.

.
P.BRADLEY ,EQUIPO ,COLABORADORES Y AMIGOS

EN BS. AS. :COLEGIO DEL SALVADOR -Callao 542 -
Tel. conmutador: (11) 5235 2281
EN MENDOZA: RESIDENCIA DE LA COMPAÑÍA . IGLESIA DEL SAGRADO CORAZÓN
Portería Colón 67 Tel./Fax (261) 429 9437

E-mail : centroamarservir@gmail.com


martes, 3 de julio de 2012

LA AUTOLESIÓN II





Las reflexiones de que no tenemos que hacer daño a nadie, de que podríamos ayudarle dándonos un poco a él, la mayoría de las veces no tienen nada que ver con la realidad, sino que son fruto de la idea que de ella nos hacemos. Y con estas ideas nos hacemos mal a nosotros y también a los demás. La autolesión -y en esto coinciden Epicteto y Crisóstomo- tiene su causa en la idea que nos hacemos de las cosas. Pues si creo que mi estima depende totalmente de que supere esta prueba, con esta postura me estoy hiriendo a mí mismo. Pues me estoy presionando. Y cuanto más se acerca la prueba, más pánico me entra. Y si no la supero, me precipito en un abismo, me considero un fracasado y siento un enorme rechazo ante mi persona. O si creo que por encima de todo he de tener el coche más caro para responder a mi imagen de ejecutivo triunfante, entonces dependo por completo de lo que piensan los demás. Creo que con mi coche tan caro me voy a imponer a los demás, pues para eso me mato a trabajar. Pero es probable que la gente apenas se preocupe del coche que yo tenga. Y entonces todo mi esfuerzo no habrá servido para nada y lo único que conseguiré es herirme a mí mismo. Pero aunque haya gente que se quede embobada ante mi coche, con eso sólo no puedo vivir. Corro tras mi identidad, si quiero que los demás me la den. Pero por eso mismo corro hacia el vacío y eso jamás me hará feliz. Mucha gente que se deja llevar por las ideas equivocadas que se hacen de las cosas, se precipitan en el vacío y en el sinsentido. Les es imposible disfrutar de la vida. Quieren ser felices, pero en realidad se están buscando la muerte. Lo que hacen es vivir dejando que la felicidad pase de largo. Se hieren a sí mismos.



Pascal Bruckner describe este tipo de autolesión, tan típica de nuestro tiempo. Cree que el individualismo que hoy se impone no nos ha liberado sino que descubre del modo más temible el infierno del hombre moderno: «Soy culpable ante los demás, ante todos los demás, cuya cuenta estoy pagando yo... Estoy sujeto al peso de una vaga acusación que no puedo formular, porque va directamente contra la realidad que se me da» (Bruckner, 29).Mucha gente tiene la sensación de estar continuamente sentada en el banco de los acusados. Se siente siempre en la obligación de excusarse ante los demás. Ahí está una religiosa que se cree obligada a trabajar sin descanso. Le resulta imposible disfrutar de la vida. Tiene que demostrar continuamente a sus hermanas de comunidad que no para de trabajar. Y esto la lleva a sentirse siempre acusada de que parece que dedica poco tiempo a la oración. Y cuanto más acusada se siente, más obligada se cree a justificarse. Y cada vez es menos capaz de orar porque incluso cuando ora se ve sentada en el banco de los acusados. Tiene siempre que justificar todo lo que hace. Por tanto, jamás puede hacer algo con tranquilidad, jamás puede disfrutar del momento presente. Bruckner lo dice así: Para muchos, ser uno mismo significa «tratar de conseguir el reconocimiento de los demás, es decir, someterse a la férula implacable de sus acusadores» (Bruckner, 30).Este es también otro tipo de autolesión, consecuencia de las falsas ideas que uno se hace de la vida. Se tiene la idea de que uno está continuamente sentado en el banco de los acusados y de que ha de justificarse ante todo el mundo

Que nos herimos por causa de las falsas ideas que nos hacemos de la realidad, lo muestra también el ejemplo de un par de amigos. Durante un encuentro se produjo un malentendido. El amigo rompió abruptamente y dejó a la amiga perpleja. Los dos se pasaron los días siguientes pensando cada uno por qué lo había dejado el otro. Y ambos se sintieron poseídos por sentimientos de agresión y autocompasión, por el sentimiento de que la amistad se había roto. Cuando se encontraron dos días después, se dieron cuenta de lo mucho que se habían herido. Se habían hecho ideas falsas uno del otro y tantas vueltas les habían dado, que eran ya incapaces de ver el amor que mutuamente se tenían. Se habían pasado todo el tiempo hurgando en la herida que se habían hecho el uno al otro. Y claro, la herida se había ido haciendo más grande y se habían complicado tremendamente la vida. En definitiva, ni el amigo había herido a la amiga, ni la amiga ofendido al amigo; lo que había pasado en realidad es que cada uno se había herido a sí mismo y sehabía encerrado en el dolor de la autocompasión. En los problemas matrimoniales juegan un papel importante las ideas que nos hacemos de los demás. Una mujer puede imaginarse que su marido flirtea con su secretaria. Y estas imaginaciones pueden convertir su vida en un verdadero infierno. Una mujer me contó una vez que su marido sentía celos cuando ella estaba con una amiga suya. El se devanaba la cabeza pensando en lo que su mujer podía hablar con su amiga, imaginando que quizás le contaba algo de él, de sus limitaciones y problemas. Y no podía soportarlo. Porque en ese campo no le era posible controlar a su mujer. Y esto hería su sentimiento de omnipotencia, el sentimiento de que su mujer le pertenecía exclusivamente a él.



Siempre hay ideas falsas que nos hieren. Si el marido se siente herido porque su mujer va a visitar a su amiga, es un problema sólo suyo. No es su mujer la que le hiere, sino que es él quien se hiere a sí mismo por sus falsas ideas y fantasías producto de los celos. Juan Crisóstomo quiere invitarnos a someter a examen nuestras ideas sobre la realidad. Pues la mayoría de las veces no son los demás quienes nos hieren, sino nosotros mismos a causa de las ideas que nos hacemos de los demás. E incluso cuando es otro el que nos hiere, de nosotros depende que ahondemos esta herida mediante el autocastigo o la falta de autoestima, o que nos liberemos de ella viendo la realidad tal como es. Entonces tomamos nuestras distancias de la herida y descubrimos la auténtica realidad de nuestra vida, entramos en contacto con el espacio interior que hay en nosotros, imposible de herir, con la imagen de Dios no falseada que llevamos dentro, y con la dignidad inviolable que nadie puede arrebatarnos

No hay comentarios:

Publicar un comentario