La sombra es todo lo que hemos arrojado al inconsciente por temor a ser rechazados por las personas que desempeñaron un papel determinante en nuestra educación. Temimos perder su afecto decepcionándolas o creándoles un malestar a causa de nuestros comportamientos o de algunos aspectos de nuestra personalidad. Pronto discernimos lo que era aceptable a sus ojos y lo que no lo era. Entonces, para agradarles, nos apresuramos a relegar grandes porciones de nosotros mismos a las mazmorras del inconsciente. Empleamos todos los medios a nuestro alcance para eludir hasta la más mínima desaprobación verbal o tácita por parte de las personas a las que amábamos o de las que dependíamos. Sensibles a la apreciación de los otros, nos mostramos amables, educados, correctos. Y para hacerlo tuvimos que rechazar todo cuanto pudiera parecer desviado, vergonzoso o reprensible.
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