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martes, 12 de octubre de 2010

Fe,Verdad y Tolerancia :Prefacio de la obra de J. Ratzinger

PREFACIO
En un mundo que se va haciendo cada vez más pequeño, el problema en  torno al encuentro entre las religiones y las culturas ha llegado a ser una cuestión apremiante, que no preocupa sólo, ni mucho menos, a la teología. El problema de la compatibilidad entre las culturas y de la paz entre las religiones ha llegado a ser un tema de primerísimo orden. Pero, sobre todo, es una cuestión que se les plantea a las religiones mismas, que deben saber cómo vivir en paz unas con otras y cómo contribuir a la «educación del género humano» para la paz. La fe cristiana se ve afectada especialmente por esa problemática, porque desde su origen y por su misma esencia pretende dar a conocer y proclamar ante todos los hombres quién es el único Dios verdadero y el único Salvador de toda la humanidad: «Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo a través de él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra», dijo Pedro a los dirigentes y a los ancianos del pueblo de Israel (Hch 4, 12).
¿Podrá seguir manteniéndose hoy día esa pretensión absoluta?
¿Cómo se compaginará con la búsqueda de la paz entre las religiones y entre las culturas? 
Cuando la Congregación para la doctrina de la fe publicó en el año 2000 la declaración Dominus Iesus, «Sobre el carácter único y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia para la salvación», se alzó un clamor de indignación en la moderna sociedad occidental y también en las grandes culturas no cristianas, como la de la India. Tal documento –pensaban– sería un testimonio de intolerancia y de arrogancia religiosas que resultarían ya inadmisibles en el mundo actual. El católico podría formular entonces, con toda humildad, aquella pregunta que Martin Buber planteó en cierta ocasión a un ateo: ¿Y si eso fuera verdad? Vemos, por ello, que el verdadero problema, más allá de todas las cuestiones particulares, consiste en la cuestión acerca de la verdad. ¿Puede conocerse la verdad? ¿O es sencillamente improcedente plantearse la cuestión acerca de la verdad en el ámbito de la religión y de la fe?
Pero ¿qué significa entonces positivamente la fe, qué significa la religión, si no pueden asociarse con la verdad?
De esta manera se fueron creando paulatinamente diversos niveles en el debate, en el que yo me vi envuelto en múltiples ocasiones durante el pasado decenio. En primer lugar habrá que tratar de entender lo que es la cultura y qué relación guardan entre sí las diversas culturas. Habrá que examinar igualmente el fenómeno de la religión como tal, pero sin partir sencillamente de una masa uniforme constituida por las «religiones». Habrá que tratar de comprender primeramente a las religiones en su movimiento histórico en sus estructuras y tipos esenciales, así como en sus posibles relaciones mutuas o en su amenazadora contraposición, antes de intentar formular juicios. Finalmente, habrá que debatir la cuestión acerca del hombre, acerca de lo que el hombre es y cómo puede llegar a ser él mismo, o cómo puede desvirtuarse en su propia esencia. Y en todo ello resulta por fin ineludible afrontar la cuestión acerca de si el hombre fue creado para la verdad y de qué manera puede y debe plantearse, él mismo, la cuestión acerca de la verdad. Con todo esto hemos trazado un gran programa, al que una obrita como la presente, nacida más bien de intervenciones ocasionales,
no podrá ofrecer sino una modestísima aportación. Cuando estaba seleccionando, en relación con este tema, las conferencias que pronuncié durante este decenio pasado, pude ver que, desde diversos puntos de partida, podía plasmarse algo así como un conjunto, muy fragmentario e incompleto, ciertamente, pero que quizás no resulte del todo inútil para disertar sobre un tema amplísimo y que nos afecta profundamente a todos nosotros. Así que me decidí
a presentar en esta obra como un todo homogéneo, y a ofrecerlos a discusión, todos los textos que publiqué durante el pasado decenio en materia de fe, religión, cultura, verdad y tolerancia, con excepción del primer artículo, que se publicó ya en el año 1964.
Tengo la esperanza de que esta obra, surgida en tales circunstancias y a pesar de todas sus insuficiencias, pueda servir de ayuda en el esfuerzo por entender lo que a todos nosotros nos afecta.

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