DOMINGO 8 DE MAYO DEL 2011
Los relatos de los acontecimientos que tuvieron lugar en el día de la Resurrección del Señor tienen rasgos muy propios que es necesario conocer para que lleguemos a comprender lo que los autores quieren decirnos por medio de ellos. En apariencia son narraciones muy sencillas, pero a cualquier lector que se toma el trabajo de leer con atención estos relates en los cuatro Evangelios le salta inmediatamente a la vista que hay gran dificultad en ponerlos de acuerdo como para tener una crónica ordenada. Los detalles de las narraciones no siempre coinciden, e incluso a veces se oponen.
Esto sucede porque lo que en apariencia es una narración muy sencilla es en realidad una profunda enseñanza, muy elaborada por el autor, y desarrollada a partir de algún acontecimiento histórico. El autor no ha pretendido darnos con precisión los detalles del hecho tal como sucedió, sino que ha puesto toda su intención en la enseñanza. Por eso en el relato debemos advertir dos cosas: la primera es el hecho narrado. Es lo primero que aparece, pero en realidad el lector no debe detenerse en ese punto sino que debe tratar de penetrar más en lo profundo ya que la narración no es nada más que el punto de partida.
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