Es interesante que para la psicología transpersonal el tercer concepto, «piedad», pertenezca también a la vida libre y consciente. Después que Bugental habló del arte de vivir conscientemente, de ser libres desde el conocimiento de nuestra patria interior frente al impulso de tener que buscar en lo de fuera consuelo y plenitud, escribe: «Hay una palabra que a mi juicio apunta a nuestra subjetividad indescriptible - al potencial imposible de imaginar que hay en cada uno de nosotros, a nuestro anhelo de más verdad y vivacidad, a nuestro profundo sentimiento por la tragedia del hecho de ser hombres, a la dignidad permanentemente atacada y sin embargo no destruida de nuestro ser, a la sensación maravillosa en que vivimos sin cesar si somos conscientes de verdad, y a nuestra voluntad de anunciar esa maravilla, la esencia del ser hombre- y esa palabra es Dios. Nuestra idea de Dios corresponde a nuestra más honda intuición de eso que, en definitiva, está en nuestra propia profundidad» (218).
La relación con Dios nos pone en contacto con la fuente interior que hay en nosotros, de la que siempre podemos sacar agua porque nunca se agota. Ella nos regala eso que el evangelio de Juan llama «vida eterna», vida auténtica, plenitud de vida.
«Si tenemos en Dios nuestro fundamento, si vivimos piadosamente», es decir, con devoción, entonces percibimos la inmensa tragedia del hombre, que consiste justamente en que pasa por la vida al margen de sí mismo, en que corre tras ilusiones, en que se hiere a sí mismo porque no se hace justicia a sí mismo. Y la relación con Dios nos da el sentido de la maravilla en la que vivimos. Vivimos en y de Dios. Esta es nuestra dignidad más profunda. Esto nos libera del poder del mundo. Esto nos permite reconocer el misterio de nuestra humanidad. La palabra griega eusebes, piadoso, viene de sebomai, esto es, retroceder, mostrar temor respetuoso ante las órdenes de Dios, adorar a Dios.
«Si tenemos en Dios nuestro fundamento, si vivimos piadosamente», es decir, con devoción, entonces percibimos la inmensa tragedia del hombre, que consiste justamente en que pasa por la vida al margen de sí mismo, en que corre tras ilusiones, en que se hiere a sí mismo porque no se hace justicia a sí mismo. Y la relación con Dios nos da el sentido de la maravilla en la que vivimos. Vivimos en y de Dios. Esta es nuestra dignidad más profunda. Esto nos libera del poder del mundo. Esto nos permite reconocer el misterio de nuestra humanidad. La palabra griega eusebes, piadoso, viene de sebomai, esto es, retroceder, mostrar temor respetuoso ante las órdenes de Dios, adorar a Dios.
Por eusebes Platón entiende la actitud respetuosa ante los dioses y las órdenes dadas por ellos (Foerster, 176). En esta palabra se refleja el sentimiento auténticamente griego de reverencia ante la majestad y grandeza de Dios y ante el mundo puro de lo divino.
Mientras Pablo evita la palabra eusebeia, en las Cartas pastorales define la recta conducta del hombre ante Dios como un estilo de vida que en todo se refiere a Dios. La piedad se puede ejercitar como una virtud. Es el arte de una vida sana, que respeta el orden de Dios, que vive conforme a su ser por respeto a Dios, el Creador. En esta actitud de piedad (eusebeia) se percibe algo de eso que la psicología transpersonal llama consciencia, el conocimiento de Dios como la verdadera realidad, la vida desde la patria interior, desde el fundamento del alma, como llama Tauler a esta patria interior, desde el fundamento originario de nuestra alma. Así concibe en definitiva el camino místico la Carta a Tito. Y el camino místico siempre es también un camino que conduce hacia la libertad frente a las ilusiones y frente a los modelos deconducta que nos hieren a nosotros mismos.
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