.

.
P.BRADLEY ,EQUIPO ,COLABORADORES Y AMIGOS

EN BS. AS. :COLEGIO DEL SALVADOR -Callao 542 -
Tel. conmutador: (11) 5235 2281
EN MENDOZA: RESIDENCIA DE LA COMPAÑÍA . IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN
Portería Colón 67 Tel./Fax (261) 429 9437

E-mail : centroamarservir@gmail.com


lunes, 11 de diciembre de 2000

EL TESTIGO

EVANGELIO DEL DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DEL 2011
Jn 1, 6-8. 19-28
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. Éste es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?. Él confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías. "¿Quién eres, entonces?, le preguntaron: "¿Eres Elías?. Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?. "Tampoco", respondió. Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?. Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.. Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?. Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.


SAN JUAN BAUTISTA
Durante el tiempo de Adviento, la Iglesia dirige la atención de una manera muy especial a la figura de san Juan Bautista. De los cuatro domingos de este tiempo, dos de ellos lo tienen como figura central en la lectura del evangelio. El domingo pasado nos hemos ocupado de él, y hoy nuevamente volvemos a encontrarlo, pero esta vez en un texto del evangelio de san Juan. Cuando estamos por revivir el misterio de la venida del Señor en Navidad, es natural que pensemos en aquel que tuvo como misión preparar al pueblo judío para la primera manifestación pública del Salvador. Su predicación sigue siendo un llamado siempre actual para quienes nos disponemos a salir al encuentro de Jesús. Ya hemos visto que san Juan Bautista se presenta como el profeta que llamaba a todos a hacer penitencia en vista de la inminente llegada del Salvador. El texto de san Juan que se proclama en este domingo, se detiene a considerar la gran distancia que hay entre el Bautista y el Señor que viene. Llama la atención que mientras los otros evangelistas recuerdan los textos elogiosos para san Juan Bautista, el evangelio de san Juan, por el contrario, recoge todas aquellas escenas en las cuales se establece la comparación entre Jesús y san Juan Bautista, para concluir que Jesús es infinitamente superior. En el evangelio de este domingo podemos constatarlo, si ponemos atención en la insistencia en los aspectos negativas: "No era la luz... No soy el Mesías- Ni Elías... ni el Profeta...."
EL TESTIGO
El evangelio de este domingo un himno a la Palabra de Dios. En ese prólogo se introducen algunas frases referentes a san Juan Bautista, que son las primeras que leemos en el evangelio de este domingo: la comparación entre el Bautista y la Palabra. La Palabra es la luz, pero el Bautista no es la luz sino un testigo de la luz. El autor del evangelio le da gran importancia al título de 'testigo' que le aplica a san Juan Bautista. Un testigo es alguien que puede hablar de lo que ha visto y oído. Jesús, en el primer momento de su presentación ante los hombres, viene precedido por un hombre reconocido por todos y que da testimonio de que efectivamente Jesús es el Hijo de Dios, enviado por el Padre. Para poder hacer estas afirmaciones, Juan Bautista ha recibido una revelación especial de parte de Dios. Las cosas que dice san Juan Bautista no son ocurrencias ni opiniones de él, sino afirmaciones que ha oído del mismo Dios. Por eso se insiste en que es 'testigo': habla de lo que vio y oyó. 

LOS OTROS TESTIGOS 

En el evangelio según san Juan se habla muchas veces de los testigos. El Bautista no es el único. Porque también Dios da testimonio sobre Jesús, así como también las Sagradas Escrituras, Jesús da testimonio de si mismo con sus propias obras, el Espíritu Santo lo da junto con los discípulos, y finalmente el mismo autor del evangelio de san Juan se apoya en el testimonio que dio un discípulo al que elogiosamente lo distingue con el nombre de "discípulo amado de Jesús" Cuando Jesús resucitado envió a los discípulos a predicar el Evangelio, les dijo que ellos debían hacerlo como testigos de lo que anunciaban. El Señor puede llevar a los hombres a la fe por caminos que sólo El conoce, y es sabido que lo hace con frecuencia. Pero es indiscutible que él ha querido que la forma normal en que el evangelio llegue a toda la humanidad es por medio de los testigos. El testimonio de los primeros discípulos de Jesús es de suma importancia para nuestra fe, porque nosotros podemos creer en Cristo, Hijo de Dios y Redentor nuestro, gracias a aquellos que fueron testigos de todo lo que Él hizo y dijo, y luego – iluminado por el Espíritu Santo - proclamaron a todo el mundo la Buena Noticia de la salvación. 
Ellos hablaron de lo que habían visto y oído, y en la mayor parte de los casos debieron derramar su propia sangre por sostener que lo que ellos decían era verdad. Por esa razón, la palabra testigo (que en griego de dice mártys: mártir ) se aplica ahora a quienes derraman su sangre por defender la fe cristiana. En todos los tiempos y en todos los lugares el Señor coloca a estos testigos que pueden hablar de lo que han visto y oído. Estos testigos son, en primer lugar, aquellos a quienes llamamos "los santos". No solamente creyeron en Jesús, sino que vivieron de su propia vida; conocieron a Jesús por lo que se les enseñó, y estudiaron, pero luego esa enseñanza resultó insignificante ante el conocimiento de Cristo que tuvieron por su contacto personal con el Señor en su vida interior, por la palabra del Evangelio que resonó dentro de ellos mismos, por la fuerza de la nueva vida de resucitados que recibieron de Jesucristo resucitado y vivo para siempre. Estos testigos dieron testimonio de que Cristo ha muerto y ha resucitado, pero mas que con las palabras lo han hecho con su propia vida. Jesús viviente ha transformado la vida de cada uno de ellos de tal manera que la vida de los santos no se explica ni se entiende si no es porque Jesucristo vive. Quedamos admirados ante la vida de algunos santos. Ante todo por los que han sido canonizados por la Iglesia. como san Francisco de Asís.. San Cayetano... santa Teresita... don Bosco... Maximiliano Kolbe...

Otros no han recibido este reconocimiento oficial, pero su ejemplo es conocido y admirado por todos, como es el caso de la Madre Teresa de Calcuta... los últimos Papas...
Pero ¿qué serían ellos sin Cristo? Todos los santos son como espejos que reflejan una sola luz que es Cristo. Si no está la luz, ellos ya no tienen ningún resplandor. Esto mismo es lo que se dice en el evangelio de hoy: Juan Bautista no es la luz, sino un testigo de la luz, Cristo era la Palabra, pero Juan era solamente la voz que resuena Debemos reflexionar seriamente sobre este aspecto del Evangelio, porque sucede con frecuencia que muchas personas, cuando descubren el resplandor de Cristo que hay en la personalidad de un santo, se sienten tan poderosamente atraídas que olvidan al Señor, o por lo menos lo dejan en un segundo lugar. Es necesario comprender muy bien que lo que brilla en los santos es un resplandor solamente, pero la verdadera luz es aquel que los ilumina: Cristo el Señor.
 Miremos a los santos para que descubramos donde esta la verdadera fuente de la luz, pero no nos quedemos con el reflejo: vayamos hacia la luz.

NOSOTROS SOMOS TESTIGOS

También nosotros somos llamados a ser testigos de Cristo delante del mundo. El mundo no puede ver directamente a Jesús resucitado, y por eso se necesitan testigos que hablen a todos de los que han visto y oído. Cada uno de nosotros, una vez que ha conocido a Jesús y ha experimentado la nueva vida de los resucitados, tiene el grave compromiso de hablar y de actuar para ser testigo delante de los demás.
Todo hombre tiene derecho de llegar a conocer a Dios. Este derecho se lo ha dado el mismo Dios cuando ha querido que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Si no actuamos como testigos le estamos negando a todos este derecho dado por el Señor. Para ser testigos es necesario que ante todo vivamos intensamente nuestra vocación cristiana. No podemos actuar como testigos si antes no hemos visto al Señor, si no lo hemos oído, si no lo hemos llegado a experimentar en nuestra vida. Jesús nos dice en otra parte del Nuevo Testamento que somos la luz del mundo. Y se explica esta figura diciendo que no se oculta una luz puesta en un lugar elevado. Debemos hacer todas nuestras obras de tal manera que todos los hombres, al verlas, glorifiquen a Dios. 

El proceder de los cristianos es el testimonio que el mundo necesita. De nada valen las palabras verdaderas y hermosas que decimos sobre la doctrina de nuestra fe, si luego les quitamos credibilidad actuando de una manera indigna de las palabras que hemos pronunciado. También se nos dice en la Escritura que debemos saber dar razón de nuestra esperanza. Es necesario que nos preocupemos por tener una buena formación cristiana como para saber responder a todo aquel que nos pregunta o nos plantea dudas y dificultades. Nos estamos preparando para recibir a Cristo en la Navidad. Necesitamos testigos que nos señalen al Señor, así como lo hizo san Juan Bautista. No nos quedemos con los testigos, sino más bien apoyémonos en ellos para reconocerlo y encontrarlo sin dificultad. Pero pensemos también en los millones de personas que todavía no lo han encontrado y que esperan y necesitan que nosotros seamos los testigos que con sus palabras y sus obras los lleven hacia Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario