma. Ya desde los primeros días de la Iglesia ha habido cristianos que encontraron dificultad en admitir que pudiera existir el pecado entre los discípulos de Cristo. Y por eso se dieron cases de no querer reconocer como cristianos a los que cometían alguna falta, e incluso se llegó a decir que los pecados cometidos después del bautismo ya no tenían perdón. Todavía hoy hay cristianos que no aceptan como hermanos a quienes tienen tales o cuales pecados, y las sectas pretenden probar que la iglesia católica no es la Iglesia de Cristo porque en ella hay pecadores. Por supuesto que no podemos aprobar el pecado, pero debemos reconocer que mientras vivamos en este mundo el pecado va a existir. Jesús no aprueba el pecado, pero nos habla de cómo debemos preceder cuando uno de nuestros hermanos peca. El primer paso a dar es no hacer publicidad del pecado de nuestro hermano. El Señor señala que la exhortación o reprensión para que el pecador tome conciencia de su situación, debe ser hecha en privado: las palabras textuales del evangelio, en su lengua original, suenan así como "entre tú y él solos". La publicidad daña al hermano porque le dejará mala fama, aún cuando después se arrepienta y cambie de actitud. Pero también daña al mismo que la hace, porque esa forma de andar divulgando los pecados ajenos no está libre de cierta dosis de arrogancia o soberbia semejante a la del hombre de aquella parábola, que señalaba los pecados de los demás para terminar diciendo: Yo no soy como los demás hombres. Al exigir que la exhortación se haga en privado, el Señor nos muestra que el hermano pecador conserva su dignidad, y debe ser tratado con cariño y respeto. El también es un pequeño que hay que recuperar a toda costa.
LA EXCOMUNION
El texto del evangelio continúa considerando la posibilidad de que el hermano se resista a escuchar la exhortación. En ese caso la divulgación del pecado se debe hacer, pero con una medida muy limitada: una o dos personas más. El evangelista recurre aquí a una expresión tomada del Antiguo Testamento: por la declaración de dos o tres testigos quedará concluida toda causa. Es un principio para ser aplicado en los tribunales. Los delitos se prueban cuando hay por lo menos dos o tres testigos. En este caso puede ser que el hermano no acepte la palabra de uno solo y se plante en su posición considerando que él tiene razón. El evangelio, con suma delicadeza, tampoco condena al hermano en esta actitud, y pide que con la acumulación de testigos se intente convencerlo de que esta obrando mal. ¿Que hacer si el hermano tampoco se deja convencer por los testigos? En este caso hay que llevar el asunto a la comunidad. Se entiende entonces que no se trata de un asunto insignificante, sino que es algo que tiene suficiente importancia como para que tenga que intervenir toda la comunidad. Si la comunidad exhorta al pecador y este no se deja convencer, entonces se recurre a la última solución: el hermano ya no será considerado como miembro de la Iglesia. La fórmula "será para ustedes como un pagano o un publicano" es la que expresa que ya no es más un miembro de la comunidad. ¿Por qué se aplica este rigor cuando el hermano no acepta la palabra de la comunidad? El evangelio lo aclara con las palabras que vienen a continuación: en la comunidad está el mismo Cristo.


CRISTO EN LA COMUNIDAD
San Mateo ha incluido en este texto unas palabras que en el mismo evangelio encontramos en otro lugar como dichas a san Pedro, en el momento en que el Señor lo declara piedra fundamental de la Iglesia y le confiere el primado. Son palabras sobre el poder de atar y desatar, con la correspondiente ratificación en el cielo. En este lugar del evangelio se aplican esas mismas palabras a la Iglesia, para indicar que su decisión, al declarar como ajeno a la comunidad al pecador, es una decisión que el mismo Dios confirma desde el cielo. Podría parecer que es demasiada arrogancia la de un grupo de hombres que considerar rubricado por el Cielo todo lo que ellos hacen sobre la tierra. Por eso el autor del evangelio sale al paso de esta objeción añadiendo otra frase de Jesús referente a la comunidad: El se hace presente donde hay dos o tres que invocan su nombre. Está de por medio la promesa de la asistencia de Jesús a quienes se reúnen en su nombre, y es por eso que las decisiones de la comunidad tienen esta fuerza y esta autoridad. El Señor resucitado hace partícipe a la Iglesia de su misma autoridad.

LA IGLESIA Y EL PECADOR
Todos podemos sacar grandes enseñanzas de este texto del evangelio. La Iglesia siempre debe revisar sus actitudes de acuerdo con la palabra del Señor, para no contagiarse con las formas de actuar que tienen los reinos de este mundo. En este caso Jesús, la invita a examinarse sobre la forma de tratar al pecador y al que se equivoca. Los cristianos también somos invitados " revisar nuestra actitud para con estos hermanos y para con el mismo hecho del pecado: ni excesivo egoísmo para con los primeros ni permisividad culpable para con el segundo. Y todos debemos recoger la enseñanza de saber escuchar a la Iglesia, cuando en nombre de Cristo nos enseña cómo debemos vivir. El Señor le ha prometido su especial asistencia y debemos creer en ella.

lunes, 28 de agosto de 2000

UN CAMINO DIFÍCIL

EVANGELIO DEL DOMINGO 28 DE AGOSTO DEL 2011
Mateo 16, 21-27
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras".
 
UN CAMINO DIFÍCIL
Este trozo del Evangelio según San Mateo nos relata un incidente sucedido en el momento que Jesús anunció por primera vez a los discípulos que el viaje hacia Jerusalén debía culminar con la pasión, la muerte y la resurrección. Hasta ese momento eran muchos los que seguían a Jesús, y cada día aumentaba el número de los discípulos. No era para menos: el Señor anunciaba que el Reino de los Cielos estaba por manifestarse, hacia milagros, trataba con amor a todos, incluso a los más pecadores y se rodeaba de todos los pobres y menospreciados. Algunos lo seguían por razones políticas: entendían que el Reino que anunciaba Jesús era un nuevo gobierno que desplazaría a los romanos, que en ese momento eran invasores de Judea y mantenían oprimido al pueblo. Los que se consideraban discípulos de Jesús por este motivo estaban dispuestos a formar un ejército o a apoyar un golpe violento para poder expulsar a los odiados romanos. Entre éstos que seguían a Jesús esperando el cambio de gobierno, no faltaban los que alimentaban la esperanza de conseguir un puesto de honor y de importancia en el reino que se iba a manifestar cuando Jesús triunfara.

Los que lo seguían por los milagros venían atraídos por lo maravilloso, deseosos de ver cada día algo nuevo. Aunque no faltaban los que habían sido favorecidos por alguna curación realizada por Jesús, y venían movidos por una sincera gratitud. No se puede decir que todos los que acompañaban a Jesús estaban motivados por razones equivocadas.
Había muchos que comprendían o por lo menos entreveían la verdad y entonces eran discípulos auténticos. Estos eran los que "tenían alma de pobres", y ansiaban con todas sus fuerzas la llegada del día en que Dios fuera el único Rey. Eran los que deseaban cumplir con la voluntad de Dios, al mismo tiempo que rogaban para que siempre y en todas partes los hombres obraran de acuerdo con los planes de Dios. Entre los doce elegidos por Jesús para que sean sus apóstoles, también había algunos que no habían entendido bien. El Señor tuvo que dedicar largo tiempo para instruirlos y hacerles comprender cuál era el sentido de su misión, y aún así hubo uno que no comprendió bien y lo traicionó.

 UN ANUNCIO INESPERADO
Tenemos que ubicar la escena que nos narra el Evangelio dentro del período de tiempo que Jesús ocupó en la instrucción de los doce apóstoles, retirado de las multitudes. Después de un primer momento en el que el Señor ha recorrido la Galilea predicando, actuando y haciendo milagros para que todos sepan quién era El y para que había venido, llevó aparte a los doce y les comunicó su plan, es decir cuáles serian los próximos pasos que iba a dar: era necesario ir a Jerusalén, porque allí le esperaba el sufrimiento y la muerte. Algunos, entre los discípulos, habrán pensado que no habían oído bien. Las palabras de Jesús les parecerían opuestas a todas sus esperanzas. ¿No se había dicho que venía un reino? ¿Y cómo iba a llegar ese reino si Jesús, en lugar de hacerse coronar rey, hablaba de ser condenado a muerte? Para ellos este anuncio era realmente incomprensible.
EL ENTUSIASMO DE SAN PEDRO
 El Evangelio nos dice que Pedro reaccionó ante las palabras de Jesús. La reacción del apóstol estuvo de acuerdo con su carácter entusiasta. Amaba tanto a Jesús que no pudo oír hablar de sufrimientos y de muerte del Maestro. El entusiasmo le hizo perder la noción de lo que estaba haciendo, en tal grade que hasta se olvidó de quién era y se sintió por encima del mismo Jesús. Inmediatamente comenzó a reprender a Jesús por lo que había dicho. Con tal de ahorrarle los dolores al Señor, se colocó como si el fuera el maestro y Jesús el discípulo.
Pedro, sin saberlo, se estaba poniendo en el lugar del tentador. Sus palabras, dictadas tal vez por un auténtico amor y por su gran entusiasmo, representaban una tentación para Jesús, porque eran una forma de querer apartarlo del cumplimiento del plan que le había ordenado el Padre. Dios había querido que, para la redención de los hombres, Jesús instaurara el Reino y no se volviera atrás por las dificultades que le presentaran los hombres. Él debía cumplir la voluntad del padre aunque en su camino se encontrara con la cruz. Pedro quería que el Señor no cumpliera con la voluntad de su Padre. y por esa razón Jesús trató tan duramente a Pedro, llamándolo Satanás. Jesús rechazó la tentación que le proponía Pedro con las mismas palabras que dijo a Satanás en la escena de las tentaciones.

Con esto, el Evangelio relaciona los dos momentos: el Tentador, que en el desierto le ofreció a Jesús los reinos de la tierra con toda su gloria, representaba a aquellos que, como Pedro, quisieron apartar a Jesús del camino por el que debía salvar a la humanidad. Con la orden de que se coloque detrás de Jesús, el Señor indica a Pedro que tome el lugar de discípulo y no se ponga como maestro. El discípulo es el que "viene detrás", el que "sigue" al maestro. Jesús le dice que Pedro es un 'obstáculo'. La palabra griega usada por el evangelista (escándalon) se puede traducir como "piedra de tropiezo". Pedro es como una piedra que se pone en el camino de Jesús para que tropiece y caiga, es un obstáculo en el camino del Señor. Pedro es Satanás y piedra de tropiezo porque no alcanza a comprender los planes de Dios, y solamente entiende las cosas de los hombres.
Según los planes de Pedro, Jesús tenía que llegar a reinar sin sufrir, pero según los planes de Dios era todo lo contrario: debía llegar a la gloria de la Pascua sin abandonar la solidaridad con los hombres, aunque para esto tuviera que pasar por la humillación, el dolor y la muerte del día viernes santo. Pedro, que había sido felicitado por confesar rectamente a Cristo cuando no siguió lo que le dictaba "la carne y la sangre", en este momento es reprendido porque no se deja guiar por Dios sino que sigue los dictados de "la carne y la sangre"

LLEVAR LA CRUZ
Jesús, después de haber colocado en su lugar a Pedro, se vuelve hacia todos sus discípulos y les dice abiertamente cuáles son las disposiciones que deben tener los que quieran ser discípulos. Si vienen detrás del Señor porque ansían el Reino de los cielos, deben comprender que este Reino no se constituye como los reinos de este mundo. No van bien encaminados los que pretenden llegar a la gloria de la Pascua por un camino diferente del que sigue Jesús.
Para acompañar al Señor se debe ir así como va Él: es necesario negarse a sí mismos, es decir, no tenerse en cuenta. Además, es necesario cargar con la cruz como si se tratara de condenados a muerte que marchan hacia la ejecución. Estas palabras, aisladas del resto del Evangelio son incomprensibles, e incluso pueden ser muy mal entendidas. Sólo se comprenden cuando se sabe que es necesario morir para poder resucitar. Dicho en otras palabras, es necesario que muera en nosotros el 'hombre viejo', pecador, solidario con Adán, para que podamos resucitar con Cristo a la vida nueva de los hijos de Dios.
Cuando el Señor nos dice que hay que seguirlo con la cruz, no nos está invitando a convertirnos en masoquistas que buscan el dolor por el dolor mismo. La cruz era un instrumento de tortura, un signo de deshonra y de fracaso; pero en el plan de Dios se convirtió en un instrumento de triunfo, signo de gloria y de salvación. Fue el instrumento por el cual Cristo nos redimió y pasó de la muerte a la gloria de la resurrección. Bajo la figura de la cruz, el cristiano expresa el seguimiento de Cristo en un proceso de muerte a todo lo que lo ata con el Adán pecador para poder resucitar con el nuevo Adán que es el Cristo glorioso.
  
LOS PLANES DE DIOS

Los planes de Dios son muy diferentes de los de los hombres. Dios escribe derecho con líneas torcidas, por eso se salva la vida si se renuncia a ella. Solamente obtendrán la vida nueva y alcanzarán la eternidad los que estén dispuestos a morir con Cristo. En cambio aquellos que se nieguen a seguir al Señor a la cruz porque prefieren conservar su actual vida pecadora, nunca alcanzarán la eternidad y habrán perdido miserablemente su vida porque sólo les queda esperar la muerte eterna.
Entonces, ¿de qué les habrá servido conservar esta vida? Para poder resucitar a la vida eterna es necesario morir con Cristo en la cruz. Los que pretendan salvar su vida huyendo de la cruz, no podrán recibir el Reino de Dios. El plan de Dios es hacer llegar su Reino a la tierra. El quiere obsequiar a los seres humanos dándonos la participación en su vida y en su felicidad eterna. Pero para llegar a esto es necesario que los hombres seamos plenamente transformados. Hasta ahora llevamos la impronta del Adán pecador, destinado a la muerte.
Debemos despojarnos de esta imagen para adquirir la del nuevo Adán que es Cristo resucitado, para participar así con El de la gloria del Padre. Esta transformación se da en la cruz. El Reino de Dios es un cielo nuevo y una tierra nueva. En esta sociedad nueva que Dios quiere implantar sobre la tierra sólo tienen cabida los 'hombres nuevos', y solamente pueden ser 'hombres nuevos' los que han muerto con Cristo para resucitar a la vida de los hijos de Dios.

miércoles, 23 de agosto de 2000

EL TEMPLO SOBRE LA ROCA

EVANGELIO DEL DOMINGO 21 DE AGOSTO DEL 2011
Mt 16, 13-20
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes", les preguntó, "¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

EL TEMPLO SOBRE LA ROCA
Jesús no vino para unos pocos. Él no ha querido que los que se relacionen con Dios o reciban la salvación lo hagan en forma totalmente individual. Por eso ha ordenado que todos vivamos en familia, que nos unamos formando un pueblo, una comunidad, un cuerpo. Por estas razones Jesús ha fundado una comunidad para que sea el Nuevo Pueblo de Dios, la familia de los hijos de Dios, la asamblea de los redimidos por su sangre. A esta comunidad la ha llamado con distintos nombres: ha dicho que era su rebano, donde Él es el Pastor; es su viña donde Dios hace las veces de dueño y agricultor; es su Cuerpo, donde El es la cabeza: es su amada esposa, de la que Él es el esposo enamorado. La ha llamado Iglesia, que significa “asamblea, grupo de los que son llamados, convocados". Dirigiéndole la palabra a Pedro dice que es un edificio del que Él es el arquitecto y constructor. Cada uno de estos nombres manifiesta alguna característica especial de esta comunidad que ha fundado Cristo. Se podrían agregar más nombres, pero bastan estos para que nos demos cuenta de cuál es la intención de Jesús al fundar la Iglesia la unidad que el desea; el amor que le manifiesta; la dedicación que le presta.

LA IGLESIA COMO EDIFICIO

Estamos acostumbrados a llamar “Iglesia" al edificio en el que nos reunimos para rezar, para participar de la Misa, para recibir los sacramentos.

Hablando con precisión, "Iglesia' se llama la comunidad que se reúne en esos edificios, y a éstos los llamamos también "iglesia" porque son como una figura, como un símbolo de lo que es la comunidad. San Pablo nos dice que todos nosotros, los cristianos, formamos como un Templo Santo de Dios, donde el mismo Dios habita. Las iglesias (los templos) representan lo que nosotros somos. En las iglesias hay columnas, techo, paredes, tal vez una torre.., pero todo esto tiene que estar bien construido. Si los ladrillos no están bien unidos, si las columnas o las paredes no están bien afirmadas, todo se vendrá abajo y habrá una gran catástrofe. Jesús, como sabio arquitecto, se ha preocupado de construir bien esta Iglesia que somos nosotros. Ha comenzado por poner un buen fundamento. Ha fundado su Iglesia sobre la roca.

PEDRO, LA ROCA

Cuando Jesús comenzó a elegir a sus discípulos, llamó a Simón y le cambió el nombre: "Tú ahora te llamarás Pedro". Para expresar el nombre que nosotros decimos 'Pedro', Jesús utilizó la palabra aramea 'Qefa' (o Cefas), que significa 'roca, la piedra que está bajo la superficie de la tierra'. Esta palabra no era usada comúnmente como nombre de persona. Después de varios meses de seguir a Jesús, Pedro se habrá dado cuenta de lo que el Señor quiso decir al cambiarle el nombre. Él estaba llamado a ser el fundamento de un gran edificio que debía durar para siempre. Pedro era un hombre muy débil. Tenía arrebatos de generosidad y de valentía, pero duraban poco. Ante la mas pequeña dificultad perdía el dominio de sí mismo y borraba en pocos momentos lo que antes había afirmado. Basta recordar la escena de las negaciones: durante la última cena juró que daría su vida por Jesús, y unas horas después no se atrevió a decir que conocía a Jesús cuando una mujer empleada del Sumo Sacerdote se lo preguntó. Y así negó a Jesús tres veces. El que es el buen pastor le dijo a Pedro que apaciente las ovejas y los corderos. Para desempeñar estas funciones, Pedro tiene un solo ejemplo que es el mismo Cristo. El Señor es el que sostiene a Pedro para que con su debilidad pueda llevar toda esta carga. El edificio de la Iglesia debe mantenerse unido porque hay una sola roca que lo sostiene. Pedro tiene que darle firmeza y estabilidad para que las partes no se desmoronen y la construcción siga creciendo hasta convertirse en el temple santo de Dios. El débil Pedro tiene que comunicarle a todos la firmeza de fe la unión de la candad. Las llaves le han sido confiadas para que con su autoridad indique a los cristianos qué es lo conveniente y qué es lo perjudicial, qué es lo obligatorio y qué es lo prohibido. La autoridad de Pedro tiene su respaldo en el cielo. 
Pero estas funciones jurídicas y magisteriales se deben ejercer en un contexto pastoral, porque en el rebano de Cristo, Pedro es el pastor que debe ir delante de las ovejas indicándoles el camino para que encuentren alimento abundante. Con su enseñanza y su ejemplo las debe conducir hacia la vida eterna. Y también tiene que estar dispuesto a dar su propia vida para defenderlas cuando sean amenazadas por los enemigos.

PEDRO, HASTA EL DIA DE HOY

 El edificio de la Iglesia se sigue construyendo hasta el fin de los tiempos, y la piedra sobre la que se apoya debe estar siempre en su sitio. Esa roca una vez fue Pedro el Apóstol. Las personas van cambiando, pero el oficio de Pedro continúa sin cambios. Asistido por el Espíritu Santo, el Papa nos enseña a confesar correctamente nuestra fe en Cristo. Con su palabra y con sus gestos nos hace vivir la unidad de la Iglesia. Va delante de nosotros señalándonos el camino por el cual penetramos más profundamente el Evangelio y encontramos el alimento de la vida eterna. Como Pastor va al encuentro de sus ovejas para reunirlas en el único rebaño de Cristo. Sin temores de ninguna especie interviene donde se encuentran problemas, dolores, conflictos y enfrentamientos con el fin de llevar el consuelo, la paz y la reconciliación. Cristo amó â su Iglesia y dio la vida por ella. 
Pedro amó a Cristo y acepto ser pastor del rebaño. Los que amamos a Cristo y a la Iglesia debemos trabajar incansablemente para que el Rebano de Cristo se mantenga siempre unido y crezca constantemente, para que la Viña dé abundantes frutos, para que la Esposa de Cristo sea cada vez más hermosa. Para lograrlo, debemos esforzarnos por mantener nuestra unidad en tomo al pastor que se nos ha concedido: si nos mantenemos firmemente asentados sobre esta roca, el edificio de la Iglesia no sufrirá resquebrajaduras ni divisiones. Estrechamente unidos entre nosotros y fundados sobre la roca que es Pedro creceremos hasta llegar a ser el Templo Santo de Dios.