Una vez formada la personalidad, la atención se centra en las preocupaciones que caracterizan nuestro tipo. Perdemos la capacidad esencial de la niñez para responder al mundo tal como realmente es y empezamos a volvernos selectivamente sensibles a la información que sostiene la cosmovisión de nuestro tipo. Con el fin de sobrevivir vemos lo que necesitamos ver y nos olvidamos del resto. Por ejemplo, si tú y yo entramos en una habitación llena de extraños, tu hábito puede que sea la búsqueda de aprobación; mientras que si mi habito es ser temerosa, buscar razones para irme. Aquello que es importante para tu sentido de la segundad se me tendrá que señalar, porque yo estaré preocupada por otras cosas. Pero el hecho es que ninguno de los dos estaremos en nuestra esencia. Estaremos llenos de los pensamientos y emociones de nuestro tipo, pero no en ese lugar fuera de nosotros o aquel que gozamos durante las experiencias cumbre de nuestras vidas. Tampoco veremos los acontecimientos tal como realmente tienen lugar objetivamente en la habitación, puesto que nuestra atención se habrá visto limitada a recoger la información pertinente a nuestro punto de vista. Para ampliar el ejemplo, si vamos juntos a una fiesta, y tu buscas atención y aprobación, y yo tengo que superar mis miedos, sería equivalente a haber ido a fiestas en diferentes planetas. Al llegar la noche habremos escogido distintos extraños para hablar, habremos tenido distintas conversaciones, nos habremos presentado de distintas formas, y habremos recogido distintos números de teléfono antes de dejar la habitación. Si posteriormente decidimos comparar notas, descubriremos que hemos llegado a distintas conclusiones a partir de la misma conversación y creído que veíamos emanar diferentes intenciones del rostro del mismo extraño.
He exagerado el cuadro para recalcar que tu y yo probablemente concentraríamos nuestra atención en distintos aspectos de la misma escena y para destacar el hecho de que ninguno de los dos ve la amplitud de posibilidades de los 360 grados. No vemos la misma realidad debido a que ignoramos lo que no llama nuestra atención y tenemos la tendencia a concentrarnos en la información que le importa a nuestro tipo. Las preocupaciones de un tipo son fáciles de identificar. Este libro está Ileno de auto descripciones de agudos auto observadores que han tenido la suficiente generosidad para describir sus hábitos emocionales y preocupaciones mentales. Identifican aquellos temas por los que se ve atraída su atención, pero, y lo que es más importante desde el punto de vista de aprender a separar nuestra atención de nuestros hábitos, también nos dicen cómo prestan atención a los asuntos que dirigen sus vidas. No es sorprendente que los autos observadores prácticos, muchos de los cuales han sido a lo largo de muchos años series meditadores, sean capaces de decirnos como centran su atención con respecto a los temas que les preocupan. La observación y la atención constituyen el lenguaje del meditador: ¿De que eres consciente? ¿Estas presente o en el limbo? Toma nota del objeto que ocupa tu atención. Observa a dónde se dirige tu atención. Una vez se desarrolla un observador interno estable, es fácil reconocer las diferencias entre los objetos mentales y emocionales que fluyen a través del espacio interno. Por lo tanto, tiene mucho interés el hecho de que estamos tan preocupados en identificar aquello que atrae nuestra atención, que hemos descuidado observar como se organiza nuestra atención cuando percibimos la información que le interesa a nuestro tipo. Somos conscientes de nuestros asuntos, pero no del modo en que recogemos la información que sostiene estas preocupaciones psicológicas.
A fin de comprender mejor nuestra comparación entre los tipos o puntos, el que busca afecto y aprobación (punto Dos-orgullo) y el que tiene miedo (punto Seis-miedo), podemos preguntar a los Dos que les sucede cuando buscan la aprobación de alguien, y ponemos preguntar a los Seis que les pasa cuando tienen miedo. Los auto observadores inexpertos responderán algo como: "Me sentí atraído y quena ligar," o "temblé y deseé huir." Si los Dos y los Seis no pueden observar la desviación interna de su atención, entonces no serán conscientes del modo en que reciben ciertos estímulos, ni podrán describir cualquier ajuste sutil que realicen dentro.de sí mismos. Estos Dos y Seis pueden ser auténticos expertos a la hora de reconocer mínimos indicios que indiquen afecto o daño potencial, pero pueden no ser capaces de describir su sensibilidad o mostrarnos cómo trabajar con nuestra atención para que podamos penetrar en su cosmovisión. Con auto observadores expertos conseguimos una mejor descripción de los típicos enfoques de atención que determinan el punto de vista de un tipo. Veamos una auto observación clásica de un Seis. Si no eres del tipo temeroso, pero has conducido por la carretera 101 de la costa de California, podrás comprender su estado mental.
Mientras mi esposo estudiaba para obtener su titulo en el Instituto Politécnico de California, yo trabajaba en los Ángeles y utilizaba la 101 dos veces por semana. Conocía bien el camino y no tenia ningún problema a menos que estuviese preocupada. Si este era el caso, tenia realmente que concentrarme en la carretera. De hecho, era mejor que yo condujera, puesto que si tenía una mala semana y conducía mi marido, no podía mirar por la ventana que daba al acantilado. Me venían a la mente imágenes tan nítidas de las ruedas del auto patinando o de que no lográbamos coger la curva, que me ponía enferma. Un Domingo no quería regresar a los Ángeles, y tuve que calmarme, puesto muy mi mente me estaba haciendo caer por el precipicio y haciéndome estrellar contra las rocas. El final de la historia es que terminé en el hospital, no porque cayera por el precipicio, sino porqué me vi caer por él y, justo antes de estreIlarme contra las rocas giré el volante de un modo reflejo, pasé al otro carril y me estrellé contra la ladera de la montana.
Está claro que este Seis cuando intentó salvarse de una caída que se estaba produciendo en su mente estaba dominada por una proyección mental. Dijo que la caída le parecía muy real: sintió que caía por el precipicio, vio las rocas y creyó, cuando giró el volante que era inútil tratar de salvarse. Era también muy consciente de que el accidente se produjo en pocos segundos, y una vez se recuperó, volvió a conducir valerosamente, manteniendo su atención fuera de la imaginación mientras conducía por la 101 a lo largo del tiempo que su mando prosiguió sus estudios. La misma mujer dice con respecto a su infancia:
Le tenía pavor a mi madre. Era alcohólica y cambiaba de humor muy rápidamente, pasando de su personalidad normal a ser una persona desagradable que no me quería. Siempre que bebía me planteaba la misma pregunta: ¿Cuándo se pasaría y hasta dónde llegaría? Me pasaba el tiempo observándola para saber si había escondido una botella; y cuando bebía observaba su rostro y me imaginaba que pasaría por la noche. La observaba e intentaba imaginarme ¿está calmada? ¿me gritará? ¿se pone tonta?¿se duerme? Me imaginaba sus otros rostros cuando empezaba a verla beber y planeaba marcharme de casa o quedarme según las pistas que me diera su rostro.
Esta Seis tiene a la vez la suerte y la desgracia de poseer una imaginación que la ha acompañado a lo largo de su vida. Es afortunada en el sentido de que tiene el acceso potencial a un rico y detallado mundo de experiencias internas y desgraciada en el sentido de que su imaginación es lo suficientemente fuerte como para sustituir momentáneamente la realidad objetiva. Es evidente que estaba proyectando cuando giró el volante. En este ejemplo, no hay duda de que sus imágenes internas se proyectaron externamente y ocasionaron una mala interpretación de la situación. Ella estaría de acuerdo en que también proyectaba cuando interpretaba los hábitos alcohólicos de su madre. Sin duda alguna una gran parte de sus observaciones estaban sin duda basadas en los estímulos físicos de mamá y en el hecho de que le aterrorizaba ser humillada o castigada.
Pero también es cierto que recurría a sus visiones en momentos en que, en su niñez, sus circunstancias eran desesperadas; y sus imágenes lo suficientemente fuertes para sustituir a sus pensamientos. Había aprendido a hacerse preguntas sobre sus visualizaciones, utilizaba los "otros rostros" como fuente de información para sostenerse emocionalmente, y actuaba de acuerdo a lo que veía.
Intuición y Tipo
Esta misma Seis también informó de una experiencia típica definitiva, aparentemente en el mismo estado mental que cuando el coche "cayó" y aparecieron los "otros rostros" de su madre.
Una gran amiga, tras dos anos de estar intentándolo, finalmente quedó embarazada. Cuando me Ilamó, estaba exultante, y planeamos ir juntas a celebrarlo. Cuando nos encontramos, estaba radiante; de forma que cuando comenzó a desvelarse su rostro, no fue porque guise que este me mostrase algo. Fue algo raro. Estábamos degustando comida mejicana, y estaba realmente feliz, pero mientras hablaba, podía observar lágrimas y rastros de tristeza y pérdida. Creo que me alegro de no haberle podido decir nada, porque supe que iba a perder la criatura. Su rostro real siguió hablando, pero veía la expresión triste del otro rostro. Ese otro rostro se endureció y noté que su expresión era firme, luego pacifica y finalmente desapareció. En unos segundos lo entendí todo. Iba a perder el hijo, lo volvería a intentar, y la segunda vez todo saldría bien.
Este Seis continuó describiendo sus reacciones emocionales fruto de haber visto el desarrollo de un acontecimiento futuro, y dijo también que el episodio en ese memento le había parecido algo natural y nada sorprendente. Agregó que la secuencia indicada por los "otros" rostros tuvo lugar en poco más de un año.
Prácticas de Atención
La intuición puede entenderse mejor como el efecto secundario que se produce al desviarnos de los pensamientos y sentimientos habituales. Sin una práctica básica de atención, tenemos la tendencia a concentrarnos demasiado en el pensamiento, por lo que las impresiones, también presentes, no nos son accesibles. Esta mujer Seis se beneficiaba mucho aprendiendo a reconocer cuando su hábito mental de imaginar lo peor empezaba a controlarla, y a como desviar su atención hacia otra cosa, antes de que sus imágenes se tornaran demasiado reales. De hecho, cuando logró estar presente mientras conducía por la carretera, en lugar de permitir que la dominara su imaginación, estaba desviando la atención.
Pero ¿podría este Seis aprender a trazar un división clara entre las imágenes de la fantasía y las agudas visiones intuitivas, cuando ambos tipos de impresión estaban tan estrechamente entrelazadas? ¿Podía aprender a producir su acertada imaginación intuitiva a voluntad!
Para conseguir algún uso práctico de su hábito mental, tenía que aprender a distinguir entre los pensamientos, las fantasías que proyectaba su pensamiento, y el tipo de certeras impresiones intuitivas que vio en el rostro de su amiga. Estas prácticas de discriminación avanzada existen en el marco de las tecnologías sacras; y, como siempre, el trabajo preliminar se funda en reforzar el observador interno.
No entra dentro del marco de este libro discutir siquiera las prácticas internas básicas. Las prácticas se aprenden mejor con un maestro experto y en un ambiente adecuado, mejor que en un libro, donde incluso el lenguaje más precise para acceder a los estados modificados de consciencia se queda corto. Este libro trata sobre las preocupaciones características de diferentes tipos de personas, por lo que para nuestros propósitos, es importante solo señalar que el modo en que cada tipo presta atención a sus preocupaciones puede ser a la vez un problema y una bendición disfrazada. El problema radica en que nuestros hábitos de atención nos sirven para mantenernos inconscientemente en contacto con la información real que sostiene nuestras preocupaciones neuróticas. El hábito de esta Seis era imaginarse lo peor, y no se daba cuenta de que se olvidaba de imaginarse lo mejor. Seguía el habito que le había servido a sus necesidades de segundad infantil, y aunque parezca extraño, imaginarse lo mejor le parecía un juego de niños. Lo positivo que tiene imaginarse lo peor es que esta Seis ha Ilegado a ser tan experta en esto, que si pudiese a duplicar a voluntad los cambios de atención que subyacen la estrategia defensiva, descubriría que es especialista en cierto tipo de estilo intuitivo. Lo que más me interesa del Eneagrama se encuentra en las historias de gente que ha vivido experiencias esenciales e intuitivas. A partir de sus histonas obtenemos hipótesis de trabajo del modo en que nuestras preocupaciones neuróticas pueden conducirnos honorablemente hacia otros estados mentales. Como maestra, para mi esto ha significado una extraordinaria oportunidad. He logrado escuchar descripciones sumamente detalladas de los procesos internos de mis estudiantes, a medida que aprendían a modificar su atención. He visto los modos en que la intuición abrumaba y alentaba a la vez sus vidas. También he logrado documentar algunos ingeniosos desplazamientos de atención a los que recurren los estudiantes sin advertirlo, como modo de permanecer intuitivamente comunicados a las preocupaciones que los inquieta. Escucho una y otra vez historias conocidas. Es algo así: "Mis padres me enviaban mensajes contradictorios, y yo tenía que descubrir la verdad." 0, "Me daba cuenta de como yo mismo me adaptaba para convertirme en lo que los demás deseaban que fuera." Existen repetidos recuerdos infantiles referentes a las necesidades de los niños de "leer" a los adultos, a fin de sobrevivir a las tensiones de la vida familiar.
Como adultos mis alumnos están convencidos de que gozan de introspecciones sobre áreas que en sus niñez eran problemáticas. Para proseguir con nuestra comparación de tipos, los Seis (miedo) creen poseer un refinado detector de banalidades para descubrir las intenciones reales de los demás, ocultas tras la fachada. Los Dos (orgullo) creen poseer la habilidad de modificar intuitivamente su auto representación, a fin de lograr amor y aceptaci6n. Suponiendo que los Seis (paranoicos) se sientan más seguros con la idea de sí mismos como seres capaces de predecir y, por lo tanto prevenir, los prejuicios posibles, y los Dos (histriónicos) se crean mas adorables en su creencia de que pueden asumir las características de una persona atractiva, todavía sorprende la posibilidad de que las preocupaciones de un tipo lo predispongan a desarrollar formas intuitivas de percibir precisamente aquella información que perpetuará sus preocupaciones neuróticas. La importancia de la práctica de atención en vistas a trascender la neurosis es evidente. Al aprender las prácticas básicas, los estudiantes se benefician doblemente. En primer lugar, se liberan de una visión del mundo sesgada. En segundo lugar, tienen la oportunidad de ser conscientes de un estilo intuitivo que tal vez haya estado operando de formas desconocidas. Cuando hablan de los modos en que prestan atención a los asuntos personales importantes los auto observadores expertos utilizan un lenguaje muy revelador. Existen numerosas versiones de los "otros rostros", vanadas maneras de desviar la atención hacia una visualización interna. Existen también declaraciones como "Me Uno", o "Una parte de mi se pierde en el otro", "Me interno en sus sentimientos", "Me convierto en esas personas" o "Me aparto y observe". ¿Se basan dichas afirmaciones en mínimas pistas físicas, o son en algún grade una auténtica sensibilidad a los temas que subyacen a nuestro tipo?
Por ejemplo, en contraste con el Seis que tiene miedo, el Dos que desea agradar probablemente manifieste "Me Uno", como impresión del modo en que moviliza la atención. El Dos puede ser muy capaz de aprender cómo "ver el otro rostro", pero los informes recibidos de parte de los Dos parecen ser historias tipo "Me Uno", y no historias donde imaginan lo peor. También podemos obtener una histona del tipo "Me Uno" de un paciente psiquiátrico fronterizo que nunca ha desarrollado un conjunto claro de límites personales. La frase "Me Uno" también denota la honda experiencia de un amante cuya consciencia va más allá de las fronteras del sí mismo personal. Pero cuando se le pide a un auto observador experto que describa en detalle una afirmación del tipo "Me Uno", su explicación comienza a sonar muy parecida a la descripción efectuada por un lego, referente a los principios de atención en las prácticas especificas de meditación. La descripción proporcionada por aquellos que dicen "Me Uno" o "Me Convierto" me recuerda-mucho a mi venerable maestro de artes marciales, que es una prueba viviente de la capacidad de incluir a los demás en nuestras propias percepciones. Las instrucciones verbales de mi maestro son: "Baja al hara [Ileva tu atención al vientre], abre el campo sensorial e integrate." Cuando se halla en la postura de atención "apertura de los sentidos", puede imitar exactamente los movimientos fortuitos de un compañero de entrenamiento que se encuentre a cierta distancia, oculto tras un biombo. El Rondón clásico o ataque de vanas personas a la vez, constituye una demostración impresionante de la capacidad de percibir a distancia. Durante el Rondón, que se puede Ilevar a cabo a ciegas, eres atacado simultáneamente desde distintas direcciones y exige una percepción clara y continúa del espacio que te rodea, en particular el que tienes a tu espalda. De igual forma, una afirmaci0n como: ”veo el rostro interior" suena muy parecida al fruto de una práctica de visualización de ojo interior que desarrolla la capacidad de discriminar entre las fantasías proyectadas por el pensamiento personal y una visión intuitiva acertada, que no son gobernadas por el sí mismo pensante/sintiente. ¿A qué se debe que estas percepciones aparezcan siempre en los puntos de deterioro psicológico de nuestro tipo? El hecho es que una preocupación a la que recurre habitualmente nuestra atención se convierte en el punto de partida para que la psique observe las distintas fijaciones que nos mantienen de forma inconsciente en contacto con el entorno y con los demás. Desarrollamos poderes de atención cuando nos preocupamos neuróticamente. Queremos algo y, por lo tanto, ampliamos nuestras capacidades sensoriales y prestamos nuestra atención.
Por ejemplo, los niños que necesitan mucho amor pueden aprender a desplazar la atención internamente de un modo que les permita integrarse con un progenitor o sentir inconscientemente los deseos de los demás dentro de sus propios cuerpos y por lo tanto modificar su actitud de cara a complacer al resto. A sí mismo, los niños temerosos, sin querer, se encuentran compenetrados precisamente con el potencial de hostilidad de aquellas personas mayores y más fuertes que gobiernan sus vidas. Esta capacidad sigue presente en nuestra vida adulta como sensibilidad real, pero como adultos solo podemos dar nombre a nuestras preocupaciones, sin saber como estar informados acerca de nuestras preocupaciones neuróticas. El modo en que prestamos atención a los temas clave de nuestra vida puede estar alejado de nuestro modo de percepción habitual pasando a una zona intuitiva sin que seamos conscientes de que pase algo raro. No se trata de que hayamos aprendido a interpretar sutiles pistas físicas, como signos del rostro o del lenguaje corporal. La intuición es una sabiduría que surge de un estado mental de no-pensamiento. Esta muy estrechamente relacionada con los estados de pensamiento ordinarios, y si no temes alterar ligeramente tus percepciones, la intuición puede trabajarse. Si una conexión intuitiva apoyó tu sentido de seguridad y bienestar cuando eras joven, luego como adulto utilizarás la intuición como fuente de información de formas que pasan desapercibidas. Ello puede representar una ventaja a la hora de tomar decisiones y proporcionarte especiales cualidades de sensibilidad. Si de joven la intuición no te fue útil cuando tenías que haber sido consciente de acontecimientos emocionalmente difíciles de soportar, probablemente habrás alejado tu atención de las percepciones internas y tendrás resistencias a la hora de penetrar lo que los místicos denominan velos perceptuales.
Esencia e Intuición
La intuición pone a nuestro alcance una amplia gama de información, y por lo tanto es un recurso humano muy valioso. Pero la intuición no es la esencia. Es únicamente una fuente de introspección y un vehículo de creatividad. En la esencia, no hay necesidad de Ilevar a cabo una práctica espiritual, o de tener introspecciones, o ser guiado por la intuición, puesto que en la esencia no hay sentido de si mismo personal. No hay nadie actuando, poseyendo, o siendo guiado. La atención se encuentra en una situación de unidad con el entorno y el resto de la gente; y en este estado mental, actuamos de forma natural y precisa, sin ser conscientes de pensamientos o sentimientos propios.
Estamos en nuestra esencia en los mementos en que el cuerpo se mueve apropiadamente antes de que sepamos lo que debemos hacer, y decimos verdades antes de que sepamos lo que vamos a decir. De vez en cuando, nos acercamos de un modo natural a una de las distintas cualidades de la esencia, y en estos momentos cumbre tenemos un atisbo del potencial del genero humano.
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