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sábado, 19 de mayo de 2012

LA ASCENCIÓN, FIESTA NUESTRA




EVANGELIO DEL DOMINGO 20 DE MAYO DEL 2012

Mc 16, 15-20

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán". Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Palabra del Señor.
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El texto escogido para que este año se proclame en el Evangelio de este día es parte de lo que se conoce como "final del Evangelio de Marcos". Es un fragmento que no pertenece a la forma original de ese Evangelio, sino un añadido posterior que proviene de otra mano. Esto se sabe por algunos indicios literarios y porque no figura en muchos de los manuscritos más antiguos. Sin embargo, es un trozo que tiene una venerable antigüedad, y la Iglesia lo reconoce como inspirado y como perteneciente a la Sagrada Escritura. Se lo enuncia como "Evangelio de san Marcos", aunque se sabe que originalmente no pertenecía a ese Evangelio.
COMPARTIMOS SU DIGNIDAD
Cristo se humilló hasta la muerte. Padeció una muerte vergonzosa, indigna hasta de los peores criminales. Y no fue porque lo mereciera, ya que en Él nadie podrá encontrar el más mínimo pecado. Si debió subir a la cruz fue por un acto de obediencia total a su Padre, que para salvar a todos los hombres quiso que su Hijo Único compartiera la vida de los seres humanos y fuera solidario con ellos hasta en sus últimas consecuencias. Pero Jesús. resucitado de entre los muertos, "subió a los cielos y esta sentado a la derecha de Dios Padre". Cuando subió a la cruz, estuvo unido con todos nosotros y asumió misteriosamente todas nuestras culpas para redimirnos. Al estar sentado a la derecha del Padre continúa unido a nosotros y nos comunica algo de lo que Él es y tiene en esta situación gloriosa. Se hizo uno con nosotros para poder cargar con nuestros pecados y continúa siendo uno con nosotros para poder darnos su gloria y su vida. Todos nosotros, los bautizados, formamos un gran cuerpo. Este cuerpo tiene una Cabeza, y esa Cabeza es Cristo. Nosotros estamos todavía en la tierra, pero nuestra Cabeza ya esta en el cielo.. Algunos podrán pensar que unas personas son mas importantes que otras. Es verdad que algunos desempeñan funciones de mayor responsabilidad, pero si tenemos en cuenta que todos formamos este Cuerpo de Cristo, entonces debemos admitir que aun el que parece más pequeño, más insignificante, tiene gran importancia. En el cuerpo humano, aun los órganos más pequeños, los miembros más olvidados, son también parte del cuerpo y reciben su importancia de la persona a la que pertenecen. También los cristianos reciben su importancia de la Cabeza: todo cristiano es miembro del cuerpo de Cristo. Nuestra Cabeza ya está en el cielo, sentado junto al Padre. Hay algo nuestro que ya ha alcanzado el cielo y reina junto a Dios. Esto tiene su repercusión en lo que cada cristiano trabaja o sufre.  Si trabajamos, trabajamos con Cristo; si sufrimos, sufrimos con Cristo; si rezamos, rezamos con Cristo; si hacemos el bien, lo hacemos con Cristo, y san Pablo se atreve a decir que si pecamos, lo estamos manchando a Cristo...
COMPARTIMOS SU MISIÓN
Cuando Jesús resucitó y desapareció de nuestra vista, el Espíritu comenzó a actuar a través de la comunidad cristiana para extender por todo el mundo la obra salvadora realizada por el Señor. El Evangelio que hoy se proclama describe esta tarea por medio de las instrucciones y mandatos que Jesús da a sus discípulos antes de ser llevado al cielo. Ante todo les ordenó salir por todo el mundo a llevar la Buena Noticia a toda la creación. Llevar la Buena Noticia significa llevar el mensaje y también la salvación. La comunidad que Jesús deja en el mundo tiene que continuar a través de todos los tiempos y por todo el mundo la acción que Él vino a realizar: anunciar el mensaje del Padre y reconciliar a los hombres con Dios, debe poner al alcance de todos, los medios que Cristo ha traído para nuestra salvación Los hombres que aceptan este mensaje y esta salvación no son hombres que solamente rezan en el secreto de su corazón, sino que son hombres que viven de una manera distinta, saben usar de otra forma las cosas que Dios ha creado, organizan sus familias y la sociedad humana de una forma diferente. En resumen: los hombres que viven el Evangelio transforman el mundo y la sociedad, y de esta forma el Evangelio llega también hasta las cosas creadas. Cristo no es solamente Cabeza de la humanidad salvada por su sangre, sino que es el punto en el que se apoya toda la creación. Si en un mundo dominado por el pecado las cosas sirven para la injusticia, para el vicio, para el placer deshonesto, en un mundo que es redimido y vive intensamente la Palabra de la Buena Noticia todas estas cosas se orientan hacia Dios y según la voluntad de Dios.

COMPARTIMOS SU PODER
Los discípulos de Cristo, al salir a proclamar la Buena Noticia de la salvación, irán acompañados por algunos prodigios que confirmarán la fuerza del mensaje: expulsarán los demonios, hablarán nuevas lenguas, no se dañaran con los venenos, curarán milagrosamente a los enfermos... Ahora queda a disposición de los evangelizadores el mismo poder con que actuaba Cristo mientras realizaba su misión entre nosotros. El poder que Él les otorga está en proporción con la obra tan grande y difícil que les confía. Ningún cristiano puede sentirse solo y falto de fuerzas cuando se entrega generosamente a la obra de llevar la salvación a los hermanos porque sabe que Cristo esta con él acompañándolo y dándole fortaleza. El Señor prometió a los discípulos que estos milagros acompañarían la obra de evangelización. Los milagros se entienden solamente cuando están en relación con el anuncio del Evangelio. Cumplen la función de signos de que la buena noticia de la salvación ya esta obrando en el mundo, y sirven para suscitar y fortalecer la fe en la palabra del evangelio. Es algo muy diferente de lo que se lee que sucedía con los antiguos taumaturgos, que realizaban obras portentosas solamente para atraer la atención de la gente sobre su propia persona. Por esa razón se ve que en todo tiempo hay cristianos que han realizado y realizan milagros cuando tratan de llevar la salvación a otros hombres. No son sólo los casos extraordinarios y espectaculares, porque todos somos testigos de otros milagros que se producen diariamente cuando la Iglesia, a través de sus ministros, y sobre todo en la administración de los sacramentos, realiza la reconciliación de los hombres pecadores con Dios, o cura los corazones enfermos y endurecidos por el pecado. En toda la acción de la Iglesia se ve el poder de Cristo que sigue realizando su obra, aun cuando los hombres que actúan en su nombre sean débiles y limitados. Así como ningún cristiano puede pretender que él solo, individualmente, ha recibido el mandato de llevar la Buena Noticia a toda la creación, de la misma forma, ninguno puede arrogarse el poder de realizar todos estos milagros que se mencionan en el texto del Evangelio que estamos comentando. El Señor no mandó realizar milagros, sino que prometió que los milagros acompañarían a los evangelizadores.

LA ASCENSIÓN, FIESTA NUESTRA
La fiesta de la Ascensión del Señor nos llena de alegría porque Cristo, que es nuestro Salvador y nuestro amigo, es elevado a la gloria que le corresponde como Hijo de Dios y ocupa su lugar a la derecha del Padre. Es una fiesta que nos llena de alegría porque sabemos que Cristo al ascender al ciclo no nos abandona sino que sigue unido con nosotros: todos recibimos algo de su gloria y comenzamos a subir al cielo junto con Él. Debemos felicitarnos a nosotros mismos y también felicitarnos unos a otros porque la fiesta de la Ascensión no es solamente fiesta de Cristo sino también de todos aquellos que formamos un solo Cuerpo con El. Y también es una fiesta que nos recuerda la responsabilidad de la evangelización.

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