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sábado, 23 de abril de 2011

Pascua 2011-¡EL SEPULCRO ESTÁ VACIO!






Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):


El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.


Cristo, sabemos que estás vivo

1.- Este es nuestro día
“Alégrese nuestra Madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante”, canta el pregón pascual. “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”, proclama la liturgia. Sí, hoy es nuestro día más grande. Es la Pascua de las Pascuas: “Resucitó Cristo, nuestra esperanza”. Lo revela la llama del Cirio Pascual, nos lo recuerda el agua bautismal, nos lo canta el aleluya.
Tanta efusión es necesaria para estar a tono con este Día de Resurrección. (Serían una pena que, como a veces acontece, nos quedáramos anclados en los Cristos dolientes del Viernes Santa). Esta Pascua es la hipérbole del amor de Dios; por eso hay que exagerar la alegría. Era el primer día de la semana, al primer albor, la primera vez que salía el sol en un domingo, era el primer domingo de la historia. Hoy es el Día del Señor, porque Cristo ha resucitado. La Resurrección de Cristo es el eje de nuestra fe. “Si Cristo no ha resucitado, somos los más desgraciados de los hombres” aclara San Pablo.
Porque Jesús no fue devorado por la muerte, nuestra vida tiene un horizonte de salida y de esperanza. Porque el hombre sigue preguntándose: ¿Qué hay detrás de la puerta de la muerte? ¿Sólo el vacío y la nada? ¿O habrá algo o Alguien  que nos espere al final del camino? ¿Y los míos que se fueron me seguirán queriendo? ¿Y cómo explicar el dolor y el sufrimiento de tanta gente inocente?  Preguntas tan legítimas, tan humanas.

2.-  Sólo la fe de tantos testigos
Por encima de los desajustes en la narración de los hechos, según los diferentes evangelistas, hay una realidad clara: Cristo, el Crucificado, ha resucitado. Sólo por el testimonio de los que creyeron, sólo por la fe, lo creemos, lo sentimos y vivimos.
Desfilan muchos testigos. En primera fila, las mujeres. Los discípulos abandonan a Jesús, y, mientras, María la Magdalena, María, la de Santiago y Salomé son las testigos fieles. Siempre, el mismo recorrido de fe: van a embalsamar a un muerto, no al encuentro con el resucitado. Luego, llega el estupor y el miedo, ante el anuncio “¿Buscáis al Crucificado? Ha resucitado”. Mientras esperaban la confirmación de la muerte de Jesús, les asombran con la noticia de que está vivo.  Jesús sale al encuentro y les dice “Id y anunciad a los hermanos”. Finalmente, llenas de fe, van corriendo a contarlo a los apóstoles… “¡Pero ellos creyeron que era un delirio!”. Qué feliz camino espiritual; de la depresión sin esperanza a ese gozo que, de tan grande, necesita comunicarse.
La Resurrección de Jesús no es un milagro, es un misterio. Porque resucitar no es “volver a la vida”, como Lázaro. Resucitar es entrar en una vida nueva, es dejar el tiempo por la eternidad. En Jesús, la Muerte y la Resurrección son dos puntos de una misma trayectoria: muere para resucitar; resucita desde la muerte. Jesús es “el viviente”.
Lo bueno es que Jesús sigue resucitando. Él es la primicia para los que mueren. Los que mueren en Cristo resucitan con Cristo. En la vida y en la muerte somos del Señor. Que nadie dude. Que todos profesen tanta dicha.

3.- Listos para resucitar
Alegría
Desde que Cristo resucitó, el apellido de los cristianos es la alegría. “Peca quien en este día (domingo) está triste” (Didascalia). Es cierto que el dolor y la muerte surcan todos los caminos de la vida. Pero siempre nos acompaña la esperanza. El gozo en el dolor tiene el nombre de paz y de consuelo; con Jesús, se liman las aristas y se elimina el desgarro ante el sufrimiento. No somos fanáticos: tenemos pena y lloramos la muerte de los nuestros, pero disponemos del bálsamo de la esperanza. Sintiendo a Jesús resucitado, podemos seguirle “hasta la muerte”, porque sabemos dónde acaba.
Es domingo
Domingo y Resurrección van siempre de la mano. Por este domingo son domingo todos los domingos del año, y no es un juego ligero de palabras. La Eucaristía del “Día del Señor”  es la presencia entre nosotros del Resucitado. Desde el tiempo de los apóstoles en el “primer día de la semana” nos reunimos “para la fracción del pan”. ¿Quién llamó precepto a lo que es impulso amoroso del corazón creyente? También nosotros podemos decir, como Pedro” “comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos”. El domingo es para “endomingarse”, para la alegría, para el deporte, para la familia, para la caridad.
Testigos de resurrección
Los que hemos resucitado con Cristo “buscamos las cosas de arriba”, estamos llamados a sembrar resurrección: ponemos esperanza en el dolor, ponemos vida en la muerte, ponemos gozo en la pena. Si creemos en Cristo Resucitado, nuestra vida es Pascua, es pasar de la muerte a la vida. “Como el grano de trigo, que, al morir, da mil frutos. Como el ramo de olivo, que venció a la inclemencia. Como el sol, que se esconde y revive en el alba”, resucita el cristiano y, a su paso, resucitan las cosas.
¿Es esto lo que queremos decir cuando afirmamos que somos testigos de la Resurrección del Señor?

viernes, 15 de abril de 2011

DOMINGO DE RAMOS-PROCESIÓN

DOMINGO 17 DE ABRIL DEL 2011
Evangelio según San Mateo (Mt 21, 1-11)
EL REY DE LA PAZ
Desde la época medieval la Iglesia acostumbra comenzar la celebración de la Semana Santa con una solemne procesión dedicada a Cristo Rey. La Iglesia, representada por el clero y los fieles, sale del templo al encuentro de Cristo que viene para ser elevado a la gloria a través de la pasión. En esos tiempos, los fieles iban en procesión hasta algún lugar donde se preparaba una imagen especial de Cristo, que era traída en medio de aclamaciones hasta el temple. Por eso el sacerdote que presidía también debía llevar un ramo o palmas como los demás fieles.

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DOMINGO DE RAMOS -LA PASION-2011


San Mateo 26, 3-5.14-27,66

Los cuatro evangelios contienen un largo relato de la pasión, muerte y resurrección del Señor. En líneas generales se trata de la misma narración, pero la lectura atenta muestra que difieren en más de un detalle. Ninguno de los evangelistas ha intentado escribir una crónica detallada y completa de la pasión del Señor, sino que ha escogido algunos hechos, y luego los ha agrupado y narrado de una manera especial con la intención de transmitir por medio de ellos el mensaje de la salvación. No se trata de una narración para que nos enteremos, sino de una predicación para que descubramos en ella lo que se propone a nuestra fe. Este año la liturgia nos proclama en el primer día de la Semana Santa el relato de san Mateo.
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domingo, 10 de abril de 2011

TU HERMANO RESUCITARÁ

Domingo 10 de abril de 2011

Nos acercamos a la entrada aclamada de Jesús en Jerusalem, el próximo Domingo de Ramos. En esta lectura reflexionamos sobre la fe como el umbral hacia la vida eterna y signo del amor de Jesús.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
San Juan 11, 1-45

VIVIR PARA SIEMPRE

El Evangelio de san Juan presenta una serie de hechos de Jesús a los cuales el autor llama signos o señales. Se trata de actos prodigiosos realizados por el Señor, que en los otros evangelios son designados como milagros, y a través de los cuales Jesús se manifiesta a sí mismo. 

El domingo pasado hemos tenido oportunidad de conocer uno de ellos: la curación del ciego de nacimiento. Más que el poder del Señor, lo que el evangelista quiere poner ante los ojos del lector es la misma persona de Jesús. Por eso algunos de estos signos están en estrecha relación con pronunciamientos del Señor en los que se expresa que el milagro en realidad lo describe a Él. 

Así leemos que después de la multiplicación de los panes, Jesús dice: Yo soy el pan de la vida; antes de dar la vista al ciego pronuncia las palabras: Yo soy la luz del mundo; y antes de resucitar a Lázaro declara que Él es la resurrección y la vida. Sabiendo estas cosas, debemos leer el relato de la resurrección de Lázaro buscando captar la intención del autor del Evangelio: él ha querido mostrarnos a Jesús como vida y resurrección de los hombres.
 
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sábado, 9 de abril de 2011

ESTRATEGIAS DE AFIRMACIÓN

Ser capaz de dar muestras de atención y afecto
Resucitar a alguien
¿Nunca te han resucitado?
¿Nadie te ha hablado, perdonado
o amado nunca lo bastante como para resucitarte?
¿No has asistido nunca a resurrecciones?
¿Nunca has resucitado a nadie?
¿Has experimentado la potencia vital que brota
de una sonrisa, un perdón o una acogida?
(Oser parler de Louis Évery)

OBJETIVOS
Conocer la naturaleza de las muestras de atención y afecto.
Respetar las condiciones requeridas para dar debidamente muestras de atención y/o afecto.
Aprender a dar muestras de atención y afecto. 

EXPLICACIÓN
El papel de las muestras de atención y afecto en la autoestima y la confianza personal
Definición de muestra de atención
Las muestras de atención engloban todas las palabras, gestos y actitudes mediante los cuales reconocemos la existencia y la dignidad del otro. Dichas muestras son apropiadas para suscitar en él autoestima referida a sus competencias y, eventualmente, confianza en sí mismo.
Ejemplos: apretones de manos, signos de reconocimiento, agradecimiento, felicitaciones, cumplidos, celebración un éxito, regalos inesperados por un favor realizado, etc.

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domingo, 3 de abril de 2011

LOS CIEGOS Y LA LUZ

EVANGELIO EXPLICADO DEL DOMINGO 3 DE ABRIL DEL 2011


SAN JUAN 9, 1-41


En los Evangelios se nos dice que Jesús curó a muchos ciegos. Pero san Juan nos relata una sola curación de esta clase, y lo hace con tanto detenimiento y con tanto lujo de detalles, que fácilmente se puede advertir que tiene un gran interés en destacar este milagro.Una simple lectura del relato -cuando se lee íntegro el capítulo 9 de san Juan- deja ver que el Evangelista no se detiene tanto en el milagro sino que más bien se preocupa por mostrar las distintas reacciones de los hombres ante este hecho de Jesús. De esta manera el acontecimiento se transforma en un gran acto simbólico: un enfrentamiento entre un ciego que ahora ve y reconoce a Jesús como Salvador, y un grupo de hombres muy sabios que dicen que ven, pero en realidad están ciegos porque no alcanzan a ver quién es el que tienen delante.
 
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