EVANGELIO
Mc 6, 7-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor.
Según Marcos, Jesús enseñaba en los “alrededores” de su ciudad de Nazaret , una vez que su misión allí prácticamente fracasara. Lo esencial de la misión de Jesús, la predicación y el acontecer del Reino de Dios, se describe con el verbo “enseñar”. Es la “enseñanza con autoridad” (Mc 1,22.27) que lo diferenciaba de los maestros de la Ley y que consistía en someter las fuerzas de mal con su Palabra, liberando así al hombre de sus opresiones y reconstituyéndolo como hijo de Dios.
Aquellos que fueron llamados en la montaña y fueron constituidos “para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios” (3,14-15), los “Doce” (3,16), comienzan a realizar lo que han aprendido de Jesús y con la misma autoridad que él les confiere.
Comienza así una nueva sección del evangelio de Mateo que relata la última gira misionera de Jesús en Galilea y sus alrededores . Jesús dejará Galilea y se irá hacia norte, hacia Cesarea de Filipo, para ponerse luego en camino hacia Jerusalén.
El punto de partida es el envío misionero de los Doce. A partir de aquí vemos cómo Jesús compromete más a los discípulos en lo que él hace en medio de un camino que no conoce reposo y que lo lleva incluso fuera de Galilea. La misión de la Iglesia entera es prefigurada y regulada por este gesto de Jesús.Tres breves frases en progresión temporal abren el relato: el llamado de los Doce, el envío en parejas y la atribución a ellos de poderes exorcistas. Jesús está en el centro de todo: llama hacia él y envía, al mismo tiempo capacita.
Marcos coloca los términos que evocan un acto solemne. El envío tiene que ver con la esencia de la vocación. El número “Doce”, que evoca a los doce patriarcas de Israel, deja ver la intención de Jesús de reconstituir al pueblo de la Alianza. La misión de Jesús está conectada con la realización del proyecto de Dios iniciado con el pueblo por medio del cual convocaría al mundo entero a la comunión con el Dios revelado en la historia y a la fraternidad.Jesús le da poder sobre los espíritus impuros
Esta prerrogativa suya ahora Jesús se la transfiere al grupo de los Doce. Se entiende que dicho poder es para expulsar los demonios, tal como se afirma al final: “y expulsaban a muchos demonios” . Hasta ahora se han mencionado seis veces los exorcismos de Jesús en el evangelio de Marcos, esto muestro que dentro del anuncio del Reino ésta es una actividad esencial. Pues bien, siguiendo a Jesús en la misión el cristianismo también tendrá como tarea la expulsión de los demonios del mundo, enfrentar las diversas manifestaciones del mal y vencerlo con el poder de Jesús.
Al principio la acción principal de los misioneros son los exorcismos, pero al final del relato vemos que Jesús también les confió, junto a esta, otras dos tareas: la predicación de la conversión y la curación de los enfermos .
En la práctica los aspectos de la misión son tres, los cuales se refieren a la obra eficaz del acontecer del Reino rescatando al hombre de una dirección equivocada en la vida y de las
garras destructoras del mal que desfigura su belleza, para que el hombre sea lo que está llamado a ser según el proyecto divino
Las instrucciones para la misión (6,8-11)
La parte central del relato del envío de los misioneros, la que ocupa mayor espacio, es la de las instrucciones de Jesús a los Doce. El Jesús que llama, que envía y que da poder a los Doce, también es el Jesús que establece las normas de comportamiento distintivas de un misionero suyo.
Curiosamente no se trata de un largo listado de puntos a tener en cuenta, sino que todo se concentra en dos aspectos esenciales: la indumentaria (dónde se pone la seguridad) y la reacción que se debe tener frente al éxito o el fracaso misionero (acogida o rechazo en una casa).
Jesús pronuncia las instrucciones no como simples sugerencias sino como mandatos: “les ordenó…” . Jesús habla con la autoridad propia de un enviado de DiosLa segunda parte de las instrucciones a los misioneros es conocida como “la regla para las casas”. Nos refresca el cuadro de la hospitalidad proverbial en el oriente antiguo.
De nuevo, como en la instrucción anterior, se hace la distinción en términos positivos y negativos, en este caso dos eventualidades posibles: cuando le abren las puertas o cuando se las cierran al misionero.
La parte central del relato del envío de los misioneros, la que ocupa mayor espacio, es la de las instrucciones de Jesús a los Doce. El Jesús que llama, que envía y que da poder a los Doce, también es el Jesús que establece las normas de comportamiento distintivas de un misionero suyo.
Curiosamente no se trata de un largo listado de puntos a tener en cuenta, sino que todo se concentra en dos aspectos esenciales: la indumentaria (dónde se pone la seguridad) y la reacción que se debe tener frente al éxito o el fracaso misionero (acogida o rechazo en una casa).
Jesús pronuncia las instrucciones no como simples sugerencias sino como mandatos: “les ordenó…” . Jesús habla con la autoridad propia de un enviado de DiosLa segunda parte de las instrucciones a los misioneros es conocida como “la regla para las casas”. Nos refresca el cuadro de la hospitalidad proverbial en el oriente antiguo.
De nuevo, como en la instrucción anterior, se hace la distinción en términos positivos y negativos, en este caso dos eventualidades posibles: cuando le abren las puertas o cuando se las cierran al misionero.
La regla de la constancia
Se debe presuponer que, en principio, el misionero que viene en son de paz, completamente desprendido de todas las cosas, encuentre la benévola acogida de familias que le ofrecen un espacio en sus casas.
Si ocurre así, se le prohíbe al misionero cambiar de alojamiento. Con esto se busca que el misionero no ande buscando espacios más cómodos y más bien se contente con lo que una pobre familia tiene para compartirle,y también se dé el tiempo suficiente para acompañar a una familia que inicia un camino de fe (no hay que abrir procesos para dejarlos rápidamente); esto exige constancia y cierta estabilidad por parte del misionero, sólo así se podrá formar una comunidad
Se debe presuponer que, en principio, el misionero que viene en son de paz, completamente desprendido de todas las cosas, encuentre la benévola acogida de familias que le ofrecen un espacio en sus casas.
Si ocurre así, se le prohíbe al misionero cambiar de alojamiento. Con esto se busca que el misionero no ande buscando espacios más cómodos y más bien se contente con lo que una pobre familia tiene para compartirle,y también se dé el tiempo suficiente para acompañar a una familia que inicia un camino de fe (no hay que abrir procesos para dejarlos rápidamente); esto exige constancia y cierta estabilidad por parte del misionero, sólo así se podrá formar una comunidad
La regla del testimonio
Pero, como efectivamente sucedió desde el comienzo de la evangelización, aún con el mismo Jesús, el misionero y su mensaje puede ser rechazado: “Si algún lugar no os recibe y no os escuchan . El término “recibir” es significativo, en él se juega el acontecer del Reino que siempre se ofrece y nunca se impone.
¿Qué hacer cuando hay repulsa? Hay que partir “de allí” (como le sucede a Jesús en la escena anterior en Nazaret), pero esto no quiere decir que se le cierren todos los horizontes a la misión, se abrirán nuevos espacios.
Pero el momento de partida está marcado por un gesto significativo: “sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos” . El gesto quiere decir el fin de toda relación.
Analicemos. Quitarse el polvo de los pies o de la ropa pertenecía a un ritual simbólico con el que el israelita se purificaba cuando regresaba de tierra pagana; puesto que se pensaba que la tierra participaba del carácter de sus habitantes (ver Números 5,17), había que liberarse de él. El israelita no entraba en comunión con estilo de vida del pagano ni mucho menos participaría del destino que le aguardaba. Por eso el gesto, ahora realizado por misioneros cristianos, tenía el valor de un testimonio de advertencia de no estar de acuerdo con su actitud negativa y un último llamado a la conversión, ya que el rechazo del anuncio del Reino traería consecuencias funestas. Quien rechaza al misionero rechaza también la Buena Nueva que anuncia.
La Palabra sigue anunciándose aún en circunstancias adversas por medio de este “testimonio”, como efectivamente ocurre en el caso del leproso enviado a los sacerdotes o de los misioneros que son interrogados en los tribunales ).No es suficiente la intención de la conversión si el mal sigue campante. Por ello a la actitud de apertura del hombre frente a Dios corresponde la autoridad del Reino de Dios que se manifiesta en exorcismos y sanaciones.
El gesto de la unción de los enfermos con óleo (no se dice que Jesús haya mandado hacerlo pero se presupone), es coherente con la convicción antigua de la curación es al mismo tiempo un exorcismo del mal que lo está generando, gracias a la fuerza catártica del aceite. Entonces, el mal es vencido y aparece el hombre nuevo en libertad y salud.
La preocupación de los primeros misioneros por estos signos de victoria sobre el mal es diciente. Desde el principio del evangelio en las dos primeras escenas de la misión de Jesús, después del llamado de los cuatro primeros, el esquema “exorcismo”/“curación” (exorcismo en la sinagoga, curación en la casa de Pedro; sumario de estas dos acciones enseguida en la puerta) caracteriza la novedad de la obra de Jesús.
Esta manera de proceder de los misioneros no es casual ni pasajera, parece hacerse habitual. Los tiempos verbales del lo señalan: “expulsaban…”, “ungían…”, “curaban”.
Notemos, finalmente, una curiosidad. Este relato de envío de los Doce no tiene referentes temporales (cuándo fue, cuánto duró) ni geográficos (dónde estaban, a dónde fueron). Tampoco sabemos cómo reaccionaron los destinatarios de la misión. La fuerza del relato recae sobre la relación de los discípulos con Jesús quien los llamó, los envió, los dotó de poder y los formó. Al final se verá cómo los enviados le rendirán cuentas al Maestro sobre la misión realizada .
Aquellos que tiempo atrás eran pescadores, junto con los otros provenientes de otros oficios, ahora han comenzado a participar en la maravillosa misión de Jesús en función de la salvación y la vida plena de todos los hombres. Lo que habían escuchado el día de su vocación acerca de lo que iban a hacer en el futuro, desde este momento es una realidad que experimentan personal y comunitariamente, una bella realidad de la que también hoy nosotros somos parte.
Pero, como efectivamente sucedió desde el comienzo de la evangelización, aún con el mismo Jesús, el misionero y su mensaje puede ser rechazado: “Si algún lugar no os recibe y no os escuchan . El término “recibir” es significativo, en él se juega el acontecer del Reino que siempre se ofrece y nunca se impone.
¿Qué hacer cuando hay repulsa? Hay que partir “de allí” (como le sucede a Jesús en la escena anterior en Nazaret), pero esto no quiere decir que se le cierren todos los horizontes a la misión, se abrirán nuevos espacios.
Pero el momento de partida está marcado por un gesto significativo: “sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos” . El gesto quiere decir el fin de toda relación.
Analicemos. Quitarse el polvo de los pies o de la ropa pertenecía a un ritual simbólico con el que el israelita se purificaba cuando regresaba de tierra pagana; puesto que se pensaba que la tierra participaba del carácter de sus habitantes (ver Números 5,17), había que liberarse de él. El israelita no entraba en comunión con estilo de vida del pagano ni mucho menos participaría del destino que le aguardaba. Por eso el gesto, ahora realizado por misioneros cristianos, tenía el valor de un testimonio de advertencia de no estar de acuerdo con su actitud negativa y un último llamado a la conversión, ya que el rechazo del anuncio del Reino traería consecuencias funestas. Quien rechaza al misionero rechaza también la Buena Nueva que anuncia.
La Palabra sigue anunciándose aún en circunstancias adversas por medio de este “testimonio”, como efectivamente ocurre en el caso del leproso enviado a los sacerdotes o de los misioneros que son interrogados en los tribunales ).No es suficiente la intención de la conversión si el mal sigue campante. Por ello a la actitud de apertura del hombre frente a Dios corresponde la autoridad del Reino de Dios que se manifiesta en exorcismos y sanaciones.
El gesto de la unción de los enfermos con óleo (no se dice que Jesús haya mandado hacerlo pero se presupone), es coherente con la convicción antigua de la curación es al mismo tiempo un exorcismo del mal que lo está generando, gracias a la fuerza catártica del aceite. Entonces, el mal es vencido y aparece el hombre nuevo en libertad y salud.
La preocupación de los primeros misioneros por estos signos de victoria sobre el mal es diciente. Desde el principio del evangelio en las dos primeras escenas de la misión de Jesús, después del llamado de los cuatro primeros, el esquema “exorcismo”/“curación” (exorcismo en la sinagoga, curación en la casa de Pedro; sumario de estas dos acciones enseguida en la puerta) caracteriza la novedad de la obra de Jesús.
Esta manera de proceder de los misioneros no es casual ni pasajera, parece hacerse habitual. Los tiempos verbales del lo señalan: “expulsaban…”, “ungían…”, “curaban”.
Notemos, finalmente, una curiosidad. Este relato de envío de los Doce no tiene referentes temporales (cuándo fue, cuánto duró) ni geográficos (dónde estaban, a dónde fueron). Tampoco sabemos cómo reaccionaron los destinatarios de la misión. La fuerza del relato recae sobre la relación de los discípulos con Jesús quien los llamó, los envió, los dotó de poder y los formó. Al final se verá cómo los enviados le rendirán cuentas al Maestro sobre la misión realizada .
Aquellos que tiempo atrás eran pescadores, junto con los otros provenientes de otros oficios, ahora han comenzado a participar en la maravillosa misión de Jesús en función de la salvación y la vida plena de todos los hombres. Lo que habían escuchado el día de su vocación acerca de lo que iban a hacer en el futuro, desde este momento es una realidad que experimentan personal y comunitariamente, una bella realidad de la que también hoy nosotros somos parte.
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