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martes, 22 de mayo de 2012

NO HACERSE DAÑO A UNO MISMO

 
LA LIBERTAD INTERIOR DEL HOMBRE

El tema de la libertad ocupó un lugar central en la filosofía griega. El concepto griego de la existencia se caracterizaba por su sentido de la libertad humana. Y cuando los escritos del Nuevo Testamento hablan de la libertad para la que Cristo nos ha liberado, responden también al anhelo griego de la libertad.
Al estudiar la filosofía estoica me encontré con la siguiente frase de Epicteto: nadie puede ser herido sino por sí mismo. Que con gran asombro he visto citada repetidas veces por los padres de la Iglesia.
Juan Crisóstomo redactó sobre esto un escrito cuyo título es Nadie puede herir a quien no se hiere a sí mismo. Cuando leí este escrito me maravillé de la forma como trata a la Biblia este padre de la iglesia y qué lugares utiliza para reforzar su tesis, tomada de Epicteto.

EL ESCRITO PROVOCADOR DE JUAN CRISÓSTOMO
Siempre resulta peligroso dar a una frase un valor absoluto. Por lo tanto, no es mi intención demostrar que la provocadora frase de san Juan Crisóstomo haya de tener un valor general.
Cuando se nos hiere de niños, no podemos impedirlo, no hay posibilidad de defendernos y evitar las heridas. Pero, tanto si hurgo una y otra vez en las viejas heridas sin dejar de enconarlas, como si me reconcilio con ellas y las olvido, siempre es asunto mío, yo soy el responsable. Naturalmente, cada hombre tarda más o menos tiempo en desprenderse de sus viejas heridas.
Hoy se tiende a cultivar las heridas, el filosofo Bruckner lo describe en su libro Sufro, luego existo. En él habla de la victimación, de la inclinación a sentirse víctima.
Crisóstomo sostiene la tesis radicalmente opuesta de que ninguna victima es victima de alguien, sino que sufre la suerte que ella misma se impone.
Sentirse victima significa declararse siempre libre de culpa, echarles la culpa a los demás. Un estudio detenido de la tesis estoica de que somos nosotros los que nos herimos, puede poner en tela de juicio la ideología del sufrimiento, según la cual uno tiene que sentirse siempre mal y todo ha de estar siempre mal, y con ello obligarnos a preguntarnos sobre nuestro planteamiento. Esta tesis no puede legar el sufrimiento real o restarle importancia.
En esta tesis es decisivo que el obispo de Constantinopla  y los padres de la Iglesia en general, haya entendido también el camino espiritual como un camino terapéutico , como un camino para afrontar con madurez las heridas y la historia de la propia  vida. La meta del camino espiritual es salvar y liberar al hombre. Cristo es el hombre libre que no depende del mundo, sino que únicamente depende de Dios.

El que lleva la huella de Dios, es el que ha nacido de Dios, ese es el verdaderamente libre. Tal es el mensaje básico de la Biblia. Para mí el camino místico es el camino que conduce a la libertad. Es en este camino donde por primera vez encontramos nuestra verdad y sólo nuestra verdad nos hará libres. En él nos damos cuenta de los modelos de vida a los que nos mantenemos asidos, nuestros ilusorios puntos de vista que nos desfiguran las cosas y con los que nos herimos. Cuanto más cerca de Dios, más claramente vemos nuestra verdad. Y cuanto más uno somos con Dios, más libres somos.
La experiencia de Dios y la experiencia de la libertad interior son sustancialmente lo mismo.

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