Queridos amigos: Les escribo una vez más al llegar la fiesta de San Ignacio. Los invito a recordar con ustedes una característica notable y muy actual de nuestro santo: su espíritu de amistad. Cuando Ignacio sintió que el Señor lo llamaba a dar un servicio especial “ayudando a la almas” y comenzó su formación en los estudios, al mismo tiempo, empezó a buscar amigos que lo acompañaran en esta misión. Fue en la universidad de París donde estos deseos culminaron en la conformación de un primer grupo de “amigos en el Señor”, como ellos gustaban llamarse, que luego de ser recibidos y aprobados por el Santo Padre se convirtieron en la Compañía de Jesús, con San Ignacio como su primer Superior General.
La importancia de la amistad queda reflejada especialmente en uno de los miembros de la Compañía naciente, San Francisco Javier. Pues aunque muy pronto tuvo que separarse de sus compañeros para dirigirse a la misión de la India, conservó siempre un afecto especial que, como decía en una de sus cartas, le llevó a recortar las firmas de ellos y conservarlas junto a su corazón como recuerdo permanente de aquellos que tanto quería.
Ignacio y Javier mantuvieron su relación de amistad a pesar de la distancia y las dificultades para comunicarse. Así lo leemos en la última correspondencia que el apóstol de Asia le enviaba a su superior, recordando con alegría cuando “entre otras muchas santas palabras y consolaciones de su carta, leí las últimas que decían: “Todo vuestro, sin poderme olvidar en tiempo alguno, Ignacio; las cuales, así como con lágrimas leí, con lágrimas las escribo, acordándome del tiempo pasado, del mucho amor que siempre me tuvo y tiene, y también considerando cómo de los muchos trabajos y peligros de Japón me libró Dios nuestro Señor por la intercesión de las santas oraciones de vuestra Caridad.” (Carta escrita en Cochín, el 29 de enero de 1552).
En estos días los jesuitas de la provincia Argentino-Uruguaya tuvimos la alegría de recibir la visita de uno de nuestros compañeros, el P. Renzo De Luca, que desde hace 25 años se encuentra en Japón como misionero. El P. Renzo, que sintió también la llamada a seguir los pasos de San Francisco Javier, es hoy el director del Museo de los Mártires en Nagasaki, construido en memoria a los más de 10.000 cristianos que dieron su vida por ser testigos de la fe en esas tierras, a partir del martirio del jesuita Pablo Miki y compañeros. Tenerlo entre nosotros fue una ocasión de renovar la amistad con él, a quien sentimos muy cerca a pesar de la distancia.
Otra ocasión de gozo ha sido para nosotros la ordenación diaconal de Ariel Grassini, celebrada en el Santuario de la Virgen de los Milagros en Santa Fe, el 7 de mayo. Presidida por el Arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancibia. El P. Ariel se encuentra sirviendo a las víctimas del terremoto de Haití durante unos meses. Se prepara así para su ordenación sacerdotal a fin de año.
Agradezco una vez más sus oraciones insistentes por aquellos que el Señor llama a la Compañía de Jesús y sostiene en el servicio a los demás.
Los saludo con profundo afecto, en el Señor,
Alfonso José Gómez, sj
Provincial
BUENOS AIRES, FIESTA DE SAN IGNACIO DE 2011